¿Quién está detrás del elefante en la casa de porcelana?
Alemanes tras la ideología libertaria: Peter Thiel y Karl Schmidt… la mayor amenaza desde la II Guerra Mundial
Todos sabemos quién es el elefante en las casas de porcelana del planeta. La prensa utiliza ese dicho alemán para referirse a figuras demoledoras como lo es el presidente estadounidense. Y para entender lo que está pasando en la geopolítica del XXI, el periodismo alemán busca a los ideólogos detrás del elefante Trump, un cleptómano descomunal elegido por el pueblo. Expertos procedentes de diferentes disciplinas, desde la economía a la filosofía, apuntan que tendríamos que preferir al ultrarrico que llega a derrochar sus recursos por el mundo y no a los megarricos que buscan el dominio político...
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Todos sabemos quién es el elefante en las casas de porcelana del planeta. La prensa utiliza ese dicho alemán para referirse a figuras demoledoras como lo es el presidente estadounidense. Y para entender lo que está pasando en la geopolítica del XXI, el periodismo alemán busca a los ideólogos detrás del elefante Trump, un cleptómano descomunal elegido por el pueblo. Expertos procedentes de diferentes disciplinas, desde la economía a la filosofía, apuntan que tendríamos que preferir al ultrarrico que llega a derrochar sus recursos por el mundo y no a los megarricos que buscan el dominio político global, como Donald Trump o el empresario Peter Thiel (Fráncfort, 1967). ¿Quiénes mueven los hilos? ¿Cuál es el plan tras la transformación radical que el Gobierno estadounidense está implementando exponencialmente, como si no hubiera un mañana? Alemanes, tras la ideología libertaria.
De los grandes ideólogos detrás del cambio, el filósofo Richard David Precht señala en primer lugar al tecnooligarca Peter Thiel, de origen alemán. Y expresa muy claramente de qué va: “Va de retroceder en el avance político y cultural.” Habla de un rollback. Y sentencia: “El empresario es un gran riesgo para la democracia estadounidense. Thiel y compañía sueñan con monopolios, riqueza, poder.” Es la ideología libertaria. Otros ideólogos, citados en Alemania, son Stephen Miller (Santa Mónica, California 1985) y Carl Schmitt (Plettenberg, Alemania, 1888-1985), el nazi protegido por Göring.
En ese mismo sentido, habla una de las prestigiosas estrellas del canal de la TV pública alemana (ZDF), Elmar Thevessen, corresponsal en jefe en Washington. Ahora el ex embajador estadounidense en Alemania, Richard Grenell, exige retirarle a Thevessen su visado en EE UU por considerarlo un agitador radical de izquierda. Thevessen afirmó hace unos días que Stephen Miller, estratega jefe de la presidencia Trump, basa su pensamiento en la ideología del Tercer Reich y en su pensador politicoeconómico, Carl Schmitt. ¿Qué ideología es el trumpismo? Thevessen apunta a Peter Thiel y Carl Schmitt, a quienes a pesar de la distancia en el tiempo “les une una línea de pensamiento”. El semanario Die Zeit añade a la lista a Miller, a quien considera el “presidente a la sombra” de EE UU. En común tienen su fanatismo por el caos, del que piensan salir beneficiados.
Según Precht, los ideólogos libertarios están tratando de influir en la política, no solo informalmente, sino personalmente. Lo que es nuevo en esta forma y dimensión. “Lo que no es nuevo es que en tiempos de crisis el capital reflexione sobre si la democracia liberal es el modelo más adecuado para su especie. En los años 30 los banqueros apoyaron a Hitler. El capital no es necesariamente un socio fiable. Además, mientras en el pasado se requería que mucha gente estuviera a favor del dictador para sostener la dictadura (sobre todo, apósteles en interés del gran capital), ahora personajes como Musk y Thiel ven que ni siquiera necesitan a los políticos”. ¿Por qué no hacerlo nosotros mismos?, se preguntan. Es el momento. Los nuevos empresarios de éxito global se plantean el poder total. Pero su función política no es la que conocemos. Creen que la gente puede ir a votar, si quiere. Y darle así un toque democrático a todo el proceso de formación de gobierno. Pero la idea es separar el poder real del poder político vinculado a las urnas. Para Precht, se trata de la mayor amenaza desde la II Guerra Mundial. Y cree que se trata de un riesgo superior al de Putin para Europa.
