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COMUNIDAD VALENCIANA

La gestión de Feria Valencia crispa a los empresarios

Diciembre de 1999. El presidente de Feria Valencia, Antonio Baixauli, deja el cargo después de un largo enfrentamiento con parte de la clase empresarial valenciana y con la Generalitat Valenciana, que había bloqueado el proyecto de ampliación y modernización de las instalaciones de la institución. Su relevo lo toma Alberto Catalá, un empresario textil que cuenta con el beneplácito de Eduardo Zaplana.

Lo que en un principio devolvería las aguas a su cauce ha desembocado en un nuevo malestar que se ha instalado entre los empresarios que forman parte de los comités de Feria Valencia, así como en los trabajadores de la institución. Las críticas apuntan a un nombre, Belén Juste, la directora general nombrada por Catalá.

La política de Juste es abiertamente criticada y descalificada por numerosos empresarios vinculados a la institución, aunque siempre en círculos privados.

Se le acusa de actuar de espaldas a los comités organizadores de los certámenes -se teme incluso que las patronales de varios sectores (papelería, pintura o franquicia, por ejemplo) puedan ser tentadas por otros recintos feriales para trasladar los certámenes- e incluso del propio comité ejecutivo de Feria Valencia. También, de desconocer el mundo ferial, de ha-ber desmembrado el equipo comercial de la institución para contratar uno completamente nuevo, sin experiencia, pero vinculado personalmente a la propia directora, y hasta de preocuparse más por la estética que por el contenido de la institución.

En resumen, de haber elegido una línea de actuación personalista, con fuertes incrementos en el gasto corriente y de personal, lo que se traducirá en una reducción de los beneficios de la feria, necesitada de fondos para acometer la reforma multimillonaria que está actualmente en marcha, tampoco exenta de polémica.

El jefe del gabinete del presidente de Feria Valencia, Enrique Calomarde, reconoce que en los últimos meses se han incorporado hasta 46 personas nuevas a la institución. Muchos de estos fichajes ocupan ahora cargos de alta responsabilidad en la institución, a pesar de que cuentan con escasa o ninguna experiencia en el sector ferial.

Así, se han producido relevos en las direcciones de varios certámenes. Es el caso de los dos más significativos, la Feria del Mueble y Cevisama. Además, también se han producido relevos en cargos clave: los jefes de ventas de nacional y de internacional, así como el responsable de compras para las obras que se están realizando en el recinto. En ningún caso, el currículo de los nombrados responde a la responsabilidad que han adquirido, según fuentes próximas al comité ejecutivo. Estos aumentos de personal suponen casi un 20% del total de la plantilla de la feria (225 trabajadores antes de la llegada de los nuevos gestores), un incremento que se reflejará en la cuenta de resultados. Con todo, Calomarde, asegura que este aumento de la plantilla obedece al aumento de la actividad ferial "y en ningún caso supondrá una rebaja de beneficios, sino todo lo contrario".

Si la situación en el capítulo de los recursos humanos preocupa a los empresarios -que han visto sustituidas a personas de su confianza por absolutos desconocidos-, mayor preocupación, si cabe, produce la evolución de las obras de modernización de los pabellones de la feria.

En este momento, buena parte del recinto ha sido derribado para construir nuevos pabellones. Fuentes conocedoras del estado de las obras aseguran que están muy atrasadas, con dificultades de ingeniería por la aparición de problemas en el te-rreno, lo que podría provocar un retraso en su finalización y un aumento en el precio final, posibilidades que niega el jefe de gabinete del presidente de Feria Valencia.

Hasta los intentos de agasajar a los empresarios vinculados a la institución le han salido mal a Juste. Recientemente organizó una presentación de la nueva tarjeta VIP de Feria Valencia, cuyo coste ascendió a 12 millones de pesetas.

Las prestaciones que la dirección de la institución pretendía dar a dicha acreditación eran tan exageradas -500 personas podrían optar a despacho e incluso coche oficial- que de momento se ha abandonado y se usa únicamente como acceso libre al recinto, algo que ya se hacía con la anterior tarjeta oro.

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