La parte de Iberia en Amadeus equivale al 74% del valor en Bolsa de la aerolínea
El mercado no siempre funciona como un mecanismo de relojería. Las valoraciones que dicta el parqué indican que, mientras la aerolínea capitaliza 1.068 millones de euros, su participación en Amadeus vale 780 millones. Es decir, que los aviones, el capital humano y otros activos de la empresa cuestan 288 millones de euros, poco más de lo que vale un Jumbo.
Comprar Amadeus a través de Iberia. Una propuesta que, medio en broma medio en serio, se ha llegado a comentar en círculos del mercado a la vista del bajo precio al que salió a Bolsa la aerolínea. Iberia vale, a precios de cierre del jueves pasado, 1,19 euros por acción, o 177.000 millones de pesetas. Su participación en Amadeus (un 18,28% de los derechos económicos, según el folleto de la OPV) costaría 130.000 millones de pesetas si se comprase en el mercado.
La diferencia, 43.000 millones de pesetas, vendría a englobar todo lo que tiene Iberia que no es Amadeus. Es decir, la flota de aviones, el equipo humano, el inmovilizado, los terrenos y los derechos de vuelo. Una valoración, en fin, un poco rácana teniendo en cuenta que un solo Boeing 747 -eso sí, nue-vo- cuesta entre 34.900 y 40.400 millones de pesetas antes de rebajas. Iberia tiene en propiedad 130 aviones, entre ellos seis Boeing 747. En total, la flota aérea tiene un valor en libros de 214.000 millones de pesetas a cierre del ejercicio pasado. La ecuación sale ligeramente más favorable para la aerolínea si se descuenta del precio de la participación de Amadeus el 35% que Iberia pagaría a Hacienda en el supuesto extremo de que vendiese su cartera y realizase plusvalías. Dado que el valor en libros del paquete en Amadeus es mínimo, la reducción afectaría a toda la participación y dejaría su valoración en 84.500 millones. En este supuesto, el negocio típico de Iberia costaría 92.500 millones de pesetas.
Si las matemáticas fallan es porque el mercado tiene en cuenta otros factores además de los fríos números. Como, por ejemplo, el momento elegido para salir al mercado, cuando los parqués de todo el mundo, sumidos en el pesimismo, esperaban el final de una crisis bursátil que dura ya más de un año.
Otro elemento que pone plomo en los zapatos de Iberia es el conflicto crónico en-tre la empresa y los pilotos, agrupados en el poderoso sindicato Sepla. Las repetidas huelgas de los responsables de cabina han dado lugar a la creencia, fundada o no, de que la aerolínea de bandera española es rehén de un reducido grupo de trabajadores. Otro conflicto que en nada beneficia al valor en Bolsa es el que ha enfrentado al accionariado español con la SEPI.
Estos tres factores han pesado mucho a la hora de valorar Iberia. Pero, aun así, o bien el mercado paga mucho por Amadeus, o bien no valora correctamente los fondos propios de Iberia.
La acción sigue amarrada al precio de salida
Iberia sigue al mismo precio al que fue colocada, hace ahora dos semanas, 1,19 euros. La breve historia bursátil de la aerolínea se caracteriza por la estabilidad, pues de máximo a mínimo sólo ha oscilado 0,04 euros, o un 3,36%, sobre el precio inicial.
El estreno fue más agrio que dulce. A pesar de un recorte drástico en el precio de colocación (se pasó de un precio máximo de 1,97 euros a uno definitivo de 1,19), la acción perdió posiciones en su debú. Cayó un 1,68% hasta 1,17 euros, que aún sigue siendo el mínimo.
Los bancos colocadores, con BSCH a la cabeza, compraron masivamente acciones de la empresa española para evitar caídas mayores en una jornada en la que, todo sea dicho, el Ibex 35 cedió un 3,35%. Fue el tercer mayor descenso de 2001. Iberia encontró suelo y a partir de ahí ha mejorado su comportamiento, sin que los colocadores hayan tenido que volver a intervenir masivamente. El jueves pasado cerró a 1,19 euros.
A pesar de la baja valoración de la empresa, el momento bursátil es complicado, y así lo reflejan las cotizaciones de otras aerolíneas europeas. El sector ha perdido alrededor del 20% en lo que va de año, afectado por el cambio de ciclo (los viajes de negocios, un filón para las aerolíneas, son el primer gasto que recortan las empresas cuando se aprietan el cinturón) y la escalada del precio del petróleo. Tampoco ayuda la situación de la suiza Swissair, cuyos problemas financieros amenazan con llevar a la compañía a la suspensión de pagos.