El BCE decide no rebajar los tipos pese a la presión política
El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) no bajó los tipos de interés en la reunión de ayer, pero probablemente lo hará dentro de dos semanas, según los analistas. Los banqueros centrales ya han rebajado su optimismo sobre el crecimiento europeo y ahora tienen un plazo prudente para efectuar movimientos. El euro volvió a resentirse tras conocerse la decisión de Francfort.
Al tratarse de una reunión sin rueda de prensa posterior, Wim Duisenberg, presidente del BCE, no explicó la decisión que ha llevado al Consejo de Gobierno de la entidad que dirige a mantener el tipo director en la zona euro en el 4,75%.
Los analistas sospechan que "un viraje tan brusco en la política monetaria" - en palabras de Stefan Schneider, de Deutsche Bank Research- hubiera restado credibilidad a la autoridad monetaria frente a los mercados.
æpermil;stos, en buena parte, habían adelantado la decisión del BCE. El euro, que se ha venido debilitando continuamente en la última semana, cedió de nuevo frente al billete verde. La moneda única se cambiaba en el mercado de divisas de Francfort a 0,8840 dólares, algo menos que el día anterior, cuando el BCE había registrado un cambio de 0,8860 dólares. En Londres el euro sufrió una caída mayor, llegándose a cotizar a 0,8801 dólares.
Contra viento y marea -en este caso, procedente de la ralentización de la economía estadounidense- el BCE había mantenido hasta la semana pasada que el crecimiento europeo sólo se vería afectado parcialmente por la desaceleración mundial, por lo que el PIB de la zona euro se situaría "cercano al 3%".
Esta optimista visión fue revisada, en primer lugar, por Otmar Issing, el economista jefe y miembro del directorio de la autoridad monetaria. Al igual que Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco de Francia, Issing dejó entrever que "hay que volver a echar cuentas", que, hoy por hoy, "resultarán menos favorables".
Tanto Issing como Trichet corrigieron posteriormente sus declaraciones para volver a hablar de un "crecimiento robusto".
El BCE, según muchos observadores, podría estar preocupado ante la perspectiva de que el IPC armonizado de la zona euro se perpetúe por encima del 2%. Duisenberg, sin embargo, pronostica que la inflación caerá pronto por debajo del 2% que la autoridad monetaria ha fijado como límite superior para hablar de estabilidad de precios.
Inflación
El IPC, sin embargo, se ha mostrado más resistente de lo esperado, manteniendo una tasa de crecimiento interanual en el 2,6%, en febrero pasado. Aunque analistas y banqueros centrales creen que los efectos de los altos precios del crudo y el aumento de los precios a la importación (consecuencia, el año pasado, de la debilidad del euro frente al dólar) deberán dispersarse pronto, nadie parece dispuesto a poner la mano en el fuego por ello. "Bajar ya los tipos hubiera podido aparecer como una señal de pánico ante la debilidad de Bolsas", observa Lothar Hessler, de HSBC Trinkaus & Burkhardt en Düsseldorf, quien sostiene que "la dirección de la política monetaria de ahora en adelante es clara".
Hessler apuesta por tres sucesivas bajadas de tipos de un cuarto de punto este año, hasta el 4%. El primer movimiento podría realizarse el 11 de abril, cuando sí está prevista rueda de prensa tras la reunión. Ken Watrett, experto del BNP Paribas, cree que "el BCE siempre arrastra los pies cuando afloja su política monetaria".
En opinión del analista, un ulterior deterioro de la confianza de los consumidores en la zona euro -indicador que se dará a conocer el próximo martes- terminará por precipitar una decisión que también él considera madura para el 11 de abril.
El instituto emisor abandona las pérdidas
El BCE obtuvo en el año 2000 un beneficio neto de 331.108 millones de pesetas (1.990 millones de euros) frente a unas pérdidas de 41.097 millones de pesetas (247 millones de euros) registradas el año anterior.
Los ingresos procedieron principalmente de las ganancias de las reservas monetarias en divisas y del capital desembolsado por los bancos centrales de los países de la UE, que ascendieron a 648.905 millones de pesetas (3.900 millones de euros). Los institutos emisores de los países de la zona euro cedieron la totalidad de su capital al BCE, mientras que los países no miembros de la zona euro pagaron sólo el 5%.
El BCE se embolsó 235.269 millones de pesetas (1.414 millones de euros) procedentes de intereses y 557.892 millones de pesetas (3.353 millones de euros) derivados de las intervenciones para apoyar la cotización del euro en los mercados de divisas y de la cartera del instituto emisor.
Por otra parte, los gastos administrativos (salarios, equipamiento y material) ascendieron a 27.120 millones de pesetas (163 millones de euros), mientras que las dotaciones para amortizaciones se elevaron a 2.329 millones de pesetas (14 millones de euros).