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AGRICULTURA

La economía del Jerte florece con la picota

Las ácidas tierras del extremeño valle del Jerte son las más preciadas para cultivar la variedad de cerezas llamadas picotas (carecen de rabo). En los últimos años, este valle ha protagonizado una especie de milagro económico gracias a la producción de picotas procedentes de 1.100.000 árboles repartidos en unas 2.500 pequeñas explotaciones (la media de cada parcela es de 1,5 hectáreas), que son propiedad de alrededor 6.000 familias.

La creación en 1997 del Consejo Regulador de la Denominación de Origen de la Cereza del Jerte, ha convertido una producción tradicional familiar en un importante negocio de producción integrada y de calidad. Es precisamente este sello de calidad, que certifica el consejo, el que ha colocado a las picotas del Jerte como el principal proveedor de esta fruta del Reino Unido. El 60% de la producción se destina al mercado español y el 40% restante a la Unión Europea. Los principales retos exportadores los configuran Alemania y Suecia.

La acertada decisión de crear este consejo surgió hace cuatro años cuando los pequeños productores de cerezas detectaron que les era imposible competir por la vía de los costes y que debían hacerlo por medio de la calidad, según explica el gerente del consejo, Leopoldo Gómez.

Desde entonces, una agrupación de 16 cooperativas de la zona almacena y comercializa las cerezas y está consolidando unos importantes volúmenes de producción. El precio medio que alcanzan las picotas en el mercado suele ser de unas 215 pesetas el kilo durante el conjunto de la campaña. Pero puede variar desde las 2.000 pesetas el kilo de las cerezas tempranas a las 80 pesetas a las que se paga el kilo de picotas al final de agosto. El primer kilo de picotas de la temporada se paga todos los años a precio de oro. El pasado año un restaurante pagó 4.000 pesetas por el primer kilo.

Las garantías de la producción integrada que promueve el consejo han elevado la calidad de la fruta y aumentado su precio en el mercado de tal forma que, en los últimos años, esto se ha visto también reflejado en el precio de la tierra, que en determinadas partes del valle se ha disparado.

Gran horquilla de precios

Sin embargo, esta revalorización del terreno no ha afectado a todas las explotaciones familiares por igual, sino que ha generado un desequilibrado mapa de precios. Así 6.000 metros cuadrados para cultivar cerezas pueden costar desde 600.000 pesetas hasta 13 millones, dependiendo de su localización, la calidad de los bancales o la edad de los cerezos.

La andadura de este negocio se inicia cada año entre los días 10 y 25 de marzo, con el ritual de la floración de los cerezos, que tiñe de un blanco rabioso las terrazas cultivadas del valle del Jerte. Es todo un espectáculo de la naturaleza que atrae durante semanas a turistas de todo el mundo. Esta explosión floral está generando otro próspero negocio desde hace siete u ocho años, el turismo rural.

Tras la floración, en abril, se inicia la campaña de la cereza que terminará a principios de agosto. Este año, los cerezos del Jerte florecieron algunos días más tarde de lo habitual, hace una semana, por la abundante lluvia registrada. Ahora una legión de casi 10.000 personas (2.000 de ellas temporeros llegados en su mayoría de los países del Magreb) recogerán la cosecha. Hoy aún puede verse el espectáculo de la floración en todo el valle.

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