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División entre los países de la UE por la necesidad de bajar los tipos de interés

El Banco Central Europeo escapó ayer de la primera sesión del Consejo informal de ministros de Economía sin ninguna presión clara sobre el sesgo que debe imprimir a su política monetaria. Ecofin se dividió entre los partidarios de mantener los tipos de interés en el 4,75% actual y quienes anhelan una bajada lo antes posible, pero al final prevaleció la independencia del banco central.

Las posiciones de los últimos días se repitieron ayer en Malmoe, la ciudad portuaria sueca que acoge este fin de semana el encuentro informal de los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea. Los titulares de la zona euro se dividieron radicalmente en el momento de enviar una señal política clara hacia Francfort.

Francia lideró a los países que exigen una rebaja en los tipos de interés lo antes posible y contó con el inestimable apoyo del presidente de turno durante este año del eurogrupo, el ministro belga Didier Reynders. El ministro alemán, Hans Eichel, en tono más críptico, auguraba "dificultades para la zona euro si la desaceleración en EE UU continúa". Austria y Luxemburgo también se alinearon con la tesis francesa de bajada de tipos.

Pero la periferia de la zona euro, donde las tensiones inflacionistas son exacerbadas, defendieron con coraje el status quo actual que les protege de un mayor recalentamiento de sus economías. "Ya llevamos dos años de política monetaria laxa", se quejaba el ministro de Economía, Rodrigo Rato, uno de los abanderados de que el BCE deje invariables los tipos en su reunión del próximo jueves. Finlandia, Portugal, Irlanda y Holanda respaldaron esta posición, y no faltaron las palabras agrias hacia el campo rival. Estos países cuentan en el BCE con un valioso aliado en la persona Ernst Welteke, gobernador del Bundesbank, el banco central alemán, partidario de una política monetaria extremadamente prudente.

El ministro holandés, Gerrit Zalm, arremetió contra su homólogo Reynders por aprovechar su presidencia del eurogrupo para enviar señales nada veladas al presidente del BCE, Wim Duisenberg. El ministro belga repetía antes de la reunión de ayer que "cada instancia debe asumir sus responsabilidades", tras recordar de nuevo a Francfort que los Gobiernos habían cumplido con sus compromisos de consolidación fiscal y merecían una relajación por parte del banco. "No creo que [Reynders] vuelva a cometer este error otra vez", zanjó Zalm al final del encuentro.

Reynders defendió, sin embargo, la necesidad de un diálogo fluido con el BCE que permita superar la peculiaridad de "una política presupuestaria descentralizada, en manos de 12 Gobiernos, y una política monetaria centralizada en un solo banco".

Pero el ministro belga se abstuvo después del eurogrupo, como vaticinó Zalm, de exigir al BCE que cumpla con su parte del trabajo, como venía haciendo en las últimas semanas.

El eurogrupo, por otra parte, se mostró "realmente optimista" sobre las perspectivas de crecimiento de la zona euro. El comisario de Asuntos Económicos, Pedro Solbes, adelantó a sus homólogos las previsiones que presentará el próximo miércoles. "Este año y el próximo, el crecimiento oscilará entre el 2,5% y el 3%", confió Reynders.

Sucesión de Duisenberg

Reynders sufrió en el eurogrupo un segundo varapalo por su deseo de aclarar el proceso de sucesión de Duisenberg al frente del emisor. "Necesitamos claridad sobre la expiración de su mandato", afirmaba antes del encuentro. "No tiene sentido" [este debate], terciaba en favor de su compatriota Duisenberg el titular holandés. El mandato del presidente concluye en el año 2006, pero un acuerdo tácito entre Alemania y Francia prevé su relevo en 2002.

Reynders negaba después que el debate se hubiera producido -"ni siquiera estaba en la agenda"-, aunque la delegación francesa mantenía el debate abierto, pero desmintiendo cualquier especulación sobre el sucesor. "Fabius no se marchará a Francfort", negaban diplomáticas francesas una versión que nadie parecía haber escuchado hasta ese momento.

Los ministros acordaron "principios generales" para avanzar en la armonización fiscal, según indicó el ministro sueco Bosse Ringholm. España confirmó su voluntad de negociar una fiscalidad común en el consumo de energía, aunque Rato vinculó el debate a la pugna con Francia por la privatización del sector eléctrico.

 

La producción industrial repunta en la zona euro

La producción industrial de la zona euro aumentó en febrero de 2001 un 0,4% y un 0,3% en el conjunto de la Unión Europea (UE) con respecto al mes de enero, según los últimos datos proporcionados por Eurostat, la Oficina Estadística de la Unión Europea.

Este aumento se produce después de una bajada de la producción industrial del 1,7% en la zona euro y del 1,6% en los Quince en el mes de enero. Esta recuperación de la producción industrial despeja algunas dudas sobre la marcha de la actividad en Europa, tras la caída registrada de la confianza tanto de consumidores como de industriales, y ajena, al menos de momento, al fantasma de una caída persistente que hiciera pensar que se trataba más de una recesión que de una pérdida de vigor en el crecimiento de la economía.

En febrero de 2001, la producción de bienes intermedios aumentó un 1,0% en la zona euro y un 0,6% en el conjunto de la Unión Europea y los bienes de consumo perecederos aumentaron un 0,6% en la zona euro y un 0,8% en los Quince.

La producción de bienes de inversión y de bienes de consumo duraderos registró alzas más moderadas del 0,1% y del 0,5% en la zona euro y del 0,5% y del 0,1% en los Quince, respectivamente.

Alemania (-0,8%), Luxemburgo (-0,7%), España (-0,4%) y Bélgica (-0,3%) son los países de la Unión Europea donde la producción industrial ha bajado más y Holanda (5,2%) y Portugal (1,2%) son los que han registrado un mayor aumento en el mismo mes de febrero.

Hay que destacar que el comportamiento más moderado en el crecimiento de la producción industrial se concentra en los productos de uso duradero, aquellos que primero descienden entre las opciones de consumo de las familias en caso de un descenso de la confianza de los consumidores. Sin embargo, la producción de equipamiento sigue firme.

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