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Alemania no logra crecer más del 1,5% anual de media desde 1992

El continuado deterioro de la coyuntura en Alemania -el instituto IFO ya sólo prevé un crecimiento del 1,2% este año- saca una vez más a relucir los problemas estructurales de la economía germana, según coinciden en afirmar varios analistas. Rigideces en el mercado laboral y los problemas en el este del país afectan la lucha contra el paro y los estímulos al consumo privado, restringiendo el crecimiento a una media del 1,5% en los últimos 10 años.

La semana pasada, mientras Alemania discutía un día sí y otro también cuánto más se podría desacelerar su economía -de nuevo, la de menor crecimiento en toda Europa-, en Wolfsburgo se reunieron consejeros de Volkswagen, miembros del comité de empresa de la automovilística y representantes del poderoso sindicato industrial IG-Metall.

Volkswagen desde hace meses lleva proponiendo un nuevo convenio para construir en Alemania -y no, por ejemplo, en Portugal o la República Checa- una camioneta ligera. Se trata de contratar a 5.000 desempleados a cambio de un sueldo único de 5.000 marcos (425.359 pesetas), que incluye costosos programas de capacitación. Estos empleados, originalmente, debían trabajar el tiempo que fuese necesario para construir al día entre 1.000 y 1.200 camionetas.

La idea fue dada como innovadora por todos los observadores, pero se topó con un obstáculo, que condujo a la ruptura de las negociaciones: el ala dura del IG-Metall no está dispuesto a aceptar que se amplíe la semana laboral de 35 horas. Antes que hacer cualquier concesión al respecto, prefirió renunciar a la creación de 5.000 empleos (las enormes críticas que suscitó esta actitud, sin embargo, condujeron a que el comité de empresas retomara las negociaciones el viernes).

Lo sucedido en Wolfsburgo es apenas una pequeña muestra de las rigideces que, a juicio de muchos analistas, dificultan que Alemania pueda crecer más allá del 1,5%, su media a lo largo de todos los años noventa, mientras que EE UU lo hizo a una media del 3,5% y Francia, al 2%.

Alemania es el segundo exportador del mundo, por detrás de Estados Unidos y por delante de Japón, y las ventas al exterior representan entre un 25 y un 30% de su producto interno bruto (PIB). La economía tiende a marchar bien, siempre y cuando el entorno internacional sea favorable. Cuando no lo es, como sucede en la actualidad, "la falta de competitividad sale a relucir doblemente", como señala Reinhard Kudiss, de la patronal industrial BDI.

"Tenemos problemas estructurales en el mercado laboral. Se necesitaría una mayor flexibilidad a la hora de contratar y despedir empleados y pagar sueldos más diferenciados", coincide Christoph Hausen, experto del Commerzbank en Francfort.

Según un reciente estudio del Instituto para la Economía Alemana, afín a las patronales, en ningún país del mundo el salario industrial por hora es tan alto como en Alemania: 50,49 marcos, 4.290 pesetas (el estudio, no obstante, ha sido puesto en duda por los sindicatos, que resaltan dificultades metodológicas). Además, un empresario alemán tiene que agregar 80 centavos a cada marco de sueldo, en cotizaciones de Seguridad Social y extras varios, según el BDI.

El Gobierno rojiverde ha impulsado ambiciosas reformas en campos como las finanzas públicas, la fiscalidad y el sistema de pensiones, pero ha sido mucho menos audaz en el terreno laboral, cercano a las posturas sindicales. Aquí ha tendido a una mayor reglamentación en cuestiones como los contratos de baja remuneración, el trabajo autónomo y el régimen de cogestión empresarial.

"A mí me preocupa que no hayamos podido liberar suficientes impulsos para crecer por fuerza propia y fortalecer la demanda de puestos de trabajo. Las reformas laborales del Gobierno van en contravía de lo que se requiere: flexibilización de los mercados", subraya Juergen Donges, uno de los cinco sabios que año tras año analizan el estado de la economía alemana.

El este no despega

Otra de las razones estructurales para el mediocre desempeño económico alemán es el lastre de la economía de la antigua República Democrática Alemana (RDA), donde miles de millones de marcos en ayudas han creado una imponente infraestructura, pero no han podido elevar el PIB real per cápita más allá del 60% del nivel occidental ni reducir los altos niveles de paro, que sigue duplicando al del oeste. El Gobierno acaba de acordar con los Estados federados otros 306 millardos de marcos (26 billones de pesetas) en ayudas hasta 2020.

 

La crisis de la Sanidad y la desaceleración amenazan con elevar los costes laborales

Como si el Gobierno alemán no tuviese ya suficientes problemas en materia económica, la semana pasada se conoció que los problemas de gestión en el sistema sanitario -uno de los más sofisticados, pero también más costosos del mundo- podrían elevar las cotizaciones al seguro médico del 13,5% al 14% del salario bruto.

Como ya varias veces en el pasado, el problema se ha originado en la crónica crisis financiera de las aseguradoras públicas, que tienen que sufragar gastos en tratamiento y medicación que están completamente fuera de control. La necesidad de poner coto a la explosión de costes sanitarios es uno de las grandes problemas irresueltos de la sociedad alemana, y ni los socialdemócratas ni sus antecesores conservadores han tenido las agallas de enfrentarlo.

Una de las promesas del Gobierno rojiverde ha sido reducir las cotizaciones a la Seguridad Social hasta el 40% del salario bruto en 2002, a pagar a partes iguales por empleados y empleadores (42% en 1998). No sólo la crisis del sistema sanitario, sino también la desaceleración ahora hacen muy difícil alcanzar esta meta, como ya han admitido portavoces oficiales.

Así, los reveses en la lucha contra el paro -que incluso ha aumentado en los últimos meses, ajustado en términos estacionales- podrían hacer necesario nuevas inyecciones en el seguro de desempleo, a financiarse con mayores aportaciones. Otro tanto podría suceder con las cotizaciones al sistema de pensiones, donde habrá menos contribuyentes de lo previsto.

Una salida para el Gobierno podría ser no hacer nada, es decir, permitir que el déficit fiscal crezca. Ello, sin embargo, con toda probabilidad conduciría a que Alemania incumpla el pacto de estabilidad, lo que Bruselas no está dispuesto a aceptar. Oficialmente, Berlín ha fijado en el 1,5% su meta de déficit para este año, pero bajo de cuerda considera, ya desde hace meses, más realista un 1,7%.

No obstante, con el nuevo deterioro de la coyuntura, el déficit se podría disparar incluso hasta el 2,25%, según cálculos del Fondo Monetario Internacional, citados por el Financial Times Deutschland. Berlín, en todo caso, podría aducir que la meta original fue fijada el año pasado, cuando todos -incluida la Comisión Europea- daban por hecho un crecimiento mayor.

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