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ÍNDICE CINCO DÍAS DE LA NUEVA ECONOMÍA

Los fundadores de Lernout & Hauspie acaban en la cárcel

Era el orgullo de la tecnología belga. Las principales multinacionales de la informática (como Microsoft o Intel) habían apostado por esta empresa, que desarrollaba programas de reconocimiento de voz, y sus fundadores recibían halagos y condecoraciones del Gobierno de su país. Pero desde el pasado viernes Jo Lernout y Pol Hauspie están en la cárcel por haber cometido un fraude a gran escala.

La fiscalía Belga acusa a los padres de Lernout & Hauspie (L&H) de falsificar las cuentas de la empresa y de manipular el precio de las acciones. Según cifras publicadas ayer por Bloomberg, el agujero real de la compañía asciende a 92.000 millones de pesetas, una deuda que los últimos gestores de L&H, contratados a última hora para salvar los mayores muebles posibles, han reconocido que será imposible hacer frente.

Los fundadores, que ya no ocupan ningún cargo directivo a pesar de mantener participaciones en la compañía, contabilizaron ventas a empresas que pertenecían a un fondo controlado por la propia compañía. Así, L&H apuntaba en sus libros operaciones que realmente no se llevaban a cabo, maquillando sus cifras de facturación y ocultando el verdadero estado financiero.

El bombo creado alrededor de L&H en plena fiebre tecnológica ocasionó una subida espectacular de las acciones, que entre enero y marzo de 1999 multiplicaron su precio por tres. Poco después se destapaba el fraude. La división coreana de esta compañía se quedaba al descubierto tras haber desaparecido 100 millones de dólares que en teoría figuraban en el balance de la compañía.

A partir de entonces, todo fue tirar del hilo. La cotización se desplomó hasta ser suspendida de negociación en noviembre en la Bolsa belga. Semanas más tarde ocurrió lo mismo en el Nasdaq y el Easdaq, mercados donde también se negociaban los títulos de esta empresa.

Con el descubrimiento de los escándalos financieros empezó también una fuga masiva de empleados y el desembarco de firmas de auditoría, que descubrirían fallos en la contabilidad desde 1988. Phillipe Bodson, que tomó los mandos de L&H en enero, aseguró el viernes que lo único que se puede hacer es trocear lo que queda aprovechable de la compañía para pagar a los acreedores.

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