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AGRICULTURA

Aceiteros y oposición piden el cese de Villalobos por la crisis del orujo

El secretario de Organización del PSOE, José Blanco, pidió ayer el relevo de la ministra de Sanidad y Consumo, Celia Villalobos, y del de Agricultura, Miguel Arias Cañete, por la alarma generada con la retirada del aceite de orujo de oliva del mercado. Los extractores de orujo pidieron a la ministra que "se marche a su casa" por crear una crisis alimentaria "derivada de su desconocimiento". Consumidores y agricultores se unieron a las críticas.

El presidente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), José María Múgica, y el portavoz de la Unión de Consumidores de España (UCE), Enrique García, señalaron el déficit de información sobre los riesgos de consumir aceite de orujo de oliva.

Múgica afirmó que se ha producido una "enorme descoordinación" entre el Ministerio de Sanidad y el de Agricultura y que los consumidores tienen el derecho a ser informados como adultos de los riesgos alimentarios. En este sentido, aseguró que "no es lógico" que Villalobos haya tomado una medida "tan contundente" como la de retirar del mercado todas las partidas de aceite de orujo para decir luego que su consumo no supone un riesgo inminente para la salud.

La Unión de Pequeños Agricultores (UPA), por su lado, exigió al Gobierno una campaña informativa para recuperar la credibilidad del sector del aceite de oliva tras la alarma provocada.

Mientras, las autoridades de Qatar han prohibido provisionalmente las importaciones de aceite de oliva español, una medida también adoptada la víspera por Arabia Saudí.

Guerra comercial

Por otro lado, 17 profesionales del sector aceitero consultados por Cinco Días coinciden en afirmar que la crisis del orujo de oliva con benzopireno no es fortuita sino que obedece a una guerra comercial. El pasado 31 de mayo, funcionarios de la República Checa detectaron que cinco marcas de aceites de orujo de oliva producidas en tres extractoras de Toledo, Córdoba y Murcia superaban los límites supuestamente establecidos de alfabenzopireno, hidrocarburo aromático policíclico que surge tras el calentamiento de la pasta de aceituna para la elaboración de orujo.

A los productores españoles les extrañó la noticia, por dos asuntos: primero, las pruebas son realizadas en función de "leyes obsoletas de 1970 creadas para examinar aceites vegetales" oleoproteaginosos como el de girasol, colza o soja, según afirman. Y segundo, porque solamente se analizan las marcas de aceite español y no los italianos, que también se exportan a ese país. Grecia, Portugal e Italia también producen aceite de orujo con sistemas similares a los españoles.

Además, la noticia surge cuando el aceite español comienza a asentarse comercialmente en los países del Este, zona dominada por el aceite italiano (en ocasiones producido en España) y a escasas fechas de que una de las firmas analizadas iniciara una campaña de lanzamiento en Praga, según fuentes del Instituto de la Grasa.

Las asociaciones afectadas (envasadoras y extractoras de orujo y exportadoras de orujo y de aceite de oliva, así como cooperativas y organizaciones agrarias) a las que ha consultado este diario coinciden en que son demasiadas las casualidades. El sector aceitero intuye la mano comercial de Italia en la ignición de la crisis del orujo: el test de Praga. Y no olvida las continuas irregularidades cometidas por los agricultores italianos en relación a las subvenciones al aceite de oliva.

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