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El euro prosigue su caída lenta y cotiza ya al mínimo anual

La divisa europea prosiguió ayer su lento desplome, acelerado en la segunda quincena de mayo, y se acerca ya a los niveles en los que en el mes de septiembre se produjeron intervenciones sucesivas de los bancos centrales para recuperar su precio contra el dólar. Ayer se cambió a 0,846 dólares, entre intensos rumores de intervención, por los datos de debilidad de la actividad en los países centrales de Europa.

El euro vivió ayer otra jornada negra al caer hasta los 84 centavos de dólar y alcanzar el valor más bajo desde el pasado noviembre ante la pasividad del Banco Central Europeo (BCE), que se abstuvo de intervenir en los mercados.

En el mercado de divisas de Francfort, la moneda única se cambió a 0,8463 dólares, frente a los 0,8568 de esta mañana, mientras el Banco Central Europeo (BCE) fijó su cambio en los 0,8480 dólares. En la jornada cayó un 1,22% y casi un 5% desde primeros de mayo. Con este precio del euro, el dólar valía 196 pesetas. También flaqueó frente al yen, con el que alcanzó el cambio más bajo desde marzo del año pasado, 100,14 yenes por unidad.

Fuentes del mercado atribuyeron esta acusada debilidad del euro a los datos macroeconómicos negativos que llegaron de países importantes de la zona euro, como Francia y Alemania, y de nada sirvieron los apoyos verbales al euro del presidente del BCE, Wim Duisenberg, y de su vicepresidente, Christian Noyer.

Las banqueros centrales de la zona euro restaron importancia a las recientes caídas del euro, en comentarios que empujaron a la moneda aún más abajo, hasta niveles inferiores a 0,85 dólares.

El presidente del BCE, Wim Duisenberg, en declaraciones durante una conferencia organizada por el banco nacional austriaco, dijo que el tipo de cambio actual del euro no es un problema para el objetivo del BCE de mantener la estabilidad en los precios de la zona euro. Cuando se le pidió que comentase los recientes traspiés del euro, Duisenberg dijo: "[El tipo de cambio] sólo se convierte en algo importante si ya no apoya más nuestro objetivo de inflación de una forma seria, y ése no es el caso". El presidente de la autoridad monetaria europea rehusó contestar una pregunta sobre la posibilidad de una intervención de divisas para apoyar al euro.

La posición de Duisenberg se vio reflejada en las palabras del gobernador del Ban-co de Portugal y miembro del consejo del BCE, Vitor Constancio, quien dijo que el BCE mantendría controlada la inflación a pesar del reciente ataque de debilidad del euro.

En septiembre pasado, los principales bancos centrales del mundo intervinieron de forma conjunta para comprar la moneda única en los mercados de divisas, tras lo cual el BCE añadió nuevas compras en noviembre. El euro ha alcanzado ahora niveles próximos a los que tenía cuando ocurrió esta intervención.

El vicepresidente del BCE, Christian Noyer, dijo que "no creo que nadie dude que el euro tiene capacidad para apreciarse en su valor contra el dólar", declaró Noyer según una cita recogida por un portavoz del BCE.

Wim Duisenberg repitió que la posición del banco en política monetaria era la adecuada para las circunstancias, y Noyer afirmó que no había razón para esperar que se cambiasen los tipos de interés a corto plazo.

 

Un billón por las monedas no cambiadas

Los Gobiernos de los doce países de la unión monetaria, responsables de la distribución de los euros, ganarán unos 6.000 millones de euros (un billón de pesetas) sólo con las monedas de las divisas nacionales que los ciudadanos no cambiarán a euros para conservarlas como recuerdo.

Así se desprende de un estudio de los profesores Arnd Huchzermeier, de la Universidad alemana de Coblenza, y Ludo van der Heyden, de la escuela francesa de negocios Insead.

Según ambos economistas, los ciudadanos europeos conservarán en torno a un 1% de las actuales monedas en circulación, bien para tener un recuerdo de su antiguo dinero nacional o por el escaso valor de algunas piezas fraccionarias.

El Estado se ahorrará por esta vía el desembolso de su contravalor en euros.

En el caso de los billetes, los beneficios de la "nostalgia" de los ciudadanos serán menores, ya que, como su valor facial es mayor, pocos conservarán billetes de recuerdo.

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