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KPN nombra nuevo presidente y aborda la refinanciación de la deuda

Ha sido necesaria una caída del 96% desde los máximos bursátiles, una deuda de 3,79 billones de pesetas y dos fusiones fallidas para que la operadora holandesa KPN se haya decidido a poner orden en su directiva y en sus cuentas. La primera medida ha sido la salida del presidente ejecutivo, Paul Smits, y la segunda, la negociación de una línea de crédito de 415.965 millones, que servirá para refinanciar la deuda y dar oxígeno a la telefónica.

KPN ha tomado al fin las riendas de su propia y profunda crisis y ha decidido poner fin a la etapa de Paul Smits como presidente ejecutivo de la operadora. Smits se convierte así en la segunda víctima de la tormenta financiera y bursátil que asola el sector de la telefonía, después de la dimisión del presidente de BT, Iain Vallance.

El mandato de Smits ha sido breve en KPN. Pero 18 meses han bastado para que el valor en Bolsa de la compañía cayera un 96% desde los máximos de marzo de 2000, fracasaran dos intentos de fusión y la deuda se disparara a 3,79 billones de pesetas (22.800 millones de euros), casi ocho veces la capitalización bursátil.

KPN no ha ido muy lejos a buscar sustituto. Estaba en su propio consejo de administración y presidía la que fuera filial de la operadora, el ex monopolio de correos holandés, rebautizado como TPG. Ad Scheepbouwer, de 57 años, asumirá el nuevo puesto antes del 1 de enero, en cuanto dimita de sus actuales responsabilidades, y su llegada ha servido para apuntalar la segunda gran medida del plan de choque, la renegociación de la deuda.

Oxígeno financiero

Como condición indispensable para reflotar la empresa, KPN ha conseguido una línea de crédito de 415.965 millones de pesetas (2.500 millones de euros), de la que podrá disponer hasta finales del año 2004. El préstamo no incrementará el endeudamiento de la compañía y les dará oxígeno financiero durante el tiempo necesario para revisar la estrategia. "Todos los negocios tienen que ser revisados para comprobar si la estrategia es correcta y para ver qué aspectos tienen que ser mejorados", explicó ayer Scheep-bouwer en una rueda de prensa en Amsterdam a la que Smits no acudió.

El nuevo responsable de KPN no dio demasiadas pistas sobre la futura estrategia de la empresa. Scheepbouwer se limitó a señalar que se centrará en la mejora de la compañía y del cash-flow, pero el tímido mensaje fue suficiente para los mercados. Por primera vez en mucho tiempo, los inversores han reaccionado con optimismo a un movimiento en KPN. Las acciones subieron un 10,5% ayer, en lo que supone todo un voto de confianza al nuevo equipo.

 

Rehacer

la casa desde los cimientos

Ad Scheepbouwer se enfrenta a la dura labor de reflotar una compañía ahogada por la deuda, despreciada por los inversores y sin estrategia propia. Porque desde los primeros días de su mandato, Paul Smits vio a KPN como complemento de un gran grupo y rechazó el crecimiento en solitario.

Smits llevaba menos de dos meses en KPN cuando las negociaciones para fusionarse con Telefónica se malograron. Aunque la operación se diseñó al 60%-40%, quedaba claro que KPN perdería todo poder de mando.

Nada más romperse la fusión, KPN se puso públicamente en venta y a punto estuvo de integrarse en Belgacom, en unas negociaciones que se rompieron hace sólo siete días. La operación también hubiera dejado a la holandesa en un segundo plano, pero hubiera resuelto el problema de la deuda, ya que Belgacom casi no tenía. Ahora, Scheepbouwer ha resuelto rehacer la casa desde los cimientos y resolver los problemas de KPN sin ayuda, en principio, de ningún caballero blanco.

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