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Los precios del vino han caído un 50% el último año por el exceso de oferta

Comienza la vendimia y los viticultores renuevan sus protestas para reivindicar soluciones a un mercado estrangulado desde hace varios ejercicios por altas producciones y mercados excesivamente estabilizados. Los precios han descendido un 50%.

Este año las bodegas pueden reventar por las importaciones de vinos de terceros países y por la entrada en producción de 100.000 hectáreas plantadas en contra de las directrices de Bruselas. Por ello, los agricultores han tomado la pancarta antes que la tijera de vendimiar con dos nuevas preocupaciones: las importaciones de caldos argentinos, chilenos, australianos o surafricanos harán que rebosen los depósitos de las bodegas españolas repletos de vino que acumulan desde hace al menos dos cosechas. Además, tras esta vendimia entrarán en producción las hectáreas plantadas después de que la OCM del vino prohibiera en 1998 nuevas siembras de cepas vitícolas.

Los sindicatos agrarios calculan que habrá en España unas 100.000 hectáreas ilegales o clandestinas, que además poseen unas infraestructuras incomparables con los viñedos tradicionales: riego por goteo, variedades estrella como tempranillo o cabernet sauvignon, o plantaciones en espaldera. Con estos recursos, la productividad es enormemente mayor que los viñedos tradicionales.

Variedades estrella

Consecuencia: la nueva campaña que ahora empieza, que también será histórica (40 millones de hectolitros, según previsiones), puede registrar los precios más bajos de los últimos años.

De momento, el coste de la uva será un espejismo este año con relación a los precios que provocaron el pavoneo de las variedades estrella (tempranillo, cencibel, tinta del país o cabernet sauvignon) hace sólo dos cosechas, cuando en los momentos de mayor ansiedad se dispararon hasta las 450 pesetas el kilo.

La Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG) ya posee avances de precios del kilo de uva y afirma que estas variedades estrella van a superar muy ligeramente las 100 pesetas (el año pasado se estabilizaron en 150 pesetas). Otras especies menos cotizadas como airén o macabeo difícilmente van a sobrepasar la barrera de las 20 pesetas. Sin embargo, son los precios del vino los que más preocupan a los vinicultores. La caída de los caldos tintos se aproxima ya al 50%, mientras que en los blancos se ha detenido en un 30%, según COAG. Los precios del grado-hectolitro en vinos de color dibujó, hace ahora un año, una horquilla de entre 700 y 800, mientras que ahora apenas supera las 400. Los blancos registran todavía los precios de la destilación de crisis, inferiores a 280 pesetas.

Por todo ello, las compras de vino foráneo que en estos momentos están haciendo "dos o tres de los principales grupos vinateros españoles", dice COAG, van a inundar todavía más las bodegas y a enterrar los precios.

La organización denuncia que estas "importaciones de vinos tintos procedentes de terceros países se están desviando a través de Italia" para evitar suspicacias (los sindicatos agrarios comienzan ya a exigir a la Administración que ejerza un control de las importaciones fraudulentas de vino en los puertos españoles).

Ante este paisaje desolador, que dura ya demasiado, los viticultores comienzan a pensar en soluciones más sostenibles. La Unión de Pequeños Agricultores (UPA) urge a la industria, a la Administración y a los propios viticultores a que se involucren en buscar a medio plazo una solución para adecuar la oferta a la demanda.

 

La próxima cosecha volverá a ser histórica

La inminente vendimia va a aportar a las bodegas españolas otra cantidad histórica: 40 millones de hectolitros. La cifra es inferior a las previsiones de la industria vinícola, puesto que diferentes efectos han mermado la producción: heladas primaverales, calores a final de mayo coincidentes con la floración o la sequía estival obligan a una revisión a la baja en Castilla-La Mancha, Ribera del Duero, Montilla-Moriles, Penedés, Aragón y Murcia. Sin embargo, esa producción histórica va camino de convertirse en estructural. Difícilmente se bajará de esa cifra en las próximas campañas, por lo que los viticultores quieren soluciones al exceso de oferta. Las previsiones son pesimistas: si la potencialidad de enviar a destilación de alcohol de uso de boca podían llegar a 30 millones de hectolitros en condiciones normales, dado el elevado almacenamiento, apenas cinco millones de hectolitros podrán ser liberados, lo que equivale a la producción de las 100.000 hectáreas clandestinas.

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