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La oposición de los socios de Iberia provoca la ruptura con Air Europa

Juan José Hidalgo rompió ayer la baraja, harto de las reticencias del núcleo de accionistas españoles de Iberia, y decidió suspender las negociaciones que mantenía para vender Air Europa a la compañía española de bandera. El principio de acuerdo alcanzado entre Iberia e Hidalgo ha sido desbaratado por los socios de la primera, que rechazaban el precio pactado: 50.000 millones de pesetas y un 10% del capital de Iberia.

T ras 80 días de negociaciones formales, el dueño de Air Europa, Juan José Hidalgo, ha decidido suspender las conversaciones para vender su empresa a Iberia, según reconocieron ayer ambas partes. Las reticencias del núcleo duro de accionistas españoles (SEPI, Caja Madrid, BBVA, Logista, El Corte Inglés y las cajas) a los términos del preacuerdo alcanzado entre ambas empresas hace unos días ha provocado la ruptura de la negociación por parte del empresario salmantino. Los dos aspectos de la operación que rechazaban los accionistas españoles de Iberia eran el precio pactado por ambas empresas, 50.000 millones de pesetas, y el pago de la mayor parte de esa cantidad en acciones de la compañía de bandera, tal y como adelantó ayer Cinco Días.

Las dos empresas añaden oficialmente otra causa, los problemas de integración de ambas plantillas, en clara referencia a la animadversión de los pilotos de Iberia a la operación.

La aerolínea que preside Juan José Hidalgo ha adoptado esta decisión después de constatar que las negociaciones no experimentaban ningún avance de acuerdo con sus expectativas en ninguno de esos terrenos.

El divorcio se formalizó con el envío de una carta del director general de Air Europa, Juan Sáez, a su homólogo en Iberia, Ángel Mullor, en el que le comunicaba la ruptura de las negociaciones al no haber llegado a un pacto en "el precio, la forma de pago y las garantías de integración de Air Europa".

Poco después, el presidente de Iberia, Xabier de Irala, y el propio Hidalgo se reunieron con el presidente de SEPI, Pedro Ferreras, para comunicarle la ruptura formal de la negociación.

Las partes transmitieron también a los socios de referencia de la compañía de bandera la ruptura de las negociaciones. Los dos socios industriales de Iberia, British Airways y American Airlines, sí apoyaban la operación pactada con Air Europa.

Air Europa añade, para justificar su decisión, que las negociaciones se estaban demorando demasiado, lo que, en su opinión, "estaba deteriorando la imagen de la aerolínea".

Por su parte, Iberia manifestó que el fin de las negociaciones con Air Europa no es "ni positivo ni negativo para la compañía" e insistió en que la aerolínea "pasará página" en este tema para seguir fletando aviones y sirviendo a sus pasajeros como hasta ahora.

Según la compañía de bandera, "se ha puesto fin a una fase" y ahora Iberia "va a seguir trabajando como lo ha hecho siempre".

"Previamente a la ruptura de las negociaciones, esta aerolínea trató de acercar posiciones y estuvo dispuesta a seguir discutiendo y negociando para que la fusión se cerrara. Sin embargo, no ha habido acuerdo y ahora hay que mirar al futuro", concluyeron las fuentes de Iberia.

Mientras el núcleo duro de Iberia se encastillaba, el contexto macroecónomico para las aerolíneas, especialmente para las pequeñas, mejoraba día a día. Los prohibitivos costes del petróleo y del dólar bajaban de manera constante, para situarse en niveles muy asequibles de cara a 2001. Hidalgo ha podido endurecer su postura.

 

Economía había empezado a estudiar las condiciones de la fusión

Las negociaciones entre Iberia y Air Europa nunca llegaron a estar lo suficientemente maduras como para que pudiera someterse ante las autoridades de la Competencia el plan de explotación de las rutas de la empresa resultante. No obstante, y de modo extraoficial, la dirección de la compañía de bandera, había hecho llegar a los responsables del Ministerio de Economía un documento explicándoles las principales cesiones que estaban dispuestos a admitir para que se diera el visto bueno a la fusión.

En dicho documento se reconocía que Air Europa aportaba unos 1.000 "slots" (derechos de aterrizaje, despegue y vuelo), la mayoría de ellos para despegar, aterrizar y volar entre los distintos aeropuertos españoles. La empresa resultante de la fusión se mostraba dispuesta a ceder, entre aquéllos, todos los derechos de vuelo que las autoridades de la Competencia consideraran oportunos, con una única condición: que las empresas competidoras a los que se le entregaran los utilizasen en las mismas rutas para los que los había solicitado Air Europa. Esto es, que si por ejemplo Lufthansa heredaba los derechos de un vuelo entre los aeropuertos de Madrid y Barcelona, sólo se le debía permitir utilizarlo entre ambas ciudades, y nunca segregar los "slots" para poder hacer dos rutas con Europa, (por ejemplo un Madrid-Francfort y un Barcelona-Francfort). Iberia aseguraba que si no se aceptaba esta condición no se llevaría adelante la fusión. La compañía, además se comprometía a no reducir precios ni frecuencias en aquellas rutas en las que se quedara sola como consecuencia del acuerdo con Air Europa.

La compañía argumentaba que la fusión no podía perjudicar la competencia ya que su interés único era crecer en los tráficos España-Europa.

 

80 días de turbulentas e intensas negociaciones a tres bandas

La negociación que han mantenido las compañías Iberia y Air Europa para la integración de ambas en una sola empresa, la décimo segunda de la aviación comercial del mundo, han quedado rotas tras ochenta días de turbulencias entre las dos empresas y los socios de Iberia. Air Europa, tras coquetear con la holandesa KLM, aceptó iniciar el 2 de noviembre una negociación con Iberia para integrarse en la compañía de bandera española, proceso que ayer ha sido desestimado por la propia empresa privada al entender que ésta era inviable.

El 30 de octubre del año pasado, el presidente de Iberia, Xabier de Irala, comunicó al consejo de administración de la compañía que Air Europa había iniciado una aproximación para la posible integración de ambas en una sola empresa de aviación comercial, hecho que dos días después fue refrendado por la firma de los dos directores generales

Ambas partes se comprometieron el 2 de noviembre a negociar su integración en exclusiva durante 45 días. Durante este proceso se han levantado voces sindicales de protesta, sobre todo de los pilotos, por el desconocimiento de lo que se estaba negociando y por como se iba a producir la integración del personal de una compañía en la otra. Pero la verdadera resistencia estaba en el propio núcleo duro de Iberia.

El 11 de enero fuentes de ambas empresas manifestaron que había preacuerdo: Iberia compraba Air Europa cediendo el 10% de su capital y 5.000 millones. Pero SEPI, titular del 54% de Iberia, y el núcleo duro, a excepción de British, se mostró desde el primer momento disconforme con el acuerdo, tanto por el precio como por el pago en acciones, que trastocaba el frágil equilibrio de poder en el consejo.

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