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TRIBUNA

<I>Las expectativas en los mercados</I>

Al comprar acciones de una compañía se apuesta por su crecimiento futuro, pero esto es algo que se tiende a olvidar.

Los mercados financieros viven de las expectativas de los participantes. Comprar con el rumor, vender con la noticia no es sólo una frase hecha, sino una verdadera realidad. Es una cuestión lógica: cuando se toma una posición en el mercado, se está especulando con su comportamiento futuro. Naturalmente, esta especulación descansa sobre una serie de supuestos que pueden o no cumplirse. Pero para complicar un poco más la situación, no son infrecuentes los casos en que a pesar de cumplirse los supuestos de partida el resultado final no se ajusta para nada a lo esperado. ¡Estos son los mercados financieros!

¿Por qué decimos lo anterior? Nuestra intención es clarificar la situación actual de los mercados y, más en concreto, de las Bolsas. Muchas veces se dice que la evolución de las Bolsas anticipa el crecimiento económico. Incluso se ha tratado de cuantificar este desfase temporal en tres trimestres. El problema surge cuando los datos económicos ofrecen informaciones ambiguas sobre la recuperación económica. Esto genera confusión en el mercado y, al final, frecuentes correcciones en las expectativas.

Desde principios de año el Dow Jones ha oscilado entre 9.500 y 11.500, si tomamos los cierres de día. Esta oscilación del 21 % no refleja más que el diferente cambio de expectativas que ha sufrido el mercado en los seis primeros meses. Incredulidad pero optimismo por una rápida recuperación durante enero, pasando a un fuerte pesimismo entre febrero y marzo, que desemboca en abril en un nuevo optimismo sobre el final de la desaceleración. Sin embargo, en junio hemos vuelto a ver un creciente pesimismo en el mercado, o simplemente una corrección del optimismo anterior.

No es necesario entrar a analizar estas expectativas, aunque sí se pueden enumerar los factores que han influido en ellas: recortes en los tipos y estabilidad o descenso en la inflación son positivas; inestabilidad internacional, tensión en el mercado del petróleo y profits warnings han sido negativas. Y entre medias, la acumulación de datos económicos que tan pronto avanzaban el inicio de la recuperación como nos introducían aún más en la desaceleración.

Pongámonos en el peor de los escenarios: una recesión económica. ¿Có-mo han reaccionado las Bolsas en este tipo de contextos en el pasado? Según un estudio de nuestros analistas en Estados Unidos, en estas situaciones los inversores se comportan más atrevidos de lo que se piensa. En las ocho recesiones sufridas por la economía estadounidense desde 1950, en cinco de ellas el S&P registró importantes revalorizaciones. Esto refleja algo muy sencillo: en estas situaciones de recesión, los inversores tienden a considerar que no se van a mantener en el futuro. Por tanto, compran una futura recuperación económica, recuperación de los resultados empresariales, olvidando los datos (negativos) reales. La subida media anual en los ocho periodos fue del 10,9%. La duración de estas recesiones no fue constante. Así, la más corta fue de seis meses en 1980, mientras que la más larga entre 1973-1975 fue de 16 meses. Para todo el periodo, la duración media de las ocho recesiones fue de un año.

En el fondo, el comportamiento de los inversores responde sencillamente al ciclo normal de crecimiento. El mejor momento de comprar en la Bolsa es cuando este crecimiento aún no se ha materializado: sólo se tienen expectativas positivas. Tradicionalmente los sectores que se han beneficiado de esta situación han sido tecnología, telecomunicaciones y farmacia, y en el pasado reciente, biotecnología, Internet.

Una vez que el crecimiento alcanza la madurez, es momento de rotar carteras en la Bolsa: sector financiero, alimentación.

La última parte del ciclo económico, el declive, lo mejor es permanecer fuera del mercado.

De cualquier forma, se pueden primar autos, eléctricas y retail. ¿En qué parte del ciclo nos encontramos ahora? Esta es la cuestión clave y la que está generando la inestabilidad en las Bolsas. Para algunos, los más optimistas, en el previo a la recuperación. Para el resto, en el declive. En función de la presión que hagan unos y otros, las Bolsas recuperan para volver más tarde a caer.

La rentabilidad en las Bolsas refleja, con o sin desfases, el crecimiento económico. Cuando se compra una compañía, se apuesta por su crecimiento futuro. Esto es algo que se tiende a olvidar, dada la elevada especulación en los últimos años en los mercados. Algunos operadores hablan del mercado como de una especie de casino, que se mueve de forma aleatoria. Para nosotros este sentimiento se deriva, sobre todo, de las dudas sobre el momento en que se producirá la recuperación.

Pero aunque más o menos especulativo, no es un casino. Se trata simplemente de ajustar las expectativas del mercado al momento económico concreto.

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