Empresas familiares con vocación multinacional
Las gambas que pescan los barcos de Mariscos Rodríguez no tienen nada que ver con los uniformes que fabrica el grupo Iturri. Pero las empresas sí que tienen mucho en común. Las dos han crecido sin parar, dentro y fuera de España, han diversificado su actividad y, lo más importante, siguen sustentadas por familiares de sus fundadores, a pesar de que sus actividades se remontan medio siglo atrás.
Las dos compañías -una, Mariscos Rodríguez, de Huelva, y la otra, Iturri, de Sevilla- recibieron ayer, ex aequo, el premio andaluz Familia-Empresa que concede cada año el Instituto San Telmo, de Sevilla, una escuela de negocios con especial dedicación a este tipo de sociedades.
Según el jurado, compuesto, entre otros, por el presidente de la Junta andaluza, Manuel Chaves, el de Unicaja, Braulio Medel, y el de la patronal regional, Rafael Álvarez Colunga, las dos familias "son ejemplos de sagas familiares que han manifestado su voluntad de mantenerse como empresas familiares mediante inversiones, diversificación de sus productos y servicios, profesionalización de sus directivos y la internacionalización de su actividad".
El jurado destaca "la supervivencia cada vez más difícil de las empresas familiares ante la entrada de multinacionales". Y el caso es que las empresas premiadas parecen haber encontrado la mejor vía para luchar contra esas multinacionales, convertirse en una de ellas.
Mariscos Rodríguez, por ejemplo, empezó en los años cincuenta transportando viajeros y materiales desde Palos de la Frontera a Huelva y pescando chirlas en las aguas más próximas. Hoy día sus barcos capturan sus mariscos en aguas de Angola, la empresa tiene constituidas sociedades mixtas en ese país y en Marruecos, e importa pescado de América y Asia, con una facturación total de 32.217 millones de pesetas el año pasado (193,6 millones de euros).
Por su parte, Iturri, dedicada al suministro de vestuarios y equipamiento laboral a múltiples sectores, dio sus primeros pasos en 1947 con la comercialización local de cables y efectos navales. Ahora cuenta con delegaciones en Portugal, Francia, Reino Unido y Alemania, tiene un centro productivo en Marruecos -además de otros seis en España- y a su alianza con la empresa alemana Bardusch sumó el año pasado la compra de otra sociedad germana, Felten & Homn. La empresa ingresó 14.500 millones de pesetas (87,2 millones de euros) en 2000.
Pero la supervivencia de las empresas familiares no sólo se ve afectada por la competencia. Muchas pierden su carácter tras la desaparición de sus fundadores. Según el Instituto San Telmo, sólo un 34% de las empresas familiares continúa su actividad con la segunda generación de propietarios. Y de éstas, apenas el 30% llega a la tercera generación.
Relevo generacional
En el caso de Iturri, tras el fallecimiento de su fundador, Juan Iturri Landajo, vizcaíno afincado en Sevilla, se puso al frente de la empresa su hijo Juan José Iturri Gisbert. Sin embargo, a la muerte de éste, en 1995, la familia abandonó la gestión -aunque no la propiedad- hasta la incorporación de los dos hijos, Juan Francisco y Javier Iturri, tres años más tarde, cuando completaron su formación. En este caso, la entrada de directivos externos a la familia fue fundamental para que no se quebrara la evolución de la sociedad.
En Mariscos Rodríguez, sin embargo, el problema fue otro. La empresa fue creada por seis hermanos de la familia Rodríguez Camacho y dos primos hermanos.
"El logro mas importante es haber sabido mantener unidas a las seis ramas familiares hasta el día de hoy", destacan los organizadores del premio del Instituto San Telmo, ya que la sociedad nació con los problemas típicos de crecimiento que puede encontrar una empresa familiar de tercera generación.