Ir al contenido

Los cimientos de Argentina siguen siendo endebles

Lo que aún falta es el poco glamuroso trabajo de sentar las bases

El afecto de Wall Street por Argentina sigue siendo, como siempre, condicional. Sin cimientos fuertes, puede que los inversores no se queden mucho tiempo.

Los gestores de fondos no han sido precisamente tacaños. La prima de la deuda pública sobre la de EE UU cayó de 14 puntos porcentuales a mediados de s...

Para seguir leyendo este artículo de Cinco Días necesitas una suscripción Premium de EL PAÍS

El afecto de Wall Street por Argentina sigue siendo, como siempre, condicional. Sin cimientos fuertes, puede que los inversores no se queden mucho tiempo.

Los gestores de fondos no han sido precisamente tacaños. La prima de la deuda pública sobre la de EE UU cayó de 14 puntos porcentuales a mediados de septiembre a 6 en dos meses, lo que ha impulsado el retorno de los hedge funds. El S&P Merval ha subido un 47% desde las elecciones de finales de octubre. Las empresas locales recaudaron unos 3.400 millones de dólares en los mercados de bonos extranjeros en tres semanas, según Bloomberg, más que en los cinco meses previos.

Los fundamentos son frágiles. El FMI ha concedido al país una exención para acumular reservas de divisas y ha rebajado los objetivos para 2025 y 2026. Pero, tras gastar miles de millones para defender el peso, las reservas del banco central son 12.000 millones inferiores a lo necesario para cubrir su deuda en moneda fuerte, tras ajustar sus obligaciones. Un préstamo de 20.000 millones de JP Morgan, Bank of America y Citigroup se evaporó con discreción cuando se reactivó la recuperación de las acciones y los bonos.

El Gobierno afirma que esta vez será diferente, y que el país cumplirá e incluso superará los objetivos del FMI. En 2016, Mauricio Macri levantó los controles de capital sin garantizar primero la disciplina fiscal ni acumular reservas, apostando por que el dinero extranjero y una moneda estable podrían ganar tiempo para unas reformas que nunca llegaron. En dos años, el peso se desplomó y el FMI llegó con el mayor rescate de su historia.

Lo que aún falta es el poco glamuroso trabajo de sentar las bases. El superávit comercial récord de 19.000 millones de 2024 se debió en parte a una recesión que aplastó las importaciones, y no solo a la fuerza exportadora. Crear reservas de divisas sostenibles implica impulsar los ingresos en dólares, ya sea eliminando los impuestos a la exportación que aún gravan la soja, su principal producto exportado, o flexibilizando los controles que impiden a las empresas repatriar beneficios y pagar deudas en el extranjero.

Para calmar a los inversores también será necesaria una regla fiscal sólida como para sobrevivir al regreso de un Gobierno de izquierdas y un banco central lo bastante independiente como para resistir la presión de la presidencia. El Gobierno también debería comprometerse a fijar un calendario para unificar los tipos de cambio oficiales y del mercado negro. A la larga, el país necesitará un mercado de deuda en moneda local más profundo.

Chile, Polonia y México consolidaron la independencia del banco central y las normas fiscales antes de abrir sus economías, y Corea del Sur reformó su política industrial. En retrospectiva, los cimientos fueron más importantes que los flujos.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Más información

Archivado En