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El IPC se frena en enero, pero se dispara la inflación subyacente

La inflación descendió en enero del 4% al 3,7% gracias a la reducción del precio del petróleo, operada en noviembre y diciembre, y al nuevo cálculo del IPC, más sensible a las variaciones de bienes como la energía. No obstante, el IPC subyacente, que mide la inflación estructural, aumentó de nuevo y se encuentra ya en el 3,1%, algo preocupante para el mantenimiento de la competitividad de la economía, como admitió ayer el secretario de Estado de Economía, José Folgado, quien ha instado a empresarios y sindicatos a mantener la moderación de beneficios y salarios. Las centrales sindicales han respondido que no variarán sus peticiones salariales a pesar del recorte de los precios en enero.

La inflación se ha dado un respiro en las primeras semanas del año, después de meses de incrementos continuados. El índice de precios de consumo (IPC) se mantuvo invariable en enero en comparación con diciembre, algo que no ocurrió hace justo un año, cuando los precios crecieron cuatro décimas en enero.

De esta forma, la inflación interanual (toma en cuenta la variación en los últimos 12 meses) se ha logrado reducir desde el 4% de diciembre al 3,7%, según publicó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Esta evolución se debe, principalmente a la bajada de los productos energéticos registrada en las últimas semanas, derivada de la caída de las cotizaciones internacionales del petróleo durante noviembre y diciembre.

Así, los precios de carburantes y combustibles cayeron en enero un 4,%, presionando a la baja al transporte y contrarrestando la subida de los servicios (0,7%) y alimentos (0,8%).

Por otro lado, cabe destacar también el efecto sobre la medición de los precios del nuevo cálculo del IPC que el INE ha iniciado a partir de enero de este año. Con la nueva metodología de Estadística, que supone un cambio en la ponderación de los grupos que componen el IPC (ver gráfico en página 19), se da ahora más importancia a bienes y servicios como los transportes, la energía, el tabaco, las telecomunicaciones, las medicinas y el turismo, y menos a la alimentación, el vestido y el menaje.

De esta forma, la moderación de los precios energéticos ha influido más en la cesta de bienes del IPC de lo que lo hubiera hecho en meses anteriores. El INE ha ampliado también desde enero el número de grupos (de ocho a doce) que componen el índice general de precios. Las bebidas alcohólicas y el tabaco se separan de la alimentación y forman grupo propio. Lo mismo ocurre con la enseñanza, los hoteles y restaurantes y las comunicaciones. El objetivo es obtener un IPC más "dinámico" (recogerá cambios de ponderaciones con carácter anual) y "real" (amplía el número de bienes incluidos en la cesta, adaptándolo a los nuevos hábitos del consumidor), algo que se completará en 2002, con la introducción de la II fase de la nueva metodología, en la que se incluirán también precios de ofertas y rebajas.

Desde el Gobierno, el IPC de enero fue acogido de buen grado. El secretario de Estado de Economía, José Folgado, resaltó que el dato de enero prueba la volatilidad en la que estaba asentada la inflación en los últimos meses y confió en que el IPC continúe la senda descendente en 2001 hasta niveles próximos al 2%. No obstante, dio un tirón de orejas a los empresarios ligados al sector turístico y a las Administraciones territoriales (ayuntamientos y comunidades) responsables de la subida del transporte público interurbano, a los que pidió que frenen la subidas desproporcionadas de tarifas.

Desde la oposición, PSOE e IU recordaron al Gobierno que se mantienen las tensiones inflacionistas a pesar de la contención de enero.

 

La subyacente escala al 3,1%, la mayor desde 1996

Si se estudia el componente estructural, la evolución del IPC en enero no es tan positiva como se pueda creer en un principio, a pesar de que se haya reducido del 4% al 3,7% en tasa interanual.

Así, la inflación subyacente, que descuenta del IPC general el efecto de los elementos más variables que componen este índice, como los precios de los alimentos frescos y los productos energéticos, aumentó de nuevo en enero, esta vez cinco décimas, y se encuentra ya en el 3,1%, la tasa interanual más alta desde 1996, y muy lejos del 2,3% de comienzos de 2000.

El secretario de Estado de Economía, José Folgado, reconoció que el Ejecutivo "no puede estar satisfecho" de esta tasa, sobre todo "porque refleja" que el incremento del precio del petróleo ha calado en el proceso productivo de la economía.

Folgado indica que la inflación subyacente "mantendrá una resistencia a la baja" en los próximos meses, aunque confía en que acabe rebajándose una vez desaparezcan las presiones ejercidas por los "componentes más volátiles" y se extiendan los efectos de la desaceleración económica.

En este sentido, valoró ayer positivamente el comportamiento de los bienes industriales no energéticos, que sólo aumentaron el 0,3% en enero.

Estas previsiones no encajan con las efectuadas por servicios de estudios de entidades financieras como el del BSCH, que prevé un incremento de la subyacente en los próximos meses para estabilizarse sólo a finales del año 2001.

 

Las "vacas locas" encarecen el pollo y el cerdo

El efecto de la crisis de las vacas locas sobre las decisiones de los consumidores provocó en enero un desplazamiento de la demanda, lo que se tradujo en un encarecimiento de la carne de cerdo (4%) y del pollo (6,5%). Por contra, el vacuno cayó un 0,2%.

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