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La UE exige a España que acepte la armonización fiscal de la energía

El vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, reiteró ayer en Madrid que condiciona la armonización fiscal de la energía en Europa a la liberalización total de ese mercado. Pero en la capital comunitaria, su homólogo belga, Didier Reynders, aprovechaba el inminente relevo al frente de la presidencia de la UE para advertir a Rato que los 14 socios comunitarios no parecen dispuestos a retrasar más el proyecto para esperar al Gobierno de Aznar.

Bélgica, cuya presidencia semestral de la Unión comienza el próximo 1 de julio, recordó ayer, en declaraciones recogidas por la agencia Efe, que existe otro tipo de "posibilidades" para superar el veto español a la armonización fiscal de la energía, en clara alusión a un compromiso que no incluya a todos los Estados miembros.

El Gobierno de José María Aznar bloquea desde hace dos años la directiva para armonizar esa fiscalidad, aduciendo el impacto de la norma en la inflación y en el potencial de crecimiento de nuestro país.

Los estudios de la Comisión elaborados en el momento de presentar el proyecto (1997) minimizaron esa supuesta repercusión y 14 Estados miembros aceptaron en 1999, al final de la presidencia alemana de la UE, respaldar la armonización. Incluso Irlanda y Portugal, países como España en proceso de convergencia con la UE y por tanto con un consumo energético proporcionalmen-te mayor, aceptaron el consenso final.

Pero España bloqueó el acuerdo de una norma que, como todas las fiscales, exige la unanimidad. Este invierno, la presidencia sueca, que expira el 30 de junio, logró que Madrid se sentara de nuevo a la mesa de negociación. El señuelo al que acudió Rato fue una propuesta para consensuar los criterios de imposición sin necesidad de armonizar, de momento, los tipos impositivos.

Las tasas mínimas pactadas en 1992 para los carburantes seguirían congeladas, pero extendiendo el principio de un gravamen mínimo a electricidad, gas y combustible de calefacción, exentos en la directiva actual. El Gobierno aceptaba así el espíritu de la directiva, pero con un plazo sine die para elevar los tipos de imposición.

Bruselas y algunos Estados miembros (Alemania, sobre todo, y Francia) rechazan esta opción. El comisario de Mercado Interior, Frits Bolkestein, aboga por que la UE avance en la armonización sin esperar más al Gobierno español. El nuevo Tratado de la UE, todavía en proceso de ratificación, despeja el camino para aquellos países que decidan coordinar sus políticas sin esperar a los Estados reacios o reticentes a hacerlo.

El ministro de Finanzas belga, Didier Reynders, se alió ayer con esta tesis de la Comisión. Bélgica ha decidido, además, convertir la fiscalidad de la energía en una de las prioridades de su presidencia semestral de la UE, que arranca el próximo día 1 de julio. Durante la presentación de su programa de trabajo, el ministro belga se comprometió a compaginar, como exige España, la búsqueda de la armonización fiscal energética con los esfuerzos para liberalizar el mercado. Pero abrió la puerta para que los 14 pacten la armonización.

Rato rechazó ayer mismo en Madrid cualquier medida que suponga una subida lineal de la fiscalidad energética en España, una de las más bajas de la Unión. El vicepresidente cuestionó además el principio de "quien contamina, paga" que inspira la actual política medioambiental de la UE.

La inflación española (4,2% en mayo frente al 3,4% de media de la zona euro) también puede provocar fricciones entre Rato y su colega belga. Reynders, que preside el Eurogrupo desde el 1 de enero, se propone convertir los diferenciales de inflación en el tema estrella de la primera reunión de los ministros de Economía de la zona euro bajo presidencia belga, prevista para el 9 de julio.

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