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Entre la prudencia y el cuidado del accionista

Solo queda esperar que los bancos no se pierdan en la carrera por ser el que más dividendo paga

Después de varios años de fuertes subidas del dividendo en la banca española, que ha aprovechando el viento de cola de los tipos de interés, la opa del BBVA sobre el Sabadell ha dado un nuevo acelerón a la retribución al accionista. El caso del Sabadell es el más extremo, no solamente por el dividendo extraordinario con que derivará a los accionistas los ingresos de TSB, su filial británica, y que supone en torno al 15% del valor de mercado. La entidad catalana prevé distribuir una cantidad equivalente al 40% de su valor de mercado actual de aquí al cierre del ejercicio 2027. BBVA también ha apretado el paso, aunque con algo más de prudencia, como cabe esperar del comprador en una operación de este tipo. La remuneración de los accionistas se ha convertido en uno de los grandes caballos de batalla de la opa, que se libra en la arena de un capital con una fuerte presencia de pequeños inversores.

Los bancos han logrado compensar el descenso de los márgenes ligado a los menores tipos de interés con un aumento de las comisiones y del volumen de operaciones. Una evolución que no es descabellado pensar que obedece al mismo motivo que la racanería a la hora de retribuir los depósitos: la limitada competencia en el sector. Ahora bien, cabe preguntarse hasta cuándo esta carrera por el dividendo será sostenible, y en qué momento las entidades tendrán que echar el freno. No hay que olvidar que la remuneración al accionista es a costa de la mejora de las reservas de capital de las entidades, el colchón para cubrirse ante futuras turbulencias.

Hay dos buenas noticias y una tercera no tanto. La parte mala es que a finales de 2024 la banca española era la menos capitalizada de Europa (12,76% de capital CET1 frente al 16,06% medio). Pero la banca española paga dividendos en función del exceso de capital disponible respecto a sus objetivos, que están ampliamente por encima de los requisitos de los reguladores. Y, sobre todo, las entidades españolas están entre las que mejor pueden capear un episodio de estrés financiero, según los últimos test de estrés realizados por la Autoridad Bancaria Europea. El nivel bruto de capital es indicativo, pero también es relevante el método de cálculo, algo que desde España se suele destacar en comparación con otros mercados. El equilibrio entre rendimiento para el accionista y la prudencia obligada siempre es complicado, y las autoridades siempre serán más conservadoras que los propios bancos. Solo queda esperar que estos no se pierdan en la carrera por ser el que más paga.

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