Los disturbios obligan a retrasar la apertura oficial de la reunión
El inicio de la III Cumbre de las Américas estuvo marcado por los violentos disturbios que se produjeron en Quebec al conseguir centenares de manifestantes superar las severísimas medidas de seguridad impuestas, y chocar violentamente con la policía. Todo ello obligó a retrasar la ceremonia de inauguración oficial.
Al igual que ocurriera en Seattle hace dos años, y en Praga el año pasado, los organizados grupos de manifestantes que combaten las actividades encaminadas a "mundializar" el sistema económico, consiguieron ser los protagonistas, y aplazar la inauguración oficial de la Cumbre de las Américas, debido a los violentos choques habidos con la policía, y la incapacidad de muchos invitados de acceder al recinto y lugares de cita para las reuniones bilaterales.
El más pródigo en encuentros fue el anfitrión, Jean Chre-tien, primer ministro de Canadá, que se reunió con los presidentes de Brasil, Argentina, Colombia, EE UU y Chile. Chretien se vio también obligado a dar constantes explicaciones y disculpas por los incidentes que ocurrían en la ciudad.
Canadá y Brasil mantienen una disputa comercial a cuenta de los subsidios con que ambos países protegen su industria aeronáutica, y Chretien quiso aprovechar la ocasión para tratar de limar diferencias con Cardoso en esta cuestión. Más allá de ese conflicto, que dura ya más de cinco años y que ha llegado al seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ambos mandatarios tantearon el terreno respecto a la futura negociación de la política de subsidios, una de las principales dificultades a resolver para alcanzar el ALCA.
Brasil es el país que más reticencias ha mostrado de cara a la consecución de esta área de libre comercio continental. Cardoso critica la política de subsidios con que los países más desarrollados protegen a su sector agrícola y las restricciones arancelarias y no arancelarias que deben soportar sus productos en esos mercados, que según las autoridades brasileñas afecta al 60% de sus exportaciones.
Sin embargo, se da la paradoja de que la tercera economía del continente también es una de las que más fuertemente protege sus mercados con ayudas y subvenciones públicas a la exportación, por un lado, y fuertes barreras arancelarias a las importaciones, por otro, lo que suscita críticas entre sus vecinos, sobre todo Argentina.
El peso de Brasil
Brasil, como primera economía del cono sur americano, es el socio más importante del Mercado Común del Sur (Mercosur), de ahí la importancia de sus posiciones, ya que arrastraría con él a los restantes miembros de la unión aduanera: Argentina, Paraguay y Uruguay. De hecho, el Gobierno de Brasilia filtró días antes de la reunión un estudio en el que asegura que para Brasil sería más beneficioso un acuerdo comercial entre Mercosur y la Unión Europea que el ALCA.
Sin embargo, el empecinamiento brasileño por demostrar a las poderosas economías del norte que no van a suscribir el acuerdo a costa de lo que sea ha empezado a abrir fisuras entre sus socios.
Si para Brasil "el ALCA es una opción y el Mercosur un destino", el presidente argentino, Fernando de la Rúa, defiende que "Mercosur es nuestra gran fuerza y debemos ir al ALCA desde esa base", aunque dejando abiertos los acuerdos bilaterales.
Claro que esa es la posición del presidente porque su ministro de Economía, Domingo Cavallo, defiende que Argentina debería negociar directamente tanto con EE UU como con la UE, según aseguró a Financial Times.
George Bush consiguió, a pesar de los disturbios, reunirse con líderes de los países andinos y de Centroamérica. El presidente de Estados Unidos insistió en que la superpotencia sigue comprometida en la ayuda a estos países para combatir el negocio de las drogas. El objetivo en Quebec, dijo Bush es " avanzar en la construcción de un hemisferio de libertad".
7.000 policías y un muro de contención
Como ocurre en todas las reuniones internacionales desde la que tuvo lugar en Seattle (EE UU) en 1999, los grupos antiglobalización también han llegado a Quebec. En previsión de posibles enfrentamientos, el Gobierno canadiense ha levantado un muro de hormigón alrededor del centro de la ciudad, rematado con vallas de hasta tres metros de altura, y ha desplegado casi 7.000 efectivos de la policía y del ejército por una ciudad de unos 600.000 habitantes. Todo este montaje para "combatir" las flores y los rollos de papel higiénico con que los manifestantes han pintado y cubierto los muros que frenan sus movimientos y las canciones que entonaban durante sus concentraciones de protesta. Sin embargo, la protesta idílica terminó en una carga policial con gases lacrimógentes. Unas escenas que tanto quería evitar el gobierno canadiense de los manifestantes enfrentados a la policía terminaron convirtiéndose en las imágenes protagonistas del primer día de la cumbre.
El "muro de la vergüenza", como fue calificado por los manifestantes el tinglado de hormigón y metal instalado, terminó derribado en alguna de sus partes.