Zenete abandona su proyecto de tecnópolis en las minas de Alquife
La conversión de la escombrera de las minas de Alquife (Granada) en una ciudad tecnológica no ha pasado aún de ser un sueño en la cabeza de Laurence Seidler. Tras casi 10 meses desde que este empresario británico comprara, junto a dos socios, la explotación minera -inactiva por quiebra desde 1996- en una subasta judicial, Zenete Enterprise, la sociedad creada para el proyecto, todavía no ha podido siquiera inscribir su nueva propiedad en el registro.
Los recursos judiciales presentados por los ex mineros contra esa compra mantienen "atados de pies y manos" a los inversores británicos, según Laurence Seidler, que ha decidido "abandonar la zona".
Un grupo de antiguos trabajadores, agrupados en la sociedad Compañía Minera del Marquesado (CMM), se hizo en esa subasta con los derechos y permisos de la explotación minera, y otros activos, por 87 millones de pesetas (0,5 millones de euros). Unos derechos que, a su entender, les otorgaban también la propiedad de la cantera y el resto de terrenos. Pero todo eso se subastó aparte y fue adquirido por Seidler y sus socios por 450 millones (2,7 millones de euros). Los mineros recurrieron la operación desde entonces, "porque no se pue-de separar una cosa de la otra, los derechos mineros deben incluir la propia explotación para poder ejecutarlos", razona Juan Tomás Carmona. Según el portavoz de los ex mineros "se trata de un error del juzgado donde se realizó la subasta [el de lo social número uno de Granada] y así lo hemos ido denunciando".
Aunque el juzgado ha ido desestimando estos recursos, los ex mineros han instado ahora al Tribunal Superior Andaluz y no descartan "presentar acciones judiciales contra el propio juzgado de lo social", afirma Carmona.
Inversiones previstas
El caso es que esta situación ha impedido hasta ahora que Zenete Enterprise ejecute las inversiones que anunció en diciembre del año pasado. En concreto, 1.600 millones (9,61 millones de eu-ros) para acondicionar y urbanizar los terrenos, dentro de un plan de 20.000 millones (120,2 millones de euros) dirigidos a convertir la zona en una ciudad tecnológica con la intención de atraer grandes compañías de telecomunicaciones y tecnologías de la información.
A juicio de Seidler, los recursos de los ex mineros sólo pretenden "frustrar nuestros proyectos". Por contra, Juan Tomás Carmona cree que la intención de los británicos era "especular con los terrenos". Los propios ex mineros -unos 70- tienen también sus propios planes para la antigua explotación. "Hay un proyecto para extraer mármol, otro para embotellar el agua que se extraía durante las excavaciones y también un proyecto turístico, pero todo está a la espera de que se resuelva este litigio".