La desaceleración de EE UU arrastra la economía mexicana
El Gobierno de Vicente Fox afronta el año 2001 con más dificultades de lo previsto. La desaceleración en Estados Unidos ya empieza a notarse en México, lo que ha llevado al banco central a reducir su previsión de crecimiento del 4,5% al 4%, una cifra que muchos ven aún optimista.
México es, de lejos, la economía latinoamericana más afectada por la desaceleración del crecimiento en Estados Unidos. Mientras otros países, como Argentina y Brasil, se ven en principio beneficiados por este escenario, que conlleva tipos de interés a la baja por parte de la Reserva Federal, México mantiene unas relaciones comerciales demasiado estrechas con EE UU como para no resentirse de una ralentización de la actividad estadounidense.
El Gobierno de Vicente Fox se empeña en mantener su previsión de crecimiento para 2001 en el 4,5%, pero el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, ya ha reducido sus estimaciones al 4%. Aun así, la mayoría de los analistas calcula que la economía no crecerá más de un 3,5%.
Las exportaciones de México a Estados Unidos suponen casi un tercio de su PIB (exactamente un 27,3%) y algunos sectores, como la automoción, ya han empezado a notar una caída de las ventas, que será más profunda a medida que se reduzca la actividad en Estados Unidos.
Las exportaciones manufactureras (destinadas casi en su totalidad al vecino del norte) pasaron de un crecimiento anual del 40% en octubre al 8,6% en noviembre.
Con este panorama no es de extrañar que México no haya adoptado aún una postura sobre la reducción de la producción decidida esta semana por los países de la OPEP.
A los mexicanos les interesa el objetivo último de esta medida -subir el precio del barril- porque cerca de un tercio de sus ingresos dependen del petróleo. Pero una reducción brusca de la producción podría suponer una mayor amenaza para la actividad en EE UU, de la que es el principal perjudicado.
El servicio de estudios del BBVA considera que a menos que el Gobierno aplique "con urgencia" una política fiscal más restrictiva, que fuerce una desaceleración de la demanda interna y reduzca el desequilibrio de la economía, "México podría sufrir un ajuste brusco a finales de 2001 o principios de 2002".
A pesar de la caída de la actividad, las presiones inflacionistas se mantienen altas, demasiado como para que el banco central pueda aprobar una rebaja de tipos que promueva la inversión. En 2000, los precios crecieron un 8,9%, por lo que Morgan Stanley considera que los tipos no podrán bajar, como pronto, antes de junio.
El gobernador del Banco de México no parece dispuesto a hacerlo ni siquiera después. Fox pretende aprobar una reforma fiscal que, a su juicio, dificultará alcanzar el objetivo de inflación de este año (6,5%) y que le obligará a mantener una política monetaria restrictiva en todo el ejercicio.