La negligencia de tirar energía limpia mientras quemamos gas
En este año, se ha desperdiciado el 20% de la producción de eólica y el 25% de la de fotovoltaica por no almacenarlas
Este año se instalarán en España aproximadamente 10.000 megavatios (MW) más de potencia renovable: 9.000 de fotovoltaica, incluyendo autoconsumo, y 1.000 de eólica. Pero, mientras la oferta de electricidad de origen renovable se incrementa, la demanda no crece y no disponemos de instalaciones de almacenamiento que permitan desplazar la oferta excedentaria. ...
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Este año se instalarán en España aproximadamente 10.000 megavatios (MW) más de potencia renovable: 9.000 de fotovoltaica, incluyendo autoconsumo, y 1.000 de eólica. Pero, mientras la oferta de electricidad de origen renovable se incrementa, la demanda no crece y no disponemos de instalaciones de almacenamiento que permitan desplazar la oferta excedentaria. Es decir, no estamos aprovechando nuestra capacidad instalada para generar energía eléctrica barata sin emisiones ni residuos.
Según datos del sector empresarial renovable, en los últimos 12 meses, 29,5 millones de MWh de origen renovable, 13,3 de eólica y 16,2 de fotovoltaica, podían haberse destinado a cubrir necesidades de consumo, pero no han entrado en el mercado, lo que ha supuesto reducir la capacidad de producción casi un 20% en eólica y un 25% en fotovoltaica. De hecho, en lo que va de año, la eólica ha perdido más de 3 puntos porcentuales de factor de capacidad, situándose en el 19,3%, a pesar de que los nuevos parques se proyectan con factores del 40%.
Las causas que provocan que estemos tirando electricidad las podríamos resumir en tres, y reflejan que nuestra política energética y nuestro sistema eléctrico no se está adaptando como debería o, al menos, como el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) había previsto que sucediera.
La primera es que la demanda de electricidad no crece al ritmo previsto que fija el incremento de la oferta renovable. De hecho, con respecto a 2018, la demanda se ha reducido un 6,3%, porcentaje del que, aproximadamente, un 4%, según datos de Red Eléctrica, es debido al autoconsumo. Es decir, la sustitución de fósiles por electricidad no está avanzando, razón por la que el incremento de emisiones de dióxido de carbono está muy por encima de las previsiones. Electrificar la demanda requiere políticas de apoyo, tanto para la reducción del precio de la electricidad finalista como para incentivar la sustitución de equipamiento.
Siempre he pensado que, para comprobar si los objetivos del Gobierno son un compromiso firme, basta con ver el grado de involucración del Ministerio de Hacienda. En el caso de la electrificación de la demanda, la política fiscal podríamos decir que va en dirección contraria a los objetivos políticos adquiridos. No solo tenemos el mismo IVA, tanto si consumimos energía de origen fósil como renovable, sino que se ha vuelto a implantar, en 2025, el impuesto del 7% sobre el Valor de la Producción de Energía Eléctrica (IVPEE), sin diferenciar si se genera con renovables, con combustibles fósiles o con nuclear, e iniciativas para electrificación no disponen de un marco fiscal diferencial.
La segunda causa hay que buscarla en la incapacidad para desplazar la oferta excedentaria a periodos de consumo con disponibilidad más reducida de fuentes renovables. Para lograrlo tenemos dos posibilidades: desplazar la demanda a periodos de mayor oferta –solución que se ha demostrado inviable, aunque se hayan dado las señales de precio adecuadas– o apostar por almacenar electricidad en horas de exceso de oferta y trasladarlas a los periodos de mayor demanda.
El PNIEC tenía como objetivo para 2030 instalar 22.000 megavatios de potencia en sistemas de almacenamiento, pero a esta fecha apenas ha iniciado su desarrollo, a pesar de que el coste del kilovatio hora final es competitivo. De hecho, los propietarios de los parques eólicos están asumiendo que no merece la pena producir energía en horas en las que los precios sean muy bajos, porque, aunque el coste de la energía primaria sea cero, no lo es el mantenimiento y el desgaste de los equipos.
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha planteado simplificaciones para la tramitación administrativa, pero el colapso de red y la toma de posición para disponer de permisos de acceso por parte de los promotores, como un activo negociable, han generado una bolsa ficticia cuyo ritmo de ejecución no se corresponde con las necesidades reales. No es comprensible que no se agilice la hibridación de generación y almacenamiento, simplificando trámites administrativos y facilitando el uso de estructuras financieras separadas para las dos actividades, cuando se mantienen el mismo punto de conexión y los límites de la planta de generación.
La tercera es el mantenimiento del modelo reforzado, por parte del operador del sistema (Red Eléctrica) a raíz del apagón, por precaución o por miedo, y que ha supuesto que tengan que entrar por restricciones más ciclos combinados de gas. Es decir, se ha incrementado el coste de la electricidad por la desmesurada subida de los servicios complementarios, el deslastre de potencia renovable por condiciones técnicas de operación y las emisiones de CO2 en un 14%. Los costes de los servicios de ajuste suponen ya el 18,7% del precio final de la electricidad, y de mayo a octubre se incrementaron un 57%, de 1.303 millones de euros a 2.048 millones. Este modelo no puede mantenerse en el tiempo, y es consecuencia tanto de la debilidad de nuestro sistema eléctrico, por la no inclusión de nuevos procedimientos de operación, como de la configuración verticalmente integrada.
¿Qué significa tirar 29,5 millones de MWh de electricidad? En términos energéticos este valor supone el 12% del consumo de electricidad al año, el 60% si lo comparamos con la producción media de las centrales nucleares o el 80% si lo hacemos con las centrales de gas natural. Pero, también, debe interpretarse como una llamada al mantenimiento del cierre de la central de Almaraz ante la realidad de que a más nuclear, menos renovables, porque compiten, por su inframarginalidad, en el mismo nicho de mercado.
Esta energía, si bien no tiene fácil traducción en términos de valor de mercado porque el precio alcanzado habría sido cero durante el periodo de generación o no hay asignación de precio en los deslastres, si tiene importancia si consideramos el margen de oportunidad que ofrece disponer de una energía barata que no hemos aprovechado y que, como país, no deberíamos permitirnos perder.
Apostar por las renovables supone reconocer el inconmensurable valor de sus propiedades, pero también asumir sus características específicas de funcionamiento y disponibilidad. Pretender avanzar pensando solo en las ventajas y no paliando los inconvenientes es ir hacia un fracaso seguro.