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Algunas conserveras estudian la compra de tierras de cultivo

Las pequeñas y medianas empresas del sector conservero agroalimentario se están planteando adquirir o alquilar tierras de cultivo, con el fin de controlar la producción y los precios en origen, según se desprende del estudio efectuado por la empresa pública Riegos de Navarra sobre el futuro del sector agroalimentario en la comunidad foral.

Las conserveras subrayan que el reducido tamaño de las explotaciones agrícolas y la falta de relevo generacional en el campo, que se traduce en la carencia de profesionales con visión de futuro y preparación técnica adecuada, suponen dificultades insalvables para la planificación productiva y la implantación de sistemas de riego o de recolección mecánica.

Estos avances técnicos, además de suponer un notable abaratamiento de costos, proporcionarían la seguridad en los suministros, según el estudio. Ambos elementos resultan actualmente imprescindibles para competir en un mercado extraordinariamente difícil tras la creciente irrupción de productoras a bajo precio, especialmente China, Brasil y Perú. Esta circunstancia está obligando a las pymes del sector conservero a procurarse los suministros en la propia región, donde se hallan ubicadas las fábricas, a fin de eliminar los costos de transporte y acercar sus precios a los de sus competidoras foráneas.

Sin embargo, el minifundio agrícola existente en Navarra está anulando las ventajas derivadas de la ubicación geográfica y una buena parte de las pymes conserveras se ve obligada a adquirir la materia prima fuera de la comunidad foral, debido a que zonas productoras foráneas efectúan su oferta a tarifas más reducidas.

El estudio, que recoge también la opinión de cuatro empresas congeladoras, señala que este subsector ya está efectuando la inclusión en sus plantillas de técnicos para la adecuada dirección técnica de los cultivos agrícolas, al centrar su actividad sobre superficies de mayor tamaño.

El sector agroalimentario agrupa en Navarra a 600 empresas que facturan 275.000 millones de pesetas (1.656 millones de euros al año) y ocupan a 10.000 trabajadores.

Tras el sector de automoción, la actividad agroalimentaria es la más importante en la comunidad. El importante valor añadido que supone controlar las tierras de cultivo se hizo patente en 1999 en La Rioja, cuando las bodegas con viñedos propios pudieron hacer frente con ventaja a las espectaculares subidas en el precio de la uva y minimizar su impacto ante los consumidores.

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