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Camacho declara que Gescartera ha perdido la totalidad del dinero

Antonio Camacho, accionista mayoritario y apoderado de Gescartera, además de principal implicado en este escándalo financiero, asegura que no se ha apropiado del dinero de los inversores, y que éste tampoco está en EE UU. Ayer compareció en la Audiencia Nacional (adonde fue trasladado desde la prisión en la que permanece desde mediados de julio) para declarar por segunda vez y a petición propia. Dijo que los 18.000 millones desaparecidos son minusvalías que desde 1990 se han generado por inversiones arriesgadas y por las sucesivas crisis bursátiles.

Antonio Camacho acudió ayer a la Audiencia Nacional, según dijo, para aclarar y modificar su declaración del pasado 16 de julio. Y lo que hizo es contar 12 años de gestión, de la que su padre fue el principal impulsor en los primeros ocho años. Dejó claro que no se ha apropiado del dinero (18.000 millones) y que no se puede buscar en ningún sitio porque se perdió en inversiones arriesgadas, algo que su abogado Miguel Bajo tachó de "gestión con mala suerte".

Impecablemente vestido, con traje azul y sin parar de fumar, hablaba seguro y tranquilo con sus abogados en los pasillos de la Audiencia Nacional durante los recesos de la comparecencia. Declaró a la juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios que a finales de los años ochenta su padre y él tenían clientes fieles de los que percibían comisiones.

En mayo de 1990 crean la sociedad Bolsa Consulting para percibir esas comisiones y poco a poco van traspasando la cartera de clientes que gestionaban en las dos sociedades de valores, donde padre e hijo trabajaban, a Bolsa Consulting. En este momento ya había un desfase patrimonial que Camacho fijó entre los 1.500 y los 3.000 millones de pesetas.

Explicó que estas pérdidas se producen por una serie de operaciones arriesgadas en plena crisis del Golfo además de por una situación difícil en Bolsa. El imputado admitió que estas operaciones con pérdidas se ocultaron a los inversores, a los que se presentaron saldos positivos y ganancias. En su declaración, el máximo accionista de Gescartera explicó que en 1992 la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) les sanciona con 128 millones (que nunca pagó) por operar sin estar registrados. Tras la sanción se crea Gescartera, que se registra en junio de 1992.

Un año después, siempre según la declaración de Camacho, se produce la primera inspección de la CNMV en Gescartera, que acaba cuando se han traspasado los clientes de Bolsa Consulting. Ante la inspección se hacen cuadrar contablemente valores, saldos, cuentas de clientes y el saldo real en la cuenta de los valores suscritos con la cuenta de cajas y bancos. De esta forma se hace constar una cantidad ficticia, ya que había un desfase de entre 1.500 y 3.000 millones. Tanto a los auditores de Deloitte & Touche como a la CNMV se les presentan unas cuentas en las que no se hacen constar determinados hechos, bien eliminando clientes, bien manteniendo liquidez con venta de derechos de suscripción en las ampliaciones de capital o haciendo compra de valores que permiten adjudicar títulos a clientes y luego deshacer la posición en la Bolsa antes de realizar la liquidación. Así, lo que se presentaba a la CNMV eran cuentas saneadas, según le contó su padre en 1998. También se refirió a la inspección practicada en 1994 y 1995, que acabó con recomendaciones por la mecánica operativa utilizada en Bolsa.

A finales de 1995 el déficit, aseguró Camacho, ya estaba en los 4.000 y 5.000 millones. Tras la intervención de la agencia de valores, situó el desfase patrimonial en 18.000 millones.

El abogado de Camacho José Lozano matizó que los 18.000 millones se desglosan de la siguiente manera: 11.000 millones de renta variable, 5.500 millones de depósitos estructurados y 1.700 millones de inversiones a corto plazo.

En cuanto a la ONCE, Camacho dijo que su entrada en la agencia como accionista fue negociada por la presidenta e imputada, Pilar Giménez-Reyna, y que la organización conocía el agujero de la sociedad.

 

Desde 1995 utilizó sistemas irregulares para obtener recursos

A finales de 1995 el déficit en Gescartera, según Antonio Camacho, es de unos 4.000 o 5.000 millones. Por aquellas fechas, explicó, se produce una crisis en los mercados rusos y los inversores empiezan a reclamar reembolsos en Gescartera. Para poder hacer frente a las numerosas demandas de los inversores que quieren recuperar su dinero se crea un sistema de financiación que denomina "operaciones especiales", cuyo objetivo es obtener liquidez. Este sistema de financiación pone en marcha tres mecanismos.

Inversiones a corto plazo en metálico. Determinadas personas hacen entrega de ciertas cantidades de dinero no documentadas, cuyo reembolso y rentabilidad se abonan con cheques al portador de 490.000 pesetas y en ocasiones por otros importes superiores, pero siempre en cheques al portador.

Aparcamientos remunerados. Cuando por las autoridades correspondientes se requería a la agencia de valores documentación o revisión de cuentas se aplicaba este sistema que consistía en recibir en depósito valores, al mismo tiempo que se garantizaba la recompra de los mismos una vez que ya se había rendido cuentas a quien las hubiera solicitado. Era un modo de encubrir autocartera.

Depósitos estructurados. Se realizan en renta variable y al cliente se le promete pagar al vencimiento el capital además de una cantidad de dinero adicional. Funciona de forma similar a un préstamo.

Antonio Camacho aseguró a la juez Teresa Palacios que hizo aportaciones de hasta 200 millones de pesetas de su propio dinero a la agencia de valores.

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