Veterpack y 1.000 granjas echan los restos
Primero fue la peste porcina clásica, luego la crisis de las dioxinas que afectó a las granjas avícolas, hace un año la encefalopatía espongiforme bovina y últimamente la fiebre aftosa. Como si se tratase de plagas bíblicas, la ganadería intensiva europea está encadenando problemas sanitarios en los animales que hacen mermar la confianza de los consumidores y, consecuentemente, la ventas.
En ese contexto ha nacido la firma leridana Veterpack, con sede en Alcarràs. Convencidos de que el ganadero es el primer interesado en ofrecer calidad y transmitir garantías al consumidor, varios inversores de Lleida han creado una empresa especializada en la retirada de las granjas de todos aquellos residuos veterinarios y zoosanitarios que se utilizan en los tratamientos del ganado, ya sean antibióticos, inyectables o vacunas. El servicio, que entró en funcionamiento el pasado agosto, fue pionero en España, según la empresa, y actualmente ya tiene competidores.
Según el gerente de Veterpack, Amadeu Roig, "conocíamos las dificultades que tiene el granjero para deshacerse de ese tipo de residuos y nacimos con la vocación de darles una solución a una necesidad real y social que en otros sectores, como el hospitalario, ya se realiza desde hace muchos años".
Veterpack ha invertido unos 30 millones de pesetas (180.300 euros) en la puesta en marcha de un negocio que cuenta con una plantilla de cuatro trabajadores y una flota de tres vehículos. En tan sólo 10 meses de funcionamiento, la empresa atiende a un millar de clientes, de los que 600 se sitúan en Cataluña y los 400 restantes en Aragón.
Riesgos para la salud
Su actividad consiste en repartir contenedores homologados con una capacidad de 60 litros en cada una de las granjas que han suscrito un contrato. Por 6.500 pesetas (39 euros), Veterpack se encarga de suministrar el contenedor, de recogerlo, de gestionar su incineración y facilitar la documentación necesaria al granjero para posteriores inspecciones por parte de las autoridades sanitarias. A modo de ejemplo, una granja con 1.000 cerdos necesita cuatro contenedores al año, mientras que una con 300 terneros requiere dos.
"Ofrecemos un servicio legal, cómodo y muy asequible en cuanto a costes económicos para que el ganadero haga bien las cosas, a la vez que apostamos por el respeto al medio ambiente", asegura Amadeu Roig. La iniciativa de Veterpack evita que las explotaciones animales entierren o quemen en sus fincas los residuos veterinarios o éstos sean depositados en contenedores de uso público con el consiguiente riesgo sanitario para la población. En Cataluña, la normativa vigente sobre gestión de este tipo de residuos se aplica a través de la Ley 3/98 sobre Intervención Integral de la Administración Ambiental que prevé sanciones de hasta 200 millones de pesetas (1,2 millones de euros) por su eliminación incontrolada.
Tras la retirada de los contenedores, establecida cada seis meses como máximo, Veterpack los almacena. En el caso de las granjas catalanas, traslada los residuos a la planta incineradora que la empresa Gestión de Residuos Especiales de Cataluña (Grecat), tutelada por la Generalitat, tiene en Constantí (Tarragona). Los residuos derivados de las granjas clientes de Aragón se exportan a Francia, Holanda y Alemania, dado que la comunidad aragonesa no dispone de plantas incineradoras adecuadas.
Las previsiones de Veterpack para este año son facturar entre 25 y 30 millones de pesetas. Roig confía en que "se incremente el grado de concienciación del granjero para garantizar la seguridad total que requieren la producción y el consumidor".