El presidente de Sonera, nueva víctima de la crisis en "telecos"
La crisis bursátil y financiera de las telefónicas empieza a cobrarse víctimas entre los máximos responsables de las estrategias de crecimiento. Seis semanas después de la dimisión del presidente de BT, ayer le tocó el turno al de Sonera, Kaj-Erik Relander, quien esgrimió razones personales para abandonar una compañía que ha perdido un 90% de su valor en Bolsa y que ha fallado en todos sus intentos de fusión. La dimisión se produce justo cuando crecen las especulaciones de que el próximo intento de unión será con Telia.
Los efectos de una tormenta financiera y bursátil que ya dura más de un año han empezado a dejar huella en el organigrama y estructura de las operadoras de telecomunicaciones que la están padeciendo. La carrera de las telefónicas europeas por ganar tamaño y comprar licencias de telefonía móvil de tercera generación ha dejado a las compañías con un nivel asfixiante de deuda justo en el momento en que el mercado les ha dado la espalda y las posibilidades de financiación se han reducido drásticamente. Y el castigo bursátil ha ido en consonancia, con caídas desde máximos que llegan al 90%.
Con este escenario, los directivos de las principales operadoras europeas están en el punto de mira de los accionistas, que piden responsabilidades a la gestión. El presidente de BT, Iain Vallance, fue el primero en caer, hace mes y medio.
Ayer, el protagonista fue Kaj-Erik Relander, quien abandonó el puesto de consejero delegado de Sonera sólo seis meses después de asumirlo. Relander ha estado fuertemente cuestionado en este tiempo, pero su salida, que se consumará el 1 de agosto, cogió por sorpresa al mercado.
Relander ha argumentado motivos personales para su dimisión. Sin embargo, en su contra pesaba una caída del valor del 90% desde sus máximos de marzo del año pasado, fruto de la desconfianza de los accionistas por la elevada deuda que asumió la compañía con la compra de licencias de UMTS y su opaca estrategia para remediarlo.
Además, Sonera y su due-ño, el Gobierno, llevan desde el verano aireando su intención de fusionarse con cualquier competidor, aun a riesgo de perder la independencia. Telefónica Móviles ha sido una de las candidatas, pero nada se ha concretado, a pesar de que la alianza que tienen entre ambas en varios países europeos convertiría a la compañía española en la principal perjudicada si Sonera cae en manos de otros.
Tras varias negociaciones fallidas con otras operadoras, las especulaciones se centran ahora en un proyecto de fusión entre Sonera y el ex monopolio sueco Telia. El encargado de llevar a buen puerto esta operación todavía no ha sido nombrado y procederá de fuera de la compañía.
Relander y Vallance han sido los primeros en caer, pero en el punto de mira hay muchos otros. El presidente de Deutsche Telekom es uno de ellos, y las duras críticas que recibió en la junta general por parte de importantes fondos de inversión han intensificado la presión. Menos agresivas, pero también presentes, son las críticas contra Michel Bon, máximo ejecutivo de France Télécom.
En su peor momento se encuentra, asimismo, la cúpula directiva de KPN. La novia frustrada de Telefónica ha perdido un 90% desde máximos y su deuda supera en 2,7 veces su capitalización. Igual que BT, la holandesa está en pleno proceso de venta de activos, y ayer dio muestras de ello. Valentia, un grupo de inversores liderados por Tony O'Reilly, anunció la compra de la irlandesa Eircom por 482.519 millones de pesetas, y dos de sus principales accionistas (KPN y Telia, con el 35% entre las dos) aceptaron de inmediato.