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INTERNACIONAL

El negocio petrolero en Argelia se conserva al margen de la crisis

Las empresas petroleras occidentales instaladas en Argelia se mantienen al margen de la crisis política y social que vuelve a asolar Argelia desde hace dos meses. El motivo es sencillo: la mayoría de los pozos se encuentra en el sureste del país, una zona desértica que no permite ataques sorpresivos por parte de los radicales islámicos. "El negocio sigue como siempre. No afecta en absoluto a nuestra operaciones", asegura el portavoz de British Petroleum, Toby Odone.

La mayoría de estas empresas están asociadas a compañías locales para la exploración y producción de nuevos yacimientos, a la espera de que el Gobierno acabe de aprobar un plan de apertura total de la industria energética con el fin de atraer más inversión extranjera mediante la privatización del monopolio de gas y crudo Sontatracht.

Pese a los riesgos evidentes que supone mantener negocios en un país sumido en un fuerte conflicto civil, Argelia representa un mercado energético demasiado atractivo como para ser ignorado.

El país produce unos 818.000 barriles diarios de crudo, según cifras aportadas por el Centro para el Estudio Global de la energía, con base en Londres. Los analistas de Robertson Researh sitúan a Argelia en el primer puesto en términos de eficiencia del negocio de los 10 primeros países productores de crudo. Y el Gobierno prepara reformas para atraer más inversiones a largo plazo.

Desde la suspensión en 1992 de las elecciones legislativas ganadas por el Frente Islámico de Salvación (FIS), Argelia vive inmersa en una guerra civil entre el ejército y la guerrilla integrista. A este conflicto se suma ahora la revuelta bereber y el descontento de la juventud, asolada por el desempleo, la desconfianza en sus políticos y la falta de perspectivas.

Occidente, al margen

El conflicto ha provocado en este tiempo más de 100.000 muertos mientras las potencias occidentales, incluida su antiguo colonizador Francia, se han mantenido al margen de la crisis.

La explicación es sencilla: Occidente respiró con alivio cuando se suspendieron aquellas elecciones porque los islamistas representaban la amenaza de nacionalizar la economía, incluido el negocio petrolero, e impedir la inversión extranjera, como sucede en otras repúblicas islámicas.

El presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, excluye a los islamistas del proceso de reconciliación nacional, lo que seguirá enquistando el conflicto, pero que cuenta con el respaldo occidental. De hecho, el próximo día 12 será recibido en Washington por George Bush.

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