El pesimismo económico se apodera de la mayoría de los estadounidenses
El optimismo imperturbable de los estadounidenses empieza a flaquear. Por primera vez en cuatro años, la mayoría de los ciudadanos piensa que la economía va mal. Y los analistas avisan que la reactivación será lenta, a pesar de que esperan unánimemente otra bajada de tipos en la reunión que la Reserva Federal celebrará mañana.
Alan Greenspan y su equipo de gobernadores se reunirán mañana para debatir la política monetaria, y todos los economistas sondeados por Reuters creen que bajarán los tipos interbancarios otros 25 puntos básicos, colocándolos al 3,5%. Casi la mitad de los expertos augura, además, otro recorte para antes de fin de año. Pero pocos prevén un repunte económico sensible hasta, como mínimo, finales de año.
Los ciudadanos, que hasta ahora habían mostrado un optimismo imperturbable, empiezan a dar señales de desánimo.
El índice de confianza de los consumidores que elabora la Universidad de Michigan subió en agosto del 92,4 al 93,5. Pero el indicador que refleja las perspectivas para el año próximo se orientó a la baja. Y otros sondeos presentan un panorama aún más inquietante.
Según una encuesta que acaba de publicar de ABC News, por primera vez en cuatro años la mayoría de los estadounidenses (51%) cree que la situación económica es "pobre" o "no tan buena",
El índice de optimismo económico ha caído 22 puntos en lo que va de año. Y un 46% teme que la situación empeorará (sólo el 16% espera una mejora).
La crisis tiene nerviosos, incluso, a los más acaudalados. Un sondeo del Christian Science Monitor indica que los hogares con ingresos superiores a 75.000 dólares anuales (unos 14 millones de pesetas) han pasado del "optimismo moderado" en julio al "pesimismo" en agosto al valorar sus perspectivas económicas para los próximos seis meses.
Medir el estado de ánimo de la ciudadanía es una costumbre casi obsesiva en Estados Unidos, un país en el que dos tercios del PIB son aportados por el consumo privado nacional.
Lo que más amenaza al índice de confianza de los ciudadanos/consumidores son los despidos masivos. Y el goteo es incesante: sólo el pasado viernes anunciaron ajustes de plantilla el fabricante de coches Ford, la consultora Accenture, la informática Dell y el constructor aeronáutico Boeing.
Las revistas están plagadas de artículos sobre cómo sobrevivir al despido y las ofertas de empleo son mucho más escasas y menos generosas que hace un año.
El diario The Wall Street Journal, la biblia oficiosa de la comunidad inversora, asegura que el país atraviesa la primera recesión de la nueva economía. The New York Times sugería, por su parte, hace unos días, que Greenspan ha perdido "su toque mágico". Y la revista National Review pregunta abiertamente si ha llegado la hora de que el banquero central se retire.
Más desánimo significa menor consumo. Y esto es lo último que necesitan las empresas estadounidenses, que llevan meses envueltas en una espiral de declive de ventas y beneficios, desplomes en Bolsa y recortes en la producción y las inversiones.
La Reserva Federal ha bajado los tipos en seis ocasiones en lo que va de año. Y el Tesoro ha empezado a repartir entre los contribuyentes cheques con devoluciones de impuestos que totalizarán 38.000 millones de dólares. Pero las señales de mejoría son escasas.
Crecimiento negativo
El último Libro Beige de la entidad confirmó que la actividad económica siguió estancada en los meses de junio y julio. Y el Departamento de Comercio anunció hace unos días que el PIB creció un modesto 0,7%. Pero muchos economistas creen que este indicador será revisado a la baja y más tras los datos comerciales del viernes.
Ethan Harris, de Lehman Brothers, cree que el dato será rebajado hasta un -0,6% (lo que supone una espectacular revisión a la baja del 1,3%).
Morgan Stanley Dean Witter dice que el crecimiento del segundo trimestre fue "cercano a cero" y que el PIB se contraerá un 0,6% en el tercer trimestre.
Los ciudadanos han puesto todo de su parte para aguantar el empellón con buen ánimo. Pero si los datos siguen siendo tan malos pueden decidir guardar la chequera en bloque. Y nadie cuestiona que ello hundiría en la recesión a la mayor economía del planeta.