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AGRICULTURA

Las crisis ganaderas hunden el mercado español de zoosanitarios

Los laboratorios fabricantes de medicamentos zoosanitarios buscan alternativas en nuevos mercados constituidos por animales de compañía u otro tipo, porque ven que las ventas de farmacia aplicada a los denominados animales de renta (bovino, porcino, aves, ovino, caprino) sufre una continua caída debido a las reiteradas crisis sanitarias que han sufrido todas estas cabañas, cuyo final no está previsto de momento.

Sin embargo, el problema radica en que este último mercado es el que sostiene la facturación de los laboratorios: porcino, bovino y aves representan el 76% de los 106.860 millones de pesetas que el sector facturó en 2000, según datos de la patronal Veterindustria.

Y es que las ventas de productos zoosanitarios para la cabaña bovina han caído un 10% este año, aunque en algunas regiones la cifra se dispara hasta un 30%; la farmacia porcina se venderá también un 10% menos en 2001 gracias a la crisis de la peste porcina clásica; las firmas distribuidoras han visto también reducido su negocio en otro 10% y muchas tiendas de zoosanitarios comienzan a cerrar en toda España: un 25% en Castilla y León, según Samuel de Coca presidente de la asociación Mazocal (Mayoristas Zoosanitarios de Castilla y León) y hasta 40 tiendas en toda España pertenecientes a la asociación nacional de distribución de zoosanitarios, Ansemad, como sostiene su presidente, Javier Cacho.

Además, el sector de la distribución de zoosanitarios prevé una reconversión salvaje inminente, tras la que desaparecerá entre un 30% y un 40% de los distribuidores actuales y tras la que los supervivientes tendrán que afrontar nuevos sistemas de tratamientos farmacológicos de las cabañas fundamentados en medicina preventiva o higiene pecuaria.

Para quienes viven de esta actividad el problema no es tanto que se esté inmerso en la crisis, sino que lo que se vislumbra es un cambio del modelo actual. Por un lado, el mercado sufre una saturación crítica dado el nivel óptimo de sanidad consecuencia de un nivel óptimo de consumo, ya logrado también, que impide un crecimiento de las ventas de los productos farmacológicos. Este crecimiento se ve también cercenado por el continuo descenso de los individuos de las diferentes especies y por la incertidumbre de los ganaderos que en épocas de vacas flacas como las actuales recurren a medicamentos sólo en momentos muy cruciales.

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