Las energías renovables convierten el exceso de GNL en un sumidero
Generar y almacenar eólica y solar podría ser un 56% más barato que el gas natural licuado en 2030
La energía solar, la energía eólica y las baterías están llamadas a complicar la vida al mercado del gas natural licuado (GNL). Algunos ejecutivos del sector de los combustibles fósiles ya piensan que la presión ejercida por empresas como Exxon Mobil, Shell y Woodside Energy para aumentar la producción mundial en un 50% para 2030, según la Agencia Internacional de la Energía, está creando una burbuja. Pero las ventajas de las energías renovables harán que el estallido sea aún peor.
...
Para seguir leyendo este artículo de Cinco Días necesitas una suscripción Premium de EL PAÍS
La energía solar, la energía eólica y las baterías están llamadas a complicar la vida al mercado del gas natural licuado (GNL). Algunos ejecutivos del sector de los combustibles fósiles ya piensan que la presión ejercida por empresas como Exxon Mobil, Shell y Woodside Energy para aumentar la producción mundial en un 50% para 2030, según la Agencia Internacional de la Energía, está creando una burbuja. Pero las ventajas de las energías renovables harán que el estallido sea aún peor.
A primera vista, la expansión del GNL podría parecer racional. La cuota europea de importaciones de metano líquido se ha duplicado hasta alcanzar el 30% desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022, según Capital Economics, y el auge de la inteligencia artificial ha provocado un bum de los centros de datos, que consumen mucha energía.
Mientras tanto, el presidente Donald Trump está tratando de imponer la compra de más gas fósil estadounidense en los acuerdos comerciales con la Unión Europea, Vietnam y otros países. Y la industria sostiene que el GNL es el combustible de transición para que el mundo deje de depender de la energía del carbón; especialmente Asia, que ya representa el 65% de las importaciones mundiales de GNL.
Sin embargo, el consejero delegado de TotalEnergies, Patrick Pouyanné, dijo a la audiencia de la conferencia Gastech celebrada en Milán en septiembre que el sector está “construyendo demasiado”. Vivek Chandra, jege de Gulfstream LNG en Luisiana, resumió el optimismo reinante en la conferencia como “exuberancia irracional”.
Probablemente sea un eufemismo. Las turbinas de gas han triplicado aproximadamente su precio desde 2021 hasta alcanzar los 2.400 dólares por megavatio-hora, según la utility estadounidense NextEra Energy. Con la caída de los costes de las baterías –un 40% solo en 2024–, la generación y el almacenamiento de energías renovables en 2030 podrían ser hasta un 56% más baratos que el gas, estima Wood Mackenzie.
Esto ya está teniendo un impacto en el mayor importador de GNL del mundo, China, que está expandiendo rápidamente su generación eólica, solar e hidroeléctrica. En octubre, las importaciones de GNL de Pekín habían caído 11 meses consecutivos en términos interanuales, según el proveedor de datos Kpler. Es probable que la República Popular también aumente sus compras a Rusia en lugar de a Estados Unidos y Qatar, que son los responsables de la mayor parte de la expansión prevista del suministro mundial.
Las energías renovables tienen otro factor a su favor: son más rápidas de instalar, ya que los proyectos importantes tardan alrededor de un año en promedio, en comparación con los cinco años que tarda una central eléctrica de gas. Y eso suponiendo que el equipo esté fácilmente disponible. Pero los fabricantes de turbinas GE Vernova, Siemens Energy y Mitsubishi Heavy Industries, que representan el 90% del mercado, han advertido a sus clientes de que tendrán que esperar hasta ocho años para recibir los pedidos, según, el Institute for Energy Economics and Financial Analysis, deEE UU. Esto elimina de facto cualquier posibilidad de que las nuevas centrales de gas sustituyan a las centrales térmicas de carbón en los países asiáticos, desde Vietnam hasta Filipinas.
El exceso de suministro de combustible, la acumulación de pedidos de equipos y una alternativa más competitiva son malos augurios para los operadores tradicionales del mercado del gas natural licuado. Se avecina una crisis.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías