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TRIBUNA

<I>La Conferencia Europea de Estadística</I>

Sin duda, noticias de mayor importancia han impedido que trascendiera la conferencia que los directores generales de Estadística de todos los países miembros de la Unión Europea, los del Espacio Económico Europeo y de los países candidatos, han celebrado en Madrid del 30 de mayo al 1 de junio.

El único apunte informativo que surgió de la rueda de prensa que se ofreció en la conferencia giró en torno a la posibilidad de eliminar el tabaco en los índices de precios de consumo, lo que el director de la Oficina Estadística Europea, el señor Franchet, descartó argumentando que el índice "debe medir el consumo de los ciudadanos, no la decisión política del día".

Durante la semana pasada se han llenado decenas de páginas tanto sobre los modelos de financiación propuestos por Alemania y Francia como sobre las posibles repercusiones negativas que va a tener para España la ampliación de la UE. Pero, paradójicamente, no se ha prestado atención a la presencia en nuestro país de los máximos responsables de medir, además de ese PIB por habitante, todo el resto de variables que se manejan en el reparto de fondos e incluso las que son susceptibles de considerarse en el futuro.

La importancia de esta reunión, que precisamente llevaba por título monográfico Planificación estratégica en el contexto de la ampliación, fue puesta de relieve por el secretario de Estado de Economía en el mismo acto de apertura. La importancia de la información para que Gobiernos y agentes económicos y sociales puedan adoptar decisiones racionales; la necesidad de que esa información se produzca con rigor, oportunidad y criterios científicos; el esfuerzo que es preciso realizar por parte de las oficinas centrales de estadística para que las informaciones sean estrictamente comparables, lo que exige homogeneizar conceptos de realidades muy diversas y generar simultáneamente cada vez mayor volumen de información, fueron algunos de los aspectos destacados por el señor Folgado, sobre los que más tarde incidiría el comisario europeo señor Solbes, quien resaltó la importancia que tiene la información estadística para la toma de decisiones de la Comisión Europea.

De las cuestiones más curiosas que han surgido en la reunión de directores cabría señalar la doble reflexión de algunos antiguos países socialistas que, por un lado, quisieron matizar el propio título de la conferencia librando el término "planificación" de las connotaciones autoritarias a que venían estando acostumbrados y que, por otro lado, destacaron cómo en sus países la estadística, lejos del carácter meramente instrumental que algunos le asignan, está generando un proceso dinamizador del propio cambio democrático por cuanto se ha pasado de ese único cliente poco apetente de datos que era el Estado a una inagotable solicitud de información por parte de múltiples demandantes y sobre todos los aspectos de la vida económica y social.

Esta idea de la información como impulsora del cambio es digna de consideración. Posiblemente, si se llegaran a divulgar con mayor profundidad y elocuencia los resultados de las investigaciones estadísticas, esa función de impulso llegaría a ser una realidad porque los ciudadanos estarían en disposición de enjuiciar las situaciones en que se encuentran los diferentes campos de preocupación y el grado de eficacia de la gestión pública para hacer variar esas situaciones en el sentido deseado por la mayoría.

La escasa atención que ha merecido la recién terminada conferencia es una muestra de que se está lejos de ese sueño de los profesionales de la estadística.

Otros detalles tampoco inducen al optimismo, como por ejemplo que se echen las culpas al mal denominado efecto estadístico de la posible pérdida de fondos estructurales que van a sufrir algunas de nuestras comunidades autónomas.

La media del producto interior bruto por habitante, que va a disminuir por la incorporación de nuevos países poco desarrollados, es una medida neutral incapaz de generar por sí misma un efecto que, en cualquier caso, estará causado por criterios políticos de reparto, como será mantener el de que no se alcance ese 75% del PIB medio por habitante para tener derecho a percibir fondos europeos.

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