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El BCE mantiene los tipos en el 4,5% porque "ayudan a controlar el IPC"

Tal y como esperaba la mayoría de los analistas, el Banco Central Europeo (BCE) optó ayer por mantener invariable, en el 4,5%, su tipo director de interés. El presidente de la autoridad monetaria, Wim Duisenberg, recalcó que éste es el nivel "apropiado" para garantizar a medio plazo la estabilidad de precios. Asimismo aseguró el "fuerte interés del BCE en un euro fuerte".

En vista de una inflación que tan sólo a partir de junio -por efectos estadísticos- debería volver a ceder, el consejo de gobierno del BCE renunció ayer a sorprender una vez más a los mercados, como sucedió en la última bajada de tipos, del 4,75 al 4,5%, el 10 de mayo pasado. En un fiel reflejo de esta postura, Duisenberg fue muy cuidadoso ayer en sus declaraciones en la mensual rueda de prensa.

Así, constató una vez más que las presiones sobre los precios deducibles del llamado primer pilar -el de la masa monetaria- han cedido notablemente en los últimos meses, sobre todo si se tiene en cuenta la distorsión que producen los instrumentos negociables en el mercado de divisas que poseen residentes por fuera de la zona euro.

Desde el segundo pilar de la política monetaria, el de los indicadores macroeconómicos, sin embargo, el incremento de la inflación "a corto plazo" sigue presionando al BCE. Factores como la disparada subida de los precios del petróleo o la depreciación del euro del año pasado"también en mayo" tendrán un efecto alcista sobre los precios. Ya en abril, el IPC armonizado en la zona euro se había disparado al 2,9%. A "medio plazo", no obstante, esta inflación deberá ceder por debajo del 2% en 2002, según volvió a asegurar ayer Duisenberg.

Uno de los imprevisibles, sin embargo, es qué es lo que sucederá con la moneda única, que continúa de capa caída frente al dólar. En un comentario que deja abierta la posibilidad de una intervención en los mercados, Duisenberg recalcó como auto de fe el interés de la autoridad monetaria en un "euro fuerte". En la sesión de preguntas y respuestas, agregó que la actual debilidad es "pasajera" y aseguró que no hay ningún motivo para temer una "huida hacia el dólar" en vísperas de la puesta en circulación de la moneda única.

Ni la decisión sobre el nivel de tipos, ni los comentarios sobre la moneda única surtieron ayer mayor efecto en los mercados de divisas, donde el euro al final de la jornada se cotizaba en torno a los 0,8466 por dólar, un nivel similar al del miércoles.

El BCE la próxima semana publicará sus semestrales estimaciones de crecimiento, y Duisenberg adelantó ayer que éstas difícilmente superarán el 2,5% para la zona euro en 2001, bastante menos que el "extraordinariamente fuerte" 3,4% del 2000. Desde la perspectiva de la autoridad monetaria, esta desaceleración, sin embargo, tiene el efecto positivo de "moderar las presiones alcistas sobre los precios al consumo".

La desaceleración económica, en todo caso, no debe inducir a que se aflojen los cinturones en materia de política fiscal (como se escucha con cada vez mayor frecuencia entre los ministros de Finanzas de varios países europeos). A manera de aviso para navegantes, Duisenberg insistió ayer que "no se puede posponer el camino hacia el objetivo de lograr a medio plazo Presupuestos equilibrados".

Incertidumbre

Varios analistas consultados por Reuters recalcaron ayer que la decisión del BCE y las declaraciones de Duisenberg encajaban con lo esperado. "No he escuchado nada nuevo", afirmó Volker Nitsch, del Bankgesellschaft Berlin (la misma entidad financiera que, con sus inversiones fallidas, en estos días ha hundido las finanzas de la capital alemana). Nitsch cree posible que el BCE opte por una nueva bajada de tipos en julio.

Michael Schubert, del Commerzbank en Francfort, y Steven Pearson, de Halifax en Londres, en cambio, recalcaron que el BCE ayer mantuvo todas las puertas abiertas para poder reaccionar a tiempo, ya sea a una ulterior desaceleración del crecimiento o a un repunte de la inflación.

 

Alemania no cumplirá el objetivo de paro

Aunque el canciller federal, Gerhard Schröder, sigue manteniendo contra viento y marea su promesa electoral de reducir, como media en 2002, hasta los 3,5 millones de personas el número de parados en Alemania, esta meta parece cada vez más difícil de alcanzar. En mayo, el desempleo, ajustado en términos estacionales, volvió a aumentar en 18.000 personas, para una tasa del 9,3%. Sin ajustar, el número de desempleados cayó en 147.100 personas hasta las 3,72 millones, bastante menos que los casi 200.000 parados que el año pasado encontraron trabajo este mismo mes. La tasa de paro de mayo, sin embargo, ha caído hasta el 9%, después del 9,5% de abril.

La desaceleración coyuntural y las consiguientes dificultades en la lucha contra el paro en lo que va de año han conducido ayer a que la misma Oficina Federal de Empleo revisara a la baja su estimación del número medio de parados para este año, que ya no serán de 3,60 a 3,65 millones, sino 3,7 millones de personas. "Considero que todavía es posible alcanzar nuestra meta de 3,5 millones de desempleados en 2002", afirmó, por contra, el canciller socialdemócrata, durante un encuentro con la prensa extranjera ayer en Berlín. Cuando la coalición rojiverde asumió el poder, en 1998, la media anual de parados fue de 4,3 millones de personas.

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