La Bolsa no logra despegarse de los mínimos anuales
Semana de ida y vuelta. El mercado español se dejó en los dos últimos días de la semana las ganancias acumuladas lunes y martes. El resultado es que el Ibex vuelve a estar, por tercer viernes consecutivo, en la zona de mínimos del año. Esta vez los vendedores se han escudado en la caída del Nasdaq, que no ve la luz al final del túnel.
En cuatro semanas de verano, tres han acabado con el Ibex en zona de mínimos. Tres excusas distintas para explicarlo. Argentina dio paso a los problemas de las telecos, que a su vez fueron relevados por los malos resultados de las empresas del Nasdaq. La semana que viene hay reunión de la Fed y, si no se bajan tipos, ya hay disculpa para que los vendedores dominen el parqué. Incluso si se bajan, se pueden aventurar hipótesis que expliquen nuevas caídas.
La Bolsa está a la baja. Entre octubre de 1998 y marzo de 2000 cotizó al alza, y el ciclo se ha invertido. Ni más ni menos. Más allá de las explicaciones de los analistas, los inversores institucionales se dedican a la operativa a corto plazo. Esta semana, por ejemplo, el Ibex subió un 1,48% en dos días para volver, después del miércoles festivo, al punto de partida. Similar comportamiento se vio en el Nasdaq.
Otra muestra más de un mercado dominado por la técnica es la volatilidad extrema que se registró en el vencimiento de los futuros de ayer. En cuanto empezó la llamada media hora bruja, la Bolsa inició un irresistible retroceso que llevó al Ibex a los 8,127 puntos. El periodo veraniego y la Bolsa bajista es, de todos modos, terreno abonado para la huida del inversor final, por lo que tampoco cabe rasgarse las vestiduras por vivir un periodo bursátil como éste.
Las noticias, en este contexto, van y vienen. Tienen su influencia en el mercado, de vez en cuando, y a veces incluso el mercado parece cotizar realidades, y no soportes y resistencias. Pero, cuando el viernes se apagan las pantallas, los números son irrefutables. La Bolsa ha vuelto a cerrar en zona de mínimos.
Entre estas noticias que transcurren han estado, esta semana, el carpetazo a la crisis institucional-personal de BSCH. La salida es, además de cualquier cosa menos sorprendente, razonable. Pero, como los problemas en la cúpula del banco nunca pesaron en la cotización, el premio a la resolución de la crisis fue más bien rácano. Se limitó al jueves, cuando la acción cayó un 0,6%, frente a un retroceso del 1,5% en el Ibex y del 2,48% en BBVA.
El otro gran valor de la Bolsa española, Telefónica, sigue ofreciendo altas dosis de volatilidad. Rebotó antes de la festividad del miércoles y después de haber vivido la peor semana en varios años. Subió un 1,74% en la semana. Las empresas del sector en Europa están lejos de sanar sus heridas. El hecho de que Deutsche Telekom, empresa dominante en Alemania, tenga que recurrir a anuncios en los periódicos para intentar sostener el precio de la acción invita a cualquier cosa antes que a la tranquilidad.
Los foros de Internet, no obstante, estaban saturados con las reacciones a la venta por Zeltia de la licencia del anticancerígeno ET-743. El valor tuvo una sesión y media de euforia, pero después su estrella dejó de brillar. Después de años esperando noticias, la respuesta bursátil ha sabido a poco a muchos inversores. Pero, claro está, la noticia estaba ya más que masticada.
Vencimiento sin volumen
El vencimiento de futuros del mes de agosto fue, por otra parte, claramente vendedor. De cuatro y cuarto a cinco menos cuarto la Bolsa agravó sus pérdidas, hasta tocar un mínimo intradía de 8.127 puntos. En ese momento perdía un 2,2%.
Más llamativo fue el bajo volumen que se registró en la sesión. El vencimiento siempre infla el negocio de la Bolsa, puesto que los operadores hacen y deshacen posiciones en el contado según cómo vaya a cerrar el mercado en el periodo de referencia. Pero ayer se movieron apenas 1,711 millones de euros (284.000 millones de pesetas) en el mercado. Muy poco para tratarse de una sesión con vencimiento de futuros. Incluso para ser agosto.
En resumen, la Bolsa estival deja poco que llevarse a la boca, y nada nuevo. El inversor final sólo puede esperar a ver indicios del rebote técnico que, tarde o temprano, llegará. Será breve, pero intenso.
Más frío en la economía de Estados Unidos
Poca inflación en Estados Unidos. Los precios cayeron un 0,3% en julio gracias al petróleo y sus derivados. La tasa interanual vuelve, así, a niveles de 1999, tras la mayor bajada en un solo mes de los últimos 15 años. La noticia es indudablemente buena. Pero está ensombrecida por el principal problema de la economía de Estados Unidos: la desaceleración.
En este sentido, los datos de la encuesta de Filadelfia, publicados a la vez que el dato de inflación, fueron tan negativos que los expertos todavía les dan vueltas. Esperaban una recuperación del índice (que estaba en -13), pero el indicador de pesimismo se duplicó. Además, los empresarios no solamente se muestran negativos en lo referente a existencias. Esperan vacas flacas en toda regla, que afectarán a los pedidos, las contrataciones de trabajadores y a prácticamente todas las variables de la empresa. Eso sí, también esperan contención de precios. El que no se consuela es porque no quiere.
Todo esto viene a cuento de la reunión de la Fed de esta semana. El terreno parece muy propicio para un recorte de tipos. La Bolsa marcha mal y las señales de enfriamiento son numerosas. Pero, por otro lado, el panorama es tan negro que el impacto de un eventual cambio en la política monetaria puede quedar en agua de borrajas. Lo que preocupa a los mercados hoy por hoy es la recesión. Y si el mayor movimiento monetario en la historia de Estados Unidos no ha logrado poner coto a la desaceleración ni al pesimismo, un recorte de un cuartillo poco podrá hacer para espolear las subidas en los mercados de valores.
Esta crisis no se ha extendido al consumo. Por tanto, poco puede hacer la política monetaria y fiscal. Sólo queda esperar a que los empresarios crean que ya no existe exceso de capacidad. Por eso hay que dar importancia a encuestas como la de Filadelfia.