Las normas de la UE sobre fusiones serán catalizador económico... y arma
La revisión regulatoria puede poner más difícil a las grandes empresas de EE UU cerrar sus propias operaciones
Ursula von der Leyen está remodelando la forma en que Bruselas concibe las fusiones. La presidenta de la Comisión Europea decretó el mes pasado que la revisión de las normas sobre fusiones y adquisiciones, supervisada por su adjunta Teresa Ribera, debía acelerarse. Gran parte de ello consiste en hacer que la Unión Europea sea más receptiva a las adquisiciones que favorecen el crecimiento, ...
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Ursula von der Leyen está remodelando la forma en que Bruselas concibe las fusiones. La presidenta de la Comisión Europea decretó el mes pasado que la revisión de las normas sobre fusiones y adquisiciones, supervisada por su adjunta Teresa Ribera, debía acelerarse. Gran parte de ello consiste en hacer que la Unión Europea sea más receptiva a las adquisiciones que favorecen el crecimiento, como la fusión de grupos de telecomunicaciones para compensar los escasos rendimientos y permitir una mayor inversión de capital. Pero otra consecuencia probable es que a las grandes empresas estadounidenses les resulte más difícil cerrar sus propios acuerdos.
A primera vista, Bruselas ya tiene las competencias necesarias para regular de forma rigurosa a empresas como Meta Platforms y Alphabet, propietaria de Google, que obtienen alrededor de una cuarta parte de sus ingresos en Europa. La Ley de Mercados Digitales (DMA, por sus siglas en inglés), que entró en vigor en 2024, parecía candidata a ser suavizada en medio de las disputas sobre los aranceles estadounidenses, pero sigue vigente. El mes pasado, la Comisión Europea impuso a Alphabet una multa de 2.950 millones de euros por comportamiento anticompetitivo a través de un caso antimonopolio convencional.
Aun así, Von der Leyen tiene un problema. Los grandes grupos tecnológicos como Meta no crecieron mediante combinaciones horizontales como la de Siemens-Alstom, que fue bloqueada en 2019. En cambio, a menudo se fijaron en joyas más pequeñas: cuando Meta compró Instagram en 2014, la UE ni siquiera revisó la transacción porque los ingresos de la plataforma para compartir fotos estaban por debajo de su umbral de ingresos para su examen.
Peor aún, los esfuerzos de la UE por limitar estas adquisiciones asesinas –una amenaza aún mayor en el ámbito de la inteligencia artificial, en rápida evolución– han resultado contraproducentes hasta ahora. En 2021, aplicó el artículo 22 de sus normas sobre fusiones para impedir que el grupo farmacéutico estadounidense Illumina adquiriera Grail, un grupo que desarrolla pruebas para la detección del cáncer y cuyos ingresos eran mínimos. Pero, en septiembre de 2024, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea rechazó el enfoque de Bruselas.
Aun así, si Mark Zuckerberg, de Meta, y sus homólogos creen que ahora pueden quedarse con lo que quieran, deberían pensárselo dos veces. La revisión de las fusiones y adquisiciones de la vicepresidenta Ribera podría reducir drásticamente los umbrales de ingresos para intervenir en las operaciones. Y, animados por Bruselas, los Estados miembros de la UE que antes carecían de poderes de intervención a nivel nacional –que les permitan remitir una adquisición que, de otro modo, no plantearía problemas, a la Comisión– ahora los están adoptando.
El año pasado, la autoridad de competencia italiana fue la primera en remitir un caso de este tipo, señalando la adquisición por parte de Nvidia del desarrollador de software de IA Run:ai. La fusión en sí misma fue aprobada finalmente. Pero la impugnación por parte de Nvidia del derecho de Roma a remitir el caso está pendiente y, si la UE gana, podría suponer muchas más impugnaciones.
El riesgo para los compradores extranjeros es que los Estados miembros utilicen estas facultades de intervención, junto con nuevas restricciones más estrictas a la inversión extranjera directa y a los postores que se benefician de subvenciones extranjeras, para recortar sus alas en materia de fusiones y adquisiciones. Dada la necesidad imperiosa de Bruselas de impulsar el crecimiento y la innovación, la resistencia solo puede llegar hasta cierto punto. Pero los grandes gigantes tecnológicos estadounidenses que tienen la mirada puesta en objetivos europeos pronto podrían encontrarse con una vida considerablemente más difícil.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías