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El vigor del consumo atrasa el ajuste de la economía española

La fortaleza con que aún cuenta el consumo está compensando el deterioro de la inversión y del sector industrial, retardando el ajuste de la economía española ante una situación de fuerte desaceleración económica.

Incertidumbre. Es la palabra más utilizada por los analistas sobre la evolución de la economía española. Cuando faltan muy pocos días para entrar formalmente en el otoño, los expertos no se ponen de acuerdo sobre el verdadero alcance de la desaceleración. Los hay que apuestan por un leve parón técnico, al que le sucederá una nueva fase de reactivación, en 2002, y los que ya se atreven a predecir que se vislumbran los primeros signos de recesión.

Los indicadores macroeconómicos, tanto actuales como adelantados -estiman el comportamiento de la economía en un corto plazo-, ofrecen una de cal y otra de arena. Hay para todos los gustos. Los expertos más pesimistas se fijan en el comportamiento de la demanda interna, que ha ido perdiendo tono a lo largo del año, y cuyo crecimiento apenas superó el 2,5% en el segundo trimestre, según estima el Banco de España. La preocupación se centra en la inversión, especialmente la de bienes de equipo, ya en tasas negativas y con un claro perfil descendente. Todas las ramas de actividad, excepto la construcción, acusan un claro deterioro, especialmente la industria, cuya actividad arrastra también tasas negativas durante cuatro meses consecutivos. La creación de empleo, pilar fundamental para sostener la actividad, continúa siendo positiva, pero sigue ralentizándose (2,9% según los últimos datos de contabilidad nacional), al igual que la afiliación a la Seguridad Social, al tiempo que las tensiones inflacionistas tardan en mitigarse.

Frente a este aluvión de datos preocupantes, la coyuntura española ofrece aún otra cara que permite ser optimista. Uno de los aspectos más esperanzadores es el comportamiento del consumo, especialmente el familiar. Pese a que ha ido perdiendo vigor desde el tercer trimestre de 2000, fruto del encarecimiento de las hipotecas y de la caída de los beneficios de las Bolsas, el consumo de las familias mantiene aún una fortaleza que contrasta con lo que está ocurriendo en otros países de la zona euro, en donde el ciclo está más adelantado.

En especial destacan algunos indicadores como la venta de turismos, que ha registrado un sorprendente récord en agosto, al crecer el 3,5% en tasa interanual. Las importaciones, especialmente las de bienes de consumo, también marcan un buen comportamiento. Con todo, el ajuste parece inevitable, dada la fuerte desaceleración. Falta por saber si se tratará de una simple corrección en el ritmo de producción y márgenes empresariales -algunos sectores han aprovechado la fortaleza de la demanda para aumentar los precios-, o si afectará a salarios y empleo, iniciándose una espiral de destrucción de puestos de trabajo. El Gobierno confía en que este año el PIB crezca un 3%, casi un punto por encima de la media europea, y el próximo ejercicio se mueva en una tasa similar (2,9%).

Pero también es cierto que en menos de nueve meses el Ejecutivo se ha visto obligado a corregir a la baja en dos ocasiones sus expectativas para este año, reconociendo que el viento que viene de EE UU y del resto de Europa está siendo poco propicio para la economía española.

 

La recaudación por impuestos se resiente

Otro indicador que muestra la pérdida de vigor de la economía es la evolución de la recaudación impositiva, especialmente la de tributos indirectos, ligados al consumo. En los primeros siete meses del año (enero-julio), los ingresos por impuestos indirectos apenas han crecido un 0,4%.

El IVA, tributo estrella del sistema impositivo, tan sólo ha aumentado un 0,6% (3,8 billones de pesetas) y los impuestos especiales (hidrocarburos, electricidad, alcohol), un 2,5%. El Ministerio de Hacienda es consciente de ello.

Por eso está contemplando seriamente, de cara a los Presupuestos Generales del Estado para 2002, renunciar al superávit previsto, del 0,2% del PIB, para garantizar un crecimiento de las inversiones reales en torno al 7%, similar al previsto para este año.

A pesar de los menores ingresos, el Ejecutivo asegura que este año se alcanzará ya el equilibrio presupuestario (déficit cero), confiado en que el superávit de la Seguridad Social compense la menor recaudación del Estado y las comunidades autónomas.

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