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Wall Street evita el 'crash' y da un respiro a las Bolsas europeas

Tristeza, solemnidad y patriotismo. La Bolsa de Nueva York volvió a abrir sus puertas ayer, seis días después del atentado que destruyó las vecinas Torres Gemelas. Todo el mundo arrimó el hombro para evitar el pánico vendedor: la Reserva Federal bajó los tipos, las grandes compañías aceleraron la compra de autocartera, las firmas de Bolsa recomendaron "esperar y ver", los políticos y responsables del mercado lanzaron mensajes de aliento. Todo el mundo esperaba un milagro: que los inversores hicieran un alarde de patriotismo y mantuvieran sus acciones. Al final consiguieron evitar el pánico vendedor, pero no un desplome sensible de las acciones (sobre todo las de las aerolíneas).

Wall Street volvió a abrir sus puertas con solemnidad, tristeza y un mensaje unánime: "¡Vamos a demostrarles que no nos han tumbado!". Pero lo consiguió sólo parcialmente. La Bolsa de Nueva York consiguió eludir el pánico colectivo, pero el índice Dow Jones cerró la sesión perdiendo un 7,12%. El Nasdaq cedió un 6,82%.

Los ecos de la tragedia se dejaron notar, sobre todo en las cotizaciones de las industrias, que sufrirán más daños con esta tragedia. Las aerolíneas padecieron un desplome monumental y bajaron con fuerza las aseguradoras, algunos valores financieros y todas las empresas que invitan al ciudadano a viajar y divertirse (con Walt Disney en cabeza). Subieron, en cambio, las farmacéuticas, los hospitales, los grupos de defensa y las empresas que ofrecen sistemas de seguridad y teleconferencia. Y es que, como señaló ayer el príncipe saudí Al Waleed (uno de los mayores inversores de Wall Street) "desgraciadamente, incluso las tragedias generan oportunidades de inversión".

Wall Street era un hervidero desde las ocho de la mañana. Miles de profesionales avanzaron con semblante triste y mirada decidida hacia el edificio de la Bolsa, a sólo tres calles de las ruinas del World Trade Center.

Sentimiento patriótico

En la fachada, una gigantesca bandera de barras y estrellas les dio la bienvenida. En los alrededores, el polvo y los escaparates rotos servían de recordatorio de la tragedia. Las comunicaciones eran difíciles, y la calidad del aire, muy dudosa. Pero la mayoría acudieron vestidos de traje y decidieron no utilizar mascarillas.

Empezaba así una sesión marcada por la emoción, las dudas y el sentimiento patriótico. "No pienso vender ni una acción. ¡Tenemos que demostrar a esos bastardos que no nos han ganado!", afirmaba retador James Gallagher, vicepresidente de Dresdner Kleinwort Wasserstein, minutos antes de la apertura.

El mercado guardó dos minutos de silencio, cantó Dios bendiga a América y aplaudió a rabiar cuando el presidente de la Bolsa neoyorquina, Richard Grasso, gritó que "nuestros héroes abren la sesión" (en referencia a los jefes de los Departamentos de Bom-beros y Policía, que habían sido invitados a tocar la campana).

En el balcón estaban también el secretario del Tesoro, Paul O'Neill, y todas las fuerzas vivas de la política neoyorquina: el alcalde Rudolph Giuliani, los senadores Hillary Clinton y Charles Schumer, el gobernador George Pataki...

Todos lanzaron mensajes de ánimo y enardecido patriotismo. "Este era el mayor mercado del mundo el lunes pasado, lo es hoy y lo será siempre", dijo Schumer. "Esta es la capital del mundo y lo será siempre", añadió Giuliani. O'Neill recordó a todos que "nuestra economía es fuerte y resistente".

Todo el mundo arrimó el hombro para evitar una ola de pánico vendedor. La Reserva Federal bajó los tipos de interés otro medio punto antes del inicio de la sesión (el BCE se sumó más tarde). La Comisión del Mercado de Valores (SEC) eliminó temporalmente los límites para la compra de autocartera y algunas compañías como Cisco y GE aprovecharon para acelerar la compra de sus propias acciones.

Mantener la calma

Las mayores firmas de Wall Street (Merrill Lynch, Morgan Stanley, Salomon Smith Barney, etc.) recomendaron a sus clientes que mantuvieran la calma (como dicen en la industria: "Esperar y ver").

El fondo de pensiones del Estado de Nueva York anunció que haría una "inversión importante". Y algunos prestigiosos inversores, como Warren Buffet y el saudí Al Waleed, comunicaron que ellos no piensan vender acciones.

En el canal financiero CNBC, la popular presentadora María Bartiromo también intentó por todos los medios animar a los inversores: "¡Hay acciones de compañías sólidas a precios ridículos", "¡no me extrañaría que haya un fuerte repunte alcista en cualquier momento!".

Pero la brutal ofensiva terrorista llegó en un momento en que la economía ya presentaba signos de debilidad extrema. Y esto se dejó notar en las cotizaciones.

Así y todo, Grasso se mostraba triunfalista porque "América ha vuelto a trabajar y ellos han perdido". Para los estadounidenses, que la Bolsa reabriera ayer sus puertas tras los severos daños sufridos por Wall Street es, en sí mismo, un triunfo y un acto de heroísmo.

Como heroico es el esfuerzo de los bomberos, soldados y voluntarios que trabajan día y noche buscando supervivientes a pocos metros de la Bolsa. El último balance: 5.147 víctimas entre muertos (190) y desaparecidos (4.957).

 

La economía global, en pronóstico reservado

Los economistas de Wall Street creen que la ofensiva terrorista contra EE UU hace prácticamente inevitable una recesión en este país y avisan que ello debilitará aún más la economía global.

Según JP Morgan, "los ataques terroristas alteran las perspectivas para una economía global que ya estaba estancada". Pero las medidas de estimulación fiscal y monetaria permitirán "una significativa recuperación (de EE UU) en la segunda mitad del año próximo".

Para Latinoamérica se espera más incertidumbre en un momento en el que la situación ya era complicada. Julio Zamora, de Morgan Stanley, ve problemas para "los países con déficit por cuenta corriente y más necesidades de financiación". Zamora considera a Brasil y Argentina como países con más riesgo que México. Pero cree que "Argentina puede salir adelante" porque los agentes políticos pueden decidir darle más apoyo para evitar desajustes adicionales.

Lehman Brothers avisa que "EE UU seguramente caerá en recesión y la economía global evolucionará peor que durante el declive de principios de los noventa".

UBS Warburg augura dificultades para todas las economías que dependen de EE UU: Latinoamérica (con México a la cabeza), Canadá, China, Corea, Taiwan... Y avisa que "Europa y Japón están en una situación pobre para compensar" el declive de EE UU.

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