Los productores de trigo de Canadá denuncian la presión de Monsanto
La sospecha sigue planeando en todo el mundo en torno al eventual impacto sobre la salud de los alimentos transgénicos. Si hasta ahora el debate se concentraba sobre el maíz T-25 que comercializa la empresa franco-alemana Aventis, esta vez Canadá viene a demostrar sus reparos acerca del trigo alterado genéticamente, que ya está cultivando con éxito el grupo estadounidense Monsanto y cuya comercialización está prevista entre 2003 y 2005.
La Unión Europea (UE) autorizó el cultivo del maíz T-25 en 1998, pero, salvo en Holanda, se ha impuesto una moratoria para su aprobación en todos los Estados miembros. Actualmente la UE lo importa, procedente de Estados Unidos.
La preocupación de los productores canadienses sobre el trigo es motivo de alerta para la comunidad internacional, dado que este país es el segundo mayor productor mundial de este cereal y destina el 85% de su cosecha a la exportación.
El Consejo Canadiense del Trigo (Canadian Wheat Board), que agrupa al 95% de los productores nacionales, reclama una total "seguridad" sobre los efectos del trigo transgénico antes de que Ottawa apruebe su comercialización y cultivo.
Esta patronal dice que son muchos los clientes europeos y asiáticos que ya han amenazado con irse a otro país si Canadá planta trigo transgénico. Argelia, que importa más del 40% de los excedentes canadienses del cereal, acaba de prohibir todo tipo de alimentos transgénicos.
Sus temores son fundados, puesto que Monsanto intenta tranquilizar a la opinión pública advirtiendo que el producto no se exportará hasta que no lo aprueben formalmente las autoridades de EE UU, Canadá y Japón.
La patronal estadounidense para este cereal (US Wheat Associates) admite también haber tropezado con los recelos de ciertos países asiáticos y centroeuropeos, que exigen certificados de que su producción está libre de toda sospecha de manipulación genética.
Planes de calidad en EE UU
De modo que los estadounidenses han diseñado un programa para introducir la variedad transgénica basado en seis principios de calidad, a fin de tranquilizar al comprador que desee la variedad convencional. El programa insiste en la garantía de la trazabilidad del producto, es decir, la disposición de toda la información sobre la procedencia del trigo, desde la semilla en el campo hasta producto derivado en almacén.