Argentina y Turquía centran ahora los focos de inestabilidad financiera
La mayoría de los países afectados por la crisis financiera de 1997 y 1998 sigue hoy peleando por sacar sus economías a flote. Cuando algunos apenas acababan de dejar atrás el crecimiento negativo, la actual desaceleración mundial, encabezada por EE UU y Japón, las dos primeras economías del mundo, ha vuelto a amenazar sus frágiles cimientos.
Es el caso del sureste asiático. Tras una rápida recuperación de la crisis de 1997, la caída de las exportaciones, derivada de la menor demanda de productos tecnológicos por parte de EE UU, y la depreciación del yen, que mina su competitividad frente a la divisa nipona, les ha obligado a una drástica revisión a la baja de sus perspectivas de crecimiento desde el 8% de principios de año a un moderado 5,5%.
Rusia también vuelve sobre sus pasos. Tras un año 2000 en el que alcanzó récord de crecimiento, el actual ejercicio se presenta mucho más complicado, principalmente por su dificultad para hacer frente a los pagos de su deuda externa y sus problemas fiscales, agravados por la caída del precio del crudo.
En el caso de Latinoamérica, las tornas han cambiado. Si en 1999 fue Brasil el que arrastró a Argentina tras la devaluación del real en enero, y con ello a toda la región, ahora es el país del Plata el que ha contagiado a sus vecinos cariocas la crisis financiera, política y social en que se encuentra inmersa.
Argentina es ahora uno de los países emergentes con mayor riesgo. El crédito conseguido de las instituciones financieras internacionales a finales del pasado diciembre sólo le permitió ganar algo de tiempo. En abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) tuvo que acudir de nuevo al rescate de Argentina, incapaz de reactivar una economía que lleva más de 35 meses en recesión.
En las similares fechas y también en dos ocasiones, el FMI ha tenido que socorrer a Turquía, inmersa en un conflicto político que no termina de solucionarse y amenazada por la fuerte exposición de su sistema bancario.
En esta ocasión, la sangre no ha llegado al río como en 1997, pero la desaceleración mundial tampoco ha tocado a su fin. Ahora son la Unión Europea y Japón los más afectados por un crecimiento débil y la zona euro es uno de los principales mercados de estos países.