España registra casos dudosos de personas muertas por el mal de las vacas locas
Numerosos testimonios médicos confirman que en España se han registrado ya los primeros casos dudosos de muertes por el mal de las vacas locas. La mayoría de los hospitales no practica las pruebas diagnósticas definitivas que hubieran permitido verificar si alguno de los 313 fallecimientos provocados por la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob desde 1993 se debió a la encefalopatía espongiforme bovina. Ya hay presentadas media docena de denuncias ante los tribunales mientras que los expertos reclaman a Sanidad más medios para efectuar las necropsias, además de rígidos controles sobre las donaciones de sangre y el trasplante de órganos para prevenir posibles contagios.
A.O.R, de 49 años, una prestigiosa radióloga del madrileño hospital de La Paz, falleció el 27 de junio por la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob sin que su familia lograra la realización de la biopsia cerebral para determinar el origen de la dolencia mortal.
El doctor Poyatos trabajó con Arantxa durante 17 años en el Hospital La Paz y en su memoria ha quedado grabado "su carácter emprendedor, su inteligencia" y su gran capacidad profesional como radióloga. Este bagaje la llevó a participar en numerosos congresos internacionales y a presidir la Sociedad Española de Ultrasonidos.
Arantxa, así la llamaban los amigos, comenzó a sentirse mal a principios de año castigada por unos síntomas comunes a diversas enfermedades neurológicas que despistaron a los médicos. Cuando la depresión degeneró en trastornos de conducta le diagnosticaron la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, contra la que no existe tratamiento, la misma que ya ha segado la vida de 313 personas en España desde 1993. Una de sus variantes es la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), más conocida como mal de las vacas locas.
Un caso "esporádico"
Para no verse condicionada en su trabajo por todos cuantos la apreciaban, Arantxa decidió ponerse en manos del equipo de neurología de la clínica Puerta de Hierro, centro en el que disponía de antiguas amistades. Fue allí desde donde su marido, Francisco, siguió la vertiginosa evolución de una enfermedad que acabó con su vida el 27 de junio tras una penosa agonía.
Según confirmaron a este periódico tres fuentes médicas de Puerta de Hierro, la muerte de Arantxa fue atribuida a un Creutzfeldt-Jakob "esporádico", tipología en la que se agrupa cuando se desconocen las causas que la han originado.
La familia de la radióloga hizo gestiones para que le fuera practicada la biopsia cerebral en vida aunque es la necropsia, sólo realizable post-mortem, la que permite un diagnóstico definitivo y, en consecuencia, confirmar o descartar la presencia del prión causante de la encefalopatía espongiforme bovina.
"Todos los intentos para que le realizaran la biopsia fueron inútiles", explica el marido de Arantxa, médico de profesión, investigador voluntario, en su día, del síndrome de la colza y, hoy dedicado a los estudios farmacológicos. "Los neurocirujanos y los anestesistas tuvieron miedo al contagio, creo que de forma injustificada, y pusieron todo tipo de problemas.
Aunque esta prueba sirve para hacer el diagnóstico definitivo, al final valoramos con los expertos la posibilidad de que fuera un problema de vacas locas pero lo descartamos... Quedó archivado como un caso esporádico, del que se desconoce el origen...", añade Francisco. A su mujer no le practicaron la necropsia.
Uno de los dos jefes del servicio de Neurología de Puerta de Hierro, el doctor Liaño Martínez, corrobora que casi siempre que ha surgido en el hospital algún caso de Creutzfeldt-Jakob se ha disparado la alarma por temor al contagio y en la mayoría de los casos se descarta practicar la biopsia cerebral del paciente así como la necropsia, una vez que fallece, por la falta de medios apropiados para evitar el contagio. Liaño, profesor de neurología de Pedro Arriola Villalobos, hijo de la ministra de Sanidad, considera como experto que la mayoría de los centros hospitalarios españoles se encuentra con idéntico problema, "a pesar del interés que tenemos siempre los neurólogos en cada caso por llegar a determinar el origen real de esta enfermedad".
Ante estas circunstancias, el doctor Liaño no descarta que de las 313 muertes por C-J contabilizadas en España desde 1993 "alguna haya estado provocada por el consumo de carne infectada". De ellos, 296 se han archivado como casos esporádicos, sin causa conocida.
Una prestigiosa inmunóloga de Puerta de Hierro que prefiere no ser identificada y está al corriente del caso de Arantxa, corrobora esta opinión: "En España carecemos de infraestructura para realizar la constatación post-mortem histológica en este tipo de enfermedad. Los médicos somos los primeros en estar preocupados porque percibimos que empieza a haber más incidencia de casos en gente joven, lo que conduce a pensar que pueden estar relacionados con el mal de las vacas locas. Está constatado que ya se han producido casos dudosos en un grupo de personas", afirma la doctora.
Inglés fallecido en Málaga
El secretismo de las autoridades sanitarias en lo relacionado con la enfermedad no ha impedido que se conozca la primera muerte "importada" por EEB en España. Sucedió en Málaga en febrero de 1997. Un joven británico de 27 años que trabajó como enfermero en un psiquiátrico entre 1986 y 1989 y residía en Southampton, viajó a nuestro país, donde viven sus padres, con depresión. Tratado por el neurólogo José Antonio Heras Pérez, del hospital Virgen de la Victoria, su agonía duró 26 meses (la media en el mal de las vacas locas es de 14).
En su informe clínico se lee que el test de la proteína dio negativo mientras que la necropsia fue lo que permitió constatar la presencia del mal de las vacas locas, confirmado con posterioridad por el centro de vigilancia de Edimburgo. "Si bien el paciente residió en el Reino Unido hasta que comenzaron sus síntomas", afirma el neurólogo en su trabajo, "se trata del primer caso de esta enfermedad diagnosticado en España. Este caso abre el debate sobre la caracterización de los en potencia posibles casos importados de la nueva variante".
Los intentos de este diario de hablar con el doctor Heras no han prosperado.
La prueba concluyente es el estudio del tejido cerebral, según Sanidad
Entre las recomendaciones que los propios expertos de Sanidad han dado a los servicios de neurología para detectar en los pacientes fallecidos por Creutzfeldt-Jakob el origen de la enfermedad figura la realización de la necropsia ya que "la detección de la proteína priónica en tejido cerebral es el marcador diagnóstico más fiable en esta patología". Sólo con esta técnica, reconocen, se realiza el "diagnóstico definitivo".
Hay otra herramienta "muy útil aunque no decisiva" en el diagnóstico que consiste en el análisis del líquido cefalorraquídeo, basado en la determinación de la proteína 14-3-3, que es un marcador de daño neural. Sin embargo, los propios expertos advierten que en el mal de las vacas locas ni siquiera esta prueba es de utilidad.
Entre los investigadores se sugiere que la biopsia de amígdala podría llegar a ser "una prueba útil" ya que se ha comprobado que es posible detectar la proteína priónica en tejido linfático. Los neurólogos consultados confirman que podrá ser de gran valor para confirmar los casos de EEB, ya que la biopsia cerebral puede acarrear "una notable morbilidad" y si no se realiza con suficientes medios y aplicación puede dar resultados falsos en caso de que el área de cerebro analizada, generalmente el lóbulo frontal derecho, no esté afectada.
Los neurólogos consideran que gracias a la biopsia amigdalar pueden aparecer en España casos plenamente confirmados de vacas locas, sin acudir a las biopsias o a las necropsias cerebrales, visto el rechazo que suscitan entre neurocirujanos y anestesistas por temor al contagio. Hay también plena coincidencia en que para estas últimas técnicas hay una ausencia preocupante de medios.