El PSOE diseña un nuevo IRPF con tipo único y sin deducciones
PSOE está estudiando una propuesta alternativa a la reforma del IRPF anunciada por el Gobierno para el próximo año. La propuesta socialista pasa por la definición de una "renta básica de ciudadanía" que sirva como ingreso mínimo no trabable en el impuesto. El nuevo IRPF tendría sólo un tipo único de gravamen para el resto de las rentas y conllevaría la eliminación de las deducciones actuales.
La "renta básica de ciudadanía", propuesta por el PSOE para la nueva reforma del IRPF estaría destinada a garantizar unos ingresos mínimos con carácter universal. Tiene cierta similitud con el llamado "mínimo vital y personal" exento, aplicable en el IRPF actual, con la diferencia, según el portavoz de economía del partido, Jordi Sevilla, de que se aplicaría a la cuota del impuesto, y no a la base imponible, tal y como viene establecido en la reforma actualmente en vigor, presentada por Rodrigo Rato en 1999.
El cómputo de esta renta básica debería tener presente también el conjunto de ayudas recibidas por el contribuyente en materia de transferencias, con el ánimo de conectar el sistema fiscal con la política social del Ejecutivo. El cálculo de la renta básica de ciudadanía haría innecesario el sistema actual de deducciones en la cuota, por lo que se suprimirían la mayor parte de éstas. Entre ellas destaca la deducción por vivienda, por la que cada contribuyente puede restar, con carácter general, de la base imponible hasta 225.000 pesetas (un 15% de la aportación fiscal máxima permitida, situada en 1,5 millones, por adquisición de vivienda habitual).
El PSOE propone también la simplificación de la tarifa hasta un único tipo de gravamen, que "debería estar próximo al tipo del impuesto de sociedades" para no provocar incentivos a la elusión fiscal. El tipo general actual de este impuesto es del 35%, aunque el efectivo aplicado a muchas empresas, una vez computadas las correspondientes deducciones, ronda el 25%.
No obstante, el PSOE advierte que aún no tiene perfilada la propuesta, "que podría obligar a establecer dos tramos en vez de uno" para garantizar la suficiencia financiera del impuesto, es decir, que la rebaja fiscal implícita en ella fuera compatible con la financiación de las políticas de gasto, especialmente el gasto social y las inversiones en tecnología e infraestructuras.
Sevilla resalta que la aplicación de un tipo único a impuestos directos, defendida especialmente por gran par-te de teóricos económicos liberales, no es ajeno tampoco a la tradición social-demócrata.
"En este punto no se encuentra la diferencia entre la izquierda y la derecha", añade, asegurando que la progresividad del impuesto depende más de "cómo y dónde" se establezca el mínimo exento, y en la supresión de "deducciones regresivas" que benefician más a quienes más ingresos tienen. El PSOE asegura que su propuesta, en la que trabajan ya un grupo de expertos, entre ellos algunos de reformas anteriores, estará ultimada en los próximos meses con el objeto de que sea comparada con la reforma anunciada por el Gobierno para el próximo año.
Por otra parte, Jordi Sevilla considera esencial una reforma urgente en la Administración para mejorar la eficiencia del gasto. "La ciudadanía aboga por una Administración moderna, que no le pida papeles que ya tiene, y que le ayude a solucionar sus problemas en vez de perderse en burocracia y arbitrismos", señala.
Un impuesto sometido a la evolución del ciclo económico
Tanto la reforma del IRPF propuesta ahora por el PSOE como la prevista por el Gobierno para la segunda parte de la legislatura prevén un importante coste recaudatorio para la Hacienda, que aún no se ha delimitado. El actual impuesto sobre la renta, vigente desde hace sólo dos años, supuso un coste cercano a los 800.000 millones de pesetas. No obstante, los efectos recaudatorios indirectos de la reforma sobre otros impuestos, derivados de la mayor renta disponible de los consumidores y, sobre todo, la propia evolución del ciclo económico, en fase alcista, han hecho posible que los ingresos obtenidos por el impuesto no se resientan, habiendo alcanzado los 5,3 billones de pesetas en el pasado ejercicio. Está por demostrar si el actual impuesto, e incluso las nuevas reformas previstas, se comportarán de igual forma en un escenario macroeconómico menos optimista como el que se prevé.
Mucho más si se tiene en cuenta que el Ejecutivo tiene comprometido más de la mitad del gasto presupuestado en políticas sociales y de inversión.