<I>Deterioro</I>
Malas noticias en la economía española. Carlos Solchaga cree que cuando en un diagrama de barras, la base (PIB) se estrecha y la altura (inflación) se alarga, no se puede esperar nada bueno.
La situación por la que atraviesa la economía española se va deteriorando de manera gradual pero innegable. El crecimiento económico de la mano del que se registra en la Unión Europea se va desacelerando de manera significativa. La primera señal se ha registrado en la producción industrial (como en toda Europa continental descontando Alemania donde la recesión de la construcción -menos 13%- es todavía más acusada que la de la actividad industrial) y es prácticamente seguro que se trasladará a los servicios tanto productivos como de consumo de manera visible en los próximos meses a juzgar por indicadores como la recaudación del IVA, las ventas de energía eléctrica y otros.
Los datos de comercio exterior del mes de abril han supuesto un alivio sobre las perspectivas que arrojaban los resultados del primer trimestre del año. Las exportaciones crecen significativamente en ese mes (13,5% en pesetas corrientes) y las importaciones (índice del adelantado de la demanda interior) lo hacen en un 10,3% frente al preocupante 5,5% del mes de marzo. Sin embargo, no es previsible con los nuevos datos negativos de la evolución de las variables reales en los Estados Unidos y la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento de los países europeos que tal compensación del sector exterior se vaya a mantener mucho más tiempo.
Por otro lado, el de los precios y la marcha de la competitividad las noticias son francamente desesperanzadoras. El IPC ha alcanzado la cota del 4,2%, y la inflación subyacente, la del 3,5%. El argumento del vicepresidente segundo, Rodrigo Rato, de que, teniendo en cuenta la bajada de los tipos de interés hipotecarios y el deslizamiento salarial las rentas disponibles de los trabajadores no se están viendo afectadas por la desviación de la inflación es sencillamente erróneo, aunque en términos agregados pudiera ser verdad. El deslizamiento se produce siempre y el efecto de la bajada de los tipos de interés hipotecarios en el corto plazo sólo afecta a unos pocos de los que tienen préstamos de esta naturaleza. La presión sobre los salarios la ejerce aquella mayoría que no se ha visto beneficiada por ninguno de estos dos fenómenos. La moderación salarial, por su parte, requiere, para tener un respaldo claro de los sindicatos que la inflación sea baja (y a poder ser vaya descendiendo) y que la prudencia de sus posiciones se vea compensada por la creación de empleo y ninguna de estas dos cosas está ocurriendo ahora.
Cuando en el rectángulo que representa en un diagrama de barras el crecimiento del PIB la base -crecimiento real- se va estrechando y la altura -crecimiento de precios- se va alargando no se puede esperar nada bueno. Toda experiencia de desaceleración económica o recesión con repunte de la inflación suele ser peligrosa. Veremos qué pasa con ésta.