Los oligarcas tecnológicos estadounidenses se preguntan si necesitan un Trump 2.0 o si no lo podrían hacer ellos mismos. Por ahora, detrás del ascenso político del vicepresidente Vance está Peter Thiel. En cualquier caso, Trump sería el presidente que está haciendo el trabajo previo, demoliendo sistemáticamente la democracia estadounidense y llenándose los bolsillos mientras encauza el camino libertario futuro. Objetivo: eliminar las fuerzas que quedan de la revolución de los 60, recuperar el orgullo nacional pasado, e implementar un mundo ultraconservador, racista, antifeminista. Y celebrar una lucha cultural a favor de valores conservadores vinculados a la identidad y el patriotismo. “Valores que se pueden renegociar de nuevo si no se cae en la sospecha fascistoide”, opina Precht. En cualquier caso, una puesta en escena que solo es un medio y no el objetivo. El plan es eliminar la democracia porque consideran que carece de valor en sí misma. Y para ello disponen del poder de manipulación que facilitan las redes sociales, que pueden llegar a sostener estructuras totalitarias.
Aunque Alemania esté todavía lejos de esa ola, la tendencia cultural antidemocrática está llegando a Alemania, avisa Precht. Mientras la economía siga estancada, el riesgo de voluntad de cambio aumenta. “El pastel a repartir es cada vez más pequeño, y los ricos se enriquecen cada vez más. Me puedo imaginar que una mayoría apueste por un gobierno dictatorial. Si en EE UU tuviera éxito, y en otros países europeos también, podría pasar también en Berlín. No en un escenario a corto plazo, pero a diez años, por ejemplo”.
Son escenarios amenazantes que hay que tomar en serio. Si Trump no tiene plan, Peter Thiel sí, dice el periodista Markus Lanz. Para Thiel, los monopolios son mejores que la competencia. Y opina que las democracias no son ideales porque implican competencia entre candidatos y entre partidos políticos. Lanz: muchos ideólogos libertarios ultrarricos rechazan la democracia porque sueñan con el dictador bueno que (asistido por un senado de gente poderosa e inteligente) gobierne independiente del “voto popular tonto”. Thiel considera que el sistema democrático no es perfecto, que tiene déficits. Un ejemplo sería el Brexit, decidido democráticamente, aunque no lo más razonable para el país. EE UU votó dos veces a Trump. “Mientras la democracia es justa pero frágil; la dictadura puede ser estable”, dice Precht. Por eso, la democracia debe cuidarse a sí misma y adaptarse a los tiempos. “Cuando la gente no tiene una religión común, una identidad común… la democracia puede quebrar.” ¿Cuál puede ser el nexo que una? ¿Lo cultural, lo social, el sentido de pertenencia a una comunidad? Alemania todavía goza de un buen Estado social; pero las cuentas no salen y se cuestiona su futuro.
Según Thiel, la democracia no equivale a libertad. Y, por encima de todo, no quiere que se le limite en su libertad empresarial, aunque en EE UU está muy bien anclada la equivalencia entre capitalismo y empleo y riqueza. El empresario aboga por un capitalismo egoísta. Si todos operan egoístamente, se alcanza una sociedad mejor. Der Streik (Atlas Shrugged, en inglés), la novela best seller publicada por Ayn Rand (1905-1982, Nueva York) en 1957, transmite un ideario libertario, en contra del Estado social protector. Rand esboza un mundo en blanco y negro, en el que sus héroes son grandes emprendedores, los únicos que con su inteligencia y sabiduría pueden salvar el mundo de discapacitados y de apósteles del bienestar común. “El capitalismo es la fórmula más moral”. El movimiento Tea-Party se manifestó ya en 2009 contra el seguro médico Obamacare con pancartas citando el libro de Rand.