<I>Revisiones de datos</I>
Víctor Gonzalo examina la evolución de la economía de EE UU tras las revisiones estadísticas realizadas por las autoridades y asegura que se dan las circunstancias para que la Reserva Federal vuelva a bajar los tipos de interés.
Con la publicación de las cuentas nacionales de EE UU correspondientes al segundo trimestre de 2001 se han conocido revisiones de los datos de la contabilidad nacional desde el primer trimestre de 1998. Como resultado de la revisión, la estimación del crecimiento anual medio en EE UU entre 1997 y 2000 se sitúa en el 4,2%, frente al 4,5% que se había calculado anteriormente. La revisión más importante corresponde a 2000, cuyo crecimiento se ha revisado a la baja en 0,9 puntos porcentuales, hasta el 4,2%. Estas revisiones son consecuencia de la incorporación de nuevas fuentes de información. Para 2000, la revisión a la baja del crecimiento se debe a una acumulación de existencias inferior a la estimada inicialmente, así como a una menor inversión en software y un menor consumo de servicios respecto a lo calculado con anterioridad.
También se revisó la distribución de la renta nacional, estimándose ahora que los beneficios empresariales representaban en 2000 un porcentaje significativamente inferior al que se había calculado con anterioridad. Esto se debe a la utilización de nueva información, que refleja un porcentaje de empresas en pérdidas en 2000 superior al detectado previamente. Por otro lado, también se había infraestimado el volumen de opciones ejercitadas por trabajadores (que las tenían como parte de su remuneración), de manera que se habían calculado gastos de las empresas por debajo de los efectivamente realizados.
Un resultado de estas revisiones es la reducción de las estimaciones de crecimiento de la productividad (el producto generado por hora trabajada) y, consecuentemente, el aumento de las del crecimiento de los costes laborales unitarios (el coste del tiempo que se precisa para generar una unidad de producto). Así, el crecimiento de la productividad del factor trabajo en 2000 se sitúa según las nuevas estimaciones en el 3,0%, frente al 4,3% anterior. Los costes laborales unitarios crecieron en 2000 un 3,1%, frente al 0,7% estimado anteriormente.
La prensa económica ha acogido estas revisiones con un tono excesivamente crítico, tanto para quien las elabora como para alguno de sus usuarios. Con el frenazo en la actividad estadounidense en 2001, la actitud de algunos observadores de la economía norteamericana ha cambiado radicalmente: donde antes se veía un nuevo milagro económico, ahora no se ve más que un gran fiasco.
Los organismos encargados de elaborar las estadísticas, bajo este punto de vista, han alimentado también la burbuja. Respecto a los usuarios de las estadísticas, las principales críticas recaen sobre la Reserva Federal y su presidente, que han defendido reiteradamente que la situación económica y sus decisiones de política monetaria estaban condicionadas por el significativo repunte de la productividad en EE UU. Así, un elevado crecimiento de la productividad había permitido pensar que la situación de pleno empleo no degeneraría en una situación de elevada inflación, por lo que la autoridad monetaria pudo haber sido excesivamente complaciente respecto a los problemas de desestabilización de su economía.
No es mi papel defender a los organismos encargados de hacer estadísticas o a la autoridad monetaria estadounidense, pero me parecen de escaso fundamento las críticas vertidas por la prensa económica a la imprecisión de las estimaciones de agregados macroeconómicos o a su uso por los encargados de implementar la política económica.
Respecto a los organismos que elaboran estadísticas económicas en EE UU, su labor es intachable, por su rigor, alcance, disponibilidad, etcétera. Mucho más problemático es el uso que algunos analistas hacen de dichas cifras, sin considerar el grado de incertidumbre que llevan asociado. Es muy probable, que el crecimiento del 4,2% en 2000 en EE UU no sea distinguible, en términos estadísticos, del 5,1% que se publicó inicialmente. En cuanto a la Reserva Federal, creo que sí han tenido bien presente el grado de imprecisión de las cifras económicas que se publicaban, y que sus decisiones lo han tenido en cuenta.
En lo concerniente a la evolución de la productividad, si bien no crece por encima del 4%, sí es cierto que mantiene cinco años de crecimientos superiores al 2%, algo que tiene escaso precedente histórico. Esto quiere decir que en los últimos años se han incorporado tecnología, capital físico y humano y cambios estructurales suficientes como para pensar en un salto significativo en las relaciones de producción en EE UU.
Los estudios sectoriales prueban que tales mejoras de productividad se han concentrado en unos pocos sectores (los de mayor componente tecnológico) sin extenderse todavía a otros sectores de la economía. æpermil;sa es precisamente una de las mayores esperanzas sobre la economía estadounidense: la difusión de los avances tecnológicos en sectores que todavía no lo han experimentado suficientemente.
Pero este proceso podría pararse en el caso de que la demanda agregada fuera insuficiente, lo que constituye la razón para que la Reserva Federal practique una política monetaria expansiva, especialmente al confirmarse la inexistencia de tensiones en precios. Probablemente, por todo ello, el Comité de Operaciones de Mercado Abierto vuelva a relajar las condiciones monetarias el próximo martes. Razones no le faltan.