Las grandes firmas de análisis se apresuran a rebajar sus previsiones sobre EE UU
El pesimismo ha invadido en pocas semanas los despachos de las firmas de inversión. La gran banca de Wall Street se ha apresurado a revisar a la baja sus previsiones sobre la economía estadounidense para el año que viene. El fantasma de recesión ha aparecido, espoleado por el propio empeoramiento de las expectativas.
El vertiginoso deterioro de las expectativas sobre la economía de Estados Unidos ha recalado en la banca de inversión, que está recalculando rápidamente sus previsiones. Wall Street ha tornado su clásico optimismo en un pesimismo con pocos precedentes en los últimos años y lo ha hecho en apenas dos o tres semanas.
En noviembre se hablaba de aterrizaje suave, barajando cifras del 3,5% de crecimiento en 2001. Ahora se apela a bajadas de tipos de hasta 200 puntos en un año para sortear la recesión.
"Estados Unidos está viviendo un aterrizaje muy brusco, al pasar de tasas de crecimiento del 4% a menos del 2%", asegura Pablo Mansilla, de Deutsche Bank. "El primer trimestre el PIB crecerá el 0,5%, y en el segundo se recuperará hasta el 1,5%. No hay, pues, recesión".
Anteayer, el economista jefe de Morgan Stanley en Wall Street, Stephen Roach, sorprendió con una previsión todavía más pesimista. Un crecimiento del 1,1% en 2001, y con una contracción de la economía del 1,25% en el primer semestre. Hace poco preveía un aumento del PIB del 2,5% en el año. "Perfilar una recesión suave en un clima como éste puede resultar un acto de fe heroico", comentó.
Similares cambios se dan en las previsiones sobre beneficios. Lehman Brothers calculaba en octubre un aumento del beneficio en las empresas del Standard & Poor's del 13,6%, y ahora prevé el 7,1%. En igual periodo, Citibank ha pasado del 10% al 0%.
Sorprende el cambio de agujas en el mercado, máxime cuando aún tras la primera crisis del Nasdaq se creía que la nueva economía había variado el modelo de crecimiento, y cuando hace sólo un par de meses la palabra recesión sólo se encontraba en los libros de historia.
Antonio Villarroya, de Merrill Lynch, comenta que "la subida de los precios del petróleo y la crisis del Nasdaq no han dejado observar los datos verdaderos, y ahora viene todo lo negativo de golpe. Se va a evitar la recesión, pero no va a ser fácil".
José Luis Martínez, economista de Citibank, da otra explicación. "La mayoría de los datos adelantan recesión. Pero ésta ha surgido de una forma tan inesperada que resulta sospechosa". Se pregunta, asimismo, si no habrá un exceso de pesimismo.
Sus previsiones para el PIB el año que viene -que son las mismas para Citibank, Salomon y Schroders- apuntan a un crecimiento del 2,7%, frente al 3,5% anterior. Sea o no racional el cambio de expectativas, lo cierto es que sí va a pesar en la evolución de la economía de EE UU.
El propio pesimismo está estrechamente ligado al deterioro -o del esperado deterioro- de la economía estadounidense. El impacto negativo sobre el consumo que produce la caída en el precio de las carteras bursátiles de las familias, la crisis de financiación en las empresas y la acumulación de inventarios no son sino efectos de un pesimismo desmandado.
No obstante, Ed McKelvey, economista en Nueva York de Goldman Sachs, considera que "la debilidad de los mercados financieros y el deterioro de las expectativas obedecen al empeoramiento de las condiciones económicas, y no al contrario". Las ventas de automóviles y un invierno más frío de la cuenta, entre otras cosas, han motivado una revisión de las expectativas de PIB para el primer trimestre desde el 1,5% al 0,3% negativo, y del 2,5% al 2% para el conjunto del año.
Falta, en fin, consenso. En el marasmo de recomendaciones, lo único palpable es la desconocida rapidez en la revisión de previsiones. El tiempo dirá si acertaron. Pero, aun siendo las expectativas correctas, las prisas en el cambio de éstas poco ayudarán a suavizar el aterrizaje.