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TRIBUNA

<i>Entre mentores y nubarrones</i>

Parece como si todos los años, al acabar el letargo veraniego, haya algún ruido que nos despierte de repente, nos obligue a olvidar los sueños de tranquilidad y complacencia y a contemplar el panorama real. Cuando empecé mi descanso tenía la idea inquietante de que el largo periodo de bonanza económica en la que hemos vivido en nuestro entorno más próximo, en ese pequeño mundo relativamente irreal que definimos como desarrollado, estaba tocando a su fin. Pero no podía imaginar que el despertar iba a ser tan brusco y brutal. En la fase de aletargamiento algunos nubarrones oteaban en el horizonte, disfrazados de escándalo y estafa financiera, de las que hacen perder la fe en las garantías del sistema, de pesadilla al ver deambular en Barcelona a emigrantes con los que no se sabe qué hacer, de gráfico que refleja la constante bajada de las expectativas económicas medidas en Ibex 35, Dow Jones, etcétera, de la mala noticia sobre el imparable anuncio de despidos en grandes empresas...

Lo que no esperaba era que los nubarrones simbólicos iban a convertirse en la realidad de una gran nube inmensa y negra, no de humo sino de polvo y muerte, que durante horas planeó sobre Nueva York y que todos tuvimos presente en casa por las imágenes de todas las televisiones, que parecían en blanco y negro, y que hemos completado con las fotografías de los diarios y las revistas.

Después del inconmensurable sentimiento de indignación y terror se ha sucedido la incertidumbre y el desconcierto. A las consecuencias humanas y políticas de todo este horror habrá que añadir las consecuencias económicas, muy difíciles de imaginar pero que no son ciertamente halagüeñas.

Pero como la vida sigue con más tozudez que el desastre, al día siguiente me he encontrado sentada en una universidad, en un tribunal de calificación de una tesis doctoral sobre la introducción en la empresa de un concepto muy antiguo y nuevo a la vez, el mentoring o la mentoría, que quizás habrá que poner en el diccionario. Es muy antiguo porque el término lo introduce Homero en La Odisea cuando Ulises, que se preparaba para ir a la guerra de Troya, confió en su amigo Mentor para que fuera el tutor de su hijo y heredero mientras él iba a estar fuera. A su vez, es muy nuevo porque curiosamente lo ha desempolvado la filosofía empresarial, que se está desarrollando en EE UU, ese país tan complejo y contradictorio que para algunos paisanos nuestros es símbolo de incultura y simplicidad. En la empresa, el mentor sería como el consejero que cuida y ayuda a aprender a los jóvenes que inician su vida laboral.

En el texto y la defensa oral de la tesis he podido escuchar que en nuestro país, alguna empresa como Telefónica o Fujitsu han pensado en ello y empezado a poner en práctica un sistema estructurado para desarrollarlo, siguiendo a muchas empresas de EE UU.

El tema es muy atractivo y el trabajo ha sido calificado de excelente por todo el tribunal. Su aplicación puede ser un elemento más de humanización de las relaciones personales en las empresas. Nos sugiere cómo las ideas del campo de la educación y la formación pueden tener lugar en la empresa, donde los jefes han de saber evolucionar de posiciones de mando o impartición de instrucciones a verdaderos responsables, consejeros y educadores de todo su equipo.

Apesar de todo, no he podido obviar el pensamiento de que la vida empresarial está muy lejos de estas situaciones idílicas. Se desarrolla en un campo de múltiples contradicciones ya que si en teoría se está de acuerdo en que las personas son el principal valor, a la hora de la verdad, sobre todo en momentos de crisis como el que se avecina, se las utiliza como principal factor de reducción de gastos.

Posiblemente, la tesis llega en un mal momento coyuntural cuando, tanto por efecto de la desaceleración como a causa de los procesos de fusión e integración de grandes empresas, se procede a una política de despidos masivos. Precisamente, los despidos están afectando a las personas más jóvenes y con menor antigüedad, quizás las que más confiaban en el cambio de paradigma que se predicaba por los que desarrollaban o describían las características de la nueva economía.

En definitiva, parece como si de momento no haya encontrado la manera de ver la luz y olvidarme de los nubarrones. ¿Podríamos encontrar algún mentor que nos iluminara ante un futuro tan desconcertante?

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