El BCE se atrinchera, con razón
No se cansará el Banco Central Europeo de argumentar su decisión de mantener los tipos. La presión política y mediática, excesiva, pero explicable, debido al pesimismo que desprenden las cotizaciones bursátiles y a la agresividad de Greenspan, ha llevado al banco a la trinchera.
Ayer mismo, una legión de banqueros centrales (del BCE y, curiosamente, del Bundesbank) apareció en los medios para apuntalar al halcón Duisenberg. El BCE aguanta el chaparrón y el día 25 decidirá si baja o no tipos.
El Banco Central Europeo está empeñado, con buen criterio, en mantener los tipos de interés y, sobre todo, en dejar bien clara su independencia. Son ilustrativos los comentarios de Franz-Christoph Zeitler, miembro del Bundesbank: "El BCE basa sus decisiones en la economía europea, como la Fed lo hace en la estadounidense".
Una sentencia tan sencilla como ilustrativa. Por mucho que se esfuercen los detractores de Duisenberg, la inflación del 2,6% (subyacente del 1,8%) es mucha como para poner los tipos al 4,5%. Europa es diferente a Estados Unidos, y si allí los tipos bajan un 2% en tres meses es porque el PIB ha pasado en medio año de crecer el 6% a hacerlo al 1%.
Este dato parecía escondido tras la serpiente mediática. El BCE aprovecha, además, la presión en torno a los tipos para airear su fortaleza e independencia. Haciendo, además, lo que Duisenberg y la mayoría renana que domina en Francfort quiere.
Así, no parece que la semana que viene bajen tipos. Hay quien dice que será a principios de mayo y quien señala fechas casi estivales. Hoy por hoy, las cifras no piden recortes. Aunque Duisenberg debería estar al tanto, pues la economía europea tarda más que la estadounidense en enfriarse, pero también en recuperarse. En otras palabras, que no se duerma en los laureles.