Un competidor agresivo y un jefe inflexible
Con 50 años, este ingeniero industrial ha dejado su impronta, que unos califican de "agresiva" y otros de "férrea", en dos empresas significativas, ITP y Airtel. Ahora llega a una Iberdrola en busca de nueva identidad.
Airtel inició su servicio comercial el día 3 de octubre de 1995, después de nueve meses intensos en los que la recién nacida operadora de telefonía móvil había logrado un espectacular despliegue de su red, pero que, por lógica, sólo daba cobertura a las principales ciudades de España.
Por contra, Telefónica Móviles, en aquella época, tenía su infraestructura de telefonía celular analógica (que explota con la marca MoviLine) desplegada durante dos décadas por todo el país y llevaba notable ventaja a su nuevo competidor en el despliegue de su red digital en GSM (MoviStar).
En aquella jornada inaugural para Airtel comparecieron ante los medios de comunicación su presidente, Eduardo Serra, y el consejero delegado. Ignacio Sánchez Galán (él prefiere eliminar el Sánchez) era entonces un ejecutivo menos conocido, aunque sus anteriores contendientes y subordinados en la compañía Industria de Turbo Propulsores (participada de Rolls Royce y que se dedica a la fabricación y mantenimiento de motores de aviones) tal vez no habrán podido olvidarle.
Preguntado sobre las posibilidades que Airtel tendría de restar terreno a Telefónica, teniendo en cuenta su ventaja tanto en clientes como en cobertura, Galán no se mordió la lengua. "Telefónica", aseguró, " nos gana en cobertura, pero sólo en las áreas rurales, y hasta la fecha, que yo sepa, las encinas no utilizan móvil".
El desparpajo, la agresividad de la que ha hecho gala desde entonces el consejero delegado de Airtel ha sido una de las señas de identidad que han terminado por marcar la impronta de la compañía y también el carácter de la competencia a muerte que, en los tres primeros años, protagonizaron Telefónica Móviles y Airtel.
Ignacio Sánchez Galán fue también corresponsable (junto a Julián Barranechea, jefe de marketing de Telefónica Móviles) de la locura que se instaló en la competencia por cada cliente de telefonía celular en la campaña de Navidades de 1995 y Año Nuevo de 1996. Fue la época en la que por comprar una barra de pan regalaban un terminal lo que disparó las cifras de usuarios del servicio en España, pero también los gastos de adquisición de cada nuevo abonado.
Más tarde, Galán también tuvo importante protagonismo en el proceso de enfriamiento de la competencia. Esta etapa, menos atractiva, fue retratada el año pasado por el presidente de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, José María Vázquez Quintana, quien denunció una situación de "paz de precios" entre los operadores de telefonía móvil.
Todo el glamour del Airtel agresivo y competidor de los primeros años, comenzó a resentirse cuando la compañía dejó de mirar al mercado y tuvo que centrarse en la larga y cruenta guerra fratricida que se libró en la junta de accionistas y en el consejo de administración de la empresa.
Ignacio Sánchez Galán se vanagloriaba hasta hace pocos días de haber ayudado a resolver aquella procelosa encrucijada ayudando a ganar posiciones a quien finalmente estaba destinado a resultar vencedor, Vodafone.
Es en esta etapa de intrigas y pugnas de accionistas cuando el consejero delegado muestra el otro rasgo distintivo de su carácter. La dureza de su gestión frente a sus subordinados. Galán ha justificado el férreo control que ha ejercido en la estructura de Airtel con el argumento de que, ante la imagen de desunión que ofrecían los accionistas, la línea ejecutiva era el único referente de continuidad en la compañía.
Ignacio Sánchez Galán deja ahora Airtel para desembarcar en Iberdrola. Durante todos estos años ha tenido ofertas sustanciosas para encabezar las más importantes aventuras que se han lanzado en el mundo de las telecomunicaciones españolas. Tal vez hasta el último momento soñó con brillar con luz propia en la cúpula de estrellas que deben gobernar el imperio mundial que construye Vodafone.