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INTERNACIONAL

La debilidad bancaria y exportadora acosan de nuevo a Tailandia

Tailandia, el país donde se originó la crisis asiática de 1997, vuelve a estar en peligro. La debilidad de las exportaciones, el ingente volumen de créditos morosos y las amenazas de nacionalización de la economía amenazan seriamente sus posibilidades de recuperación.

Cuatro años después de la crisis que provocó una depreciación de su moneda de más de un 50%, Tailandia sigue sin hacer sus deberes. Los analistas temen que la política del populista primer ministro, Thaksin Shinawatra, conduzca al país a una debacle.

Thaksin ha asegurado a sus conciudadanos que "Tailandia dejará de ser el esclavo del mundo", al tiempo que promete abandonar las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. Mientras, los dos principales obstáculos al crecimiento permanecen sin resolverse: la dependencia crónica de la exportaciones, material tecnológico, principalmente, y el ingente volumen de créditos morosos, aquellos en los que el pago de sus obligaciones se retrasa más de tres meses.

Los analistas han alertado sobre las consecuencias que la desaceleración de Estados Unidos y la recesión japonesa en la economía de Tailandia. No en vano, EE UU y Japón representan el 21,3% y el 14,8%, respectivamente, de las exportaciones tailandesas. Los economistas de UBS Warburg predicen una contracción de las exportaciones del 8%. La firma Merrill Lynch profundiza aún más y alerta de que las exportaciones han caído un 2% en los cuatro primeros meses del año y que el desplome en el sector electrónico, respecto a los cuatro primeros meses de 2000, es del 26%. Datos preocupantes, toda vez que las exportaciones representan el 65% del PIB.

El analista jefe de Merrill Lynch en Bangkok, Thanomrsi Fongarun-Rung, explica que "la debilidad de las exportaciones y la severa política monetaria harán que el crecimiento difícilmente supere el 1,8%". Las previsiones oficiales hablan de un crecimiento superior al 4%

Pero el Ministerio de Comercio mantiene sus optimistas proyecciones de crecimiento de las exportaciones del 9%.

El Banco de Tailandia corrobora esta versión y en su último informe, publicado el viernes pasado, aseguraba la buena marcha de las exportaciones e informaba de un superávit comercial en mayo de 132 millones de dólares (25.700 millones de pesetas). Sin embargo, sus propios datos alertan de futuros riesgos para la balanza: las exportaciones crecieron en mayo un 6,8%, frente al 15,7% de las importaciones.

Saneamiento bancario

Con todo, aún hay buenas noticias. El Parlamento aprobó la semana pasada la ley que permitirá aliviar la frágil situación bancaria, el otro mal endémico, con un porcentaje de créditos morosos cercano al 20% de toda la cartera de negocio. La cifra representa 200.000 millones de baths, la moneda tailandesa, unos 858.000 millones de pesetas.

Con la nueva ley, la Corporación Estatal de Gestión de Activos (AMC, en sus siglas en inglés) podrá comprar un máximo de 24.000 millones de dólares de créditos de difícil cobro de los bancos estatales y un tope de 3.520 millones de dólares a las entidades privadas.

La medida permitirá salvar de la bancarrota muchas entidades. Un buen dato para los inversores extranjeros, contrarrestado por las amenazas de Thaksin de nacionalizar la economía. Las décadas de proteccionismo fomentaron la escasa competitividad del sector local, desbordado ahora por la liberalización iniciada en 1998. Baste decir que las ventas de minoristas han caído desde la fecha un 40%, en beneficio de las multinacionales. Thaksin promete desandar el camino. Pero la escasa demanda interna hace que las inversiones foráneas sean la esperanza para un país con 10 millones de habitantes (el 16% de la población) viviendo en la pobreza.

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