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TRIBUNA

<I>Pulso comercial en Internet</I>

Empresas de la economía tradicional intentan eliminar los intermediarios que les hacen competencia en la Red.

En Internet, en el mundo del comercio electrónico, se está abriendo paso un grupo de negocios con un horizonte económico que es la envidia de sus colegas. Sus cibertenderos venden productos muy estandarizados y de precio elevado, y lo hacen desde una posición de fuerza en el mundo real, y en ocasiones bajo el paraguas de marcas muy conocidas, lo que les ahorra esas cifras multimillonarias de gastos en marketing y publicidad que otros han tenido que destinar para darse a conocer y ganarse la confianza de la Red.

Son negocios como la venta de viajes o de billetes de avión, los productos con más demanda tras el ocio, o la venta de automóviles.

Sirva de ejemplo que en el depauperado comercio electrónico español, donde hay sólo seis empresas que el año pasado lograron facturar más de 1.000 millones de pesetas, el ranking de ventas lo encabeza la compañía aérea Iberia, tras vender a través de Internet 300.000 billetes de avión.

Por ahora hay una barrera de entrada. Nadie se atreve a romper con las redes comerciales tradicionales, por las que se sigue vendiendo la gran mayoría de los productos y los servicios.

Por el contrario, se multiplican las declaraciones públicas de amor hacia esas redes, aunque en privado muchas empresas esperan ser ellas las que, aprovechando las ventajas de ese nuevo canal comercial que es el comercio electrónico, puedan recortar en el futuro la actividad de unos intermediarios que en ocasiones se llevan más del 10% del precio de venta.

Hoy, con sólo un 6% de la población mundial navegando por Internet, las redes comerciales clásicas son insustituibles, pero las empresas que generan productos y servicios ya han empezado a dar los primeros avisos, y como no hay peor madera que la de la propia cuña, las primeras víctimas son los intermediarios online.

De momento, las redes comerciales tradicionales parecen a salvo, pero los fabricantes con re-des de distribución propia se están creando su propia competencia para cerrar el acceso a los competidores, y los que dependen de redes de distribución ajenas intentan quedarse con el monopolio online de sus propios productos.

Ejemplo de los primeros son los bancos, que no parecen muy dispuestos a compartir el nuevo mercado y han creado sus propios bancos filiales en Internet.

Por cierto, que la semana pasada cerró en Europa el primero de estos nuevos bancos, una noticia que ha pasado inadvertida y que confirma que el negocio de los bancos sólo Internet no es tan bueno como se decía.

Ejemplo de los segundos son los fabricantes de automóviles o también las compañías aéreas.

Los primeros dicen que la venta siempre la cerrará el concesionario, pero no ignoran que un estudio de Cap Gemini recoge que el 26% de los compradores de coches navega antes por Internet buscando información, y que casi la mitad de éstos estaría dispuesto a comprar sin pasarse por un concesionario.

Los fabricantes apoyan, hoy por hoy, a sus concesionarios, pero Ford y GM, en Estados Unidos, se cargaron a CarOrder, una compañía que vendía coches sólo por Internet, sin su licencia.

Algo muy parecido es lo que acaban de hacer las aerolíneas KLM y NorthWest, discriminando a las agencias de viajes que operan sólo en la Red frente a las agencias convencionales de la red tradicional, que todavía les son imprescindibles para vender sus billetes.

A las primeras les han eliminado las comisiones de venta, en un intento de sacarlas de ese mercado. Para vender billetes por ordenador se bastan ellas, no necesitan competidores. El mundo del comercio electrónico no es un cementerio lleno de cadáveres. Hay empresas con éxito, como eBay o Amazon. Son las que han logrado grandes audiencias, tienen un software avanzado y han establecido alianzas con compañías tradicionales para crecer y prosperar.

Junto a ellas, el futuro es de las empresas procedentes del mundo real y que tienen un buen producto para vender en la Red. Para asegurarse ese futuro, algunas de estas empresas, por lo que se está viendo, ya han empezando a intentar eliminar a los intermediarios online que les hacen la competencia.

Si las demás industrias imitan a Ford o a KLM, estaríamos en vísperas de una guerra comercial en la Red. De un pulso del que nacería un nuevo orden en el mundo del B2C: pocas empresas y grandes.

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