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FUTURO

<I>Reflexiones sobre el euro</I>

No hay que descartar factores psicológicos en la debilidad del euro. Antonio Morales está convencido de que en cuanto podamos "tocar" los billetes aumentará la confianza en la divisa europea.

El euro. Palabra conflictiva que nos lleva a muchas reflexiones, unas técnicas o simplemente macroeconómicas, otras políticas y otras sociales. Si nos centramos en las primeras, podemos considerar las repercusiones que tiene para la Europa comunitaria un euro débil, como el riesgo de continuar importando inflación, elevados precios del crudo -referenciado a dólares- y que pueden traducirse en una continuidad de la política monetaria restrictiva que sigue aplicando el Banco Central Europeo, sin recortar los tipos de interés con la intensidad deseada por algunos analistas, lo que tampoco ayuda a la recuperación económica de Europa, viéndonos arrastrados por la importante desaceleración de la economía americana. Otras consecuencias serían la disminución de la competitividad internacional, el desequilibrio de la balanza comercial, etc.

Las políticas, o cómo afecta a los diferentes Estados miembros una divisa fuerte o débil, y cuál es la posición de fortaleza que ocupa cada uno de los países dentro de la Unión. Por ejemplo, a Alemania podría interesarle un euro débil, ya que favorece claramente a sus exportaciones, mientras que a países como España, y salvo sectores concretos como el turismo (inflación subyacente), le sucede justamente lo contrario, ya que penaliza las importaciones.

Las actuaciones del Banco Central Europeo pueden influir sobre estas dos posturas y las incógnitas sobre la verdadera independencia del mismo están sobre la mesa.

No dejemos de lado los riesgos que puede traer la ampliación de la Unión Europea, a la que ya hemos visto los primeros "no", aunque no parece que éstos vayan a tener consecuencias. Además, las opiniones aquí son más variadas y contradictorias.

Asimismo no podemos olvidarnos de que puede haber un cierto factor psicológico que dé respuesta a los motivos de la extraordinaria debilidad de la divisa europea desde su puesta en marcha. Puede ser difícil creer en algo que todavía no existe, que no se puede tocar, ver, etc.

Y este último párrafo sirve de enlace con mi reflexión. Hace unos días, durante una reunión con distintos medios de comunicación, se facilitó una cifra en pesetas, alguien preguntó si se podía facilitar en euros, y curiosamente hubo que tirar de calculadora después de un animado debate sobre el nivel de ceros que tenía la cifra traducida a euros.

Insisto en que me hizo reflexionar, y tratar de llegar a algunas conclusiones. ¿Estamos haciendo lo posible por inculcar o transmitir al ciudadano de a pie, ya sea un individuo o un comercio, una pequeña empresa, etc., la proximidad de la desaparición de la peseta? ¿Son suficientes y acertadas las campañas de publicidad que se están realizando para solventar esta situación? ¿Cuánto trabajo va a costarnos acostumbrarnos a los céntimos?

Sí, sí, ya sabemos que a partir del verano estas campañas se intensificarán, pero tengo la impresión de que mientras no llevemos los euros en billetes y monedas en nuestro monedero nos va a costar mucho trabajo hacernos a la idea de lo que puede suponer ir a la frutería sin nuestras pesetas. Y también tengo la sensación de que cuando podamos tocar esos billetes, la confianza en la divisa única europea aumentará.

